"Plazas de Bartolomé Pérez y Padre Eugenio"
"Historias populares de la villa de Rota", por Prudente Arjona
Cómo ya apuntábamos en el capítulo anterior, la plaza de Bartolomé Pérez se une por el norte con la del Padre Eugenio y ésta con las calles Luis Vázquez, Cuna y Pérez de Bedoya. Por el sur con la placita de Méndez Núñez y la calle Gravina. Por el este con la calle Duque de Nájera e Ignacio Merello, siendo de reseñar que no existe discontinuidad entre ambas plazas, que fueron en tiempos pasados, sólo una.
Aunque hoy las vemos empedradas y enlosadas, hace poco más de un siglo estaban atravesadas por una calzada entre arboleda que, partiendo de la calle Pérez de Bedoya, iba en pronunciado declive descendente hasta la plazuela de Méndez Núñez, sin que existieran los escalones que hoy las dividen. Tal vez por ello dijera el poeta Fernando de los Ríos y de Guzmán al describir a Rota y sus pendientes hacia el muelle, aquello de:
Península en miniatura, / brazo que a la mar se asoma,
calles que ruedan al mar / queriendo trocarse flota.
En la fachada del castillo que da a la plaza se encuentra la vieja torre del Homenaje, que hace bastantes años ha perdido su primitiva elegancia arquitectónica al hacérsele desaparecer a finales del siglo XIX la graciosa espadaña que la remataba.
Al pie de la torre se construyó en 1940, al igual que se hizo en todos los pueblos de España en la época franquista, una cruz de cemento en honor a los caídos en la Guerra Civil, así como una lápida sobre el muro del torreón que hemos indicado, con los nombres de los mismos, omitiendo naturalmente, los nombres de aquellos caídos roteños del bando republicano fallecidos durante la guerra fratricida iniciada en el año 1936, y que muchos de ellos aún se encuentran desaparecidos en fosas comunes.
Llegada la democracia, la cruz y la placa en cuestión fueron retiradas aprovechando las primeras fases de la restauración del castillo. En fases posteriores fueron demolidas las casas adosadas sobre dicha fachada del edificio, lo que permitió dejar totalmente exento la histórica fortaleza en todo su perímetro, propiciando asimismo la apertura de un pasaje entre la calle Fermín Salvochea y la propia plaza Bartolomé Pérez, al que se dio el nombre de Callejón del Castillo.
En 1943 se formó esta plaza con pavimentación de chinos y piedrecillas traídas de la playa de Punta Candor de la mano de un chaval llamado Ildefonso, de familia marinera, conocido por Sixtón, que portó todo el material prácticamente sobre su cabeza en esportones de esparto, lo cual fue ya de por sí toda una proeza, pues aparte de escoger los chinos del tamaño y color requerido por el maestro de obra, los acarreaba a pie hasta Rota. Hemos de comentar que en otra ocasión, cuando estaba a punto de finalizar el empedrado de la plaza, el encargado de la obra le pidió al Sixtón que continuara almacenando chinos, ya que tenían en proyecto enchinar otros espacios, por lo que el pobre muchacho continuó acumulando varios metros cúbicos de material en el patio de su casa, y al final le dijeron que habían cancelado la obra pretendida y que no necesitaban más chinos, sin que le pagaran absolutamente nada por el extenuante trabajo que había realizado.
La plaza quedó preciosa, dado que además del dibujo de los chinos blancos y negros, obra del maestro don Tomás Expósito, empleado de don José León de Carranza, se sembraron acacias. También abrieron una puerta en la pared del castillo, junto a la torre, para dar acceso a la Clínica de San José, todo ello a expensas del señor Carranza, marqués de Villapesadilla e hijo adoptivo y benefactor de Rota.
Esta obra se aprovechó también para reducir el atrio o porche del templo que era bastante más amplio, para que pudiera utilizarse la calle Ignacio Merello por los diversos vehículos de transporte, desapareciendo la antigua arboleda y la calzada central que existía, nivelándose la plaza, hasta que en años recientes se peatonalizó la propia plaza, la del Padre Eugenio y se restringió el tráfico por las calles Cuna, Pérez de Bedoya y Luis Vázquez.
Como comentamos en artículos anteriores, en el maremoto de 1755 las aguas del mar llegaron e invadieron el recinto de esta plaza y el propio templo. Asimismo, en ella tuvieron lugar importantes actos castrenses, como juras de bandera de los artilleros de la inmediata batería, y solemnes celebraciones religiosas, como las del Descendimiento en la tarde del Viernes Santo o la de la proclamación de la Virgen del Rosario por Patrona y Alcaldesa Honoraria Perpetua de la Villa.
En la restaurada fachada de la parroquia encontramos sendos azulejos sevillanos que conmemoran importantes efemérides locales y universales de carácter religioso, como la protección del Nazareno en determinadas sequías, o la conmemoración del centenario del dogma de la Inmaculada o de la Asunción de la Virgen María.
Aquí acudían asimismo en protesta ante los representantes del duque de Arcos o los regidores todos aquellos roteños que se consideraban perjudicados en sus intereses, se encontraban faltos de trabajo o necesitados de amparo y justicia. En el castillo se reunían los administradores de la villa, y aquí culminaban asimismo las manifestaciones de censura a la autoridad local o de alegría por hechos relevantes.
En resumen, en esta plaza puede condensarse como en un epítome toda la historia local, el reflejo y el pulso de todo lo que Rota fue a través de los siglos.
Tras el remozamiento del histórico castillo por el alcalde Felipe Benítez Ruiz-Mateos, éste edificio emblemático retomó de nuevo el protagonismo político al trasladarse la Alcaldía, Salón de Plenos y otras dependencias políticas, sociales y culturales bajo el pomposo nombre de Palacio Municipal Castillo de Luna, que constituye en estos momentos el corazón de la villa y escenario donde se celebran los actos más relevantes e importantes que acontecen en nuestro pueblo.
Los edificios más importantes, históricos y emblemáticos de la Villa situados en esta plaza de Bartolomé Pérez son el ya citado castillo de Luna y la iglesia parroquial, Ntra. Señora de la O. El castillo es el más antiguo, según los datos aportados por los investigadores, ya que fue en principio una rábita musulmana para convertirse posteriormente en fortaleza, que pasó del dominio musulmán al castellano, terminando con el paso del tiempo como alojamiento de los duques de Arcos, el marqués de San Marcial y el marqués de Villapesadilla, para acabar formando parte del patrimonio municipal tras una profunda restauración.
La iglesia parroquial, por su parte, fue construida por los duques de Arcos y concluida en 1537. Según relata don Ignacio A. Liaño, tanto los terrenos que en la actualidad ocupan la iglesia, las propias plazas de Bartolomé Pérez, Padre Eugenio y Barroso, las calles Constitución, Pérez de Bedoya, Bola y Luis Vázquez, constituían una gran explanada que rodeaba al castillo destinada a patio de armas. No obstante, en el siglo XVI, cuando se inician las obras de la mencionada iglesia y ante la necesidad de viviendas para los roteños, se autorizó la construcción de nuevas casas, para lo que se trazaron en el entorno nuevas calles, como la llamada Cuna, y colindantes, que rompieron con el aislamiento de la fortaleza, en aquellos tiempos alejada del resto del núcleo de los edificios cercanos a las murallas.
Se discute la función de esta torre. Para otros autores, la torre del Homenaje es la situada en el ángulo oeste, que es además la de mayor porte.
En nuestra opinión es impensable que la villa estuviese sin iglesia hasta el siglo XVI. De hecho, en la misma iglesia se encuentran vestigios de otra anterior, quizás del siglo XIV.






































Hannibal Lecter | Sábado, 18 de Mayo de 2019 a las 09:57:06 horas
Antes de lanzarse a criticar a nadie por no comentar una supuesta injusticia, que no fué tal, debeerian informarse antes de que los fallecidos, del bando golpista nazionalcatolico por supuesto, que tenian sus nombres impresos en dicha lapida, ya los tenian a modo individual en sus respectivas tumbas, ya que tuvieron una sepultura digna, no como aquellos otros que cayeron en el bando republicano, que defendia el regimen democratico, que continuaron sepultados en cunetas y fosas comunes sin identificar. Y si hacen la critica, sabiendo este punto, es que no son ya ignorantes en el tema, sino que pasan a ser unos cinicos sin etica ni conciencia.
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