Calle Charco, con Antonio Franco
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ALGUNOS POLÍTICOS MENTIROSOS
Si los políticos tuvieran que someterse a la máquina de la verdad cada vez que hacen declaraciones o se defendieran de algún ataque de sus adversarios nos daríamos cuenta que la verdad es demasiado moldeable, es voluble y tiene mil y una forma de presentarse. La Verdad, así descrita, se presenta en una especie de estado gaseoso, lejos de toda solidez. Las medias verdades son como los seudo-intelectuales, ni las primeras son verdades, ni estos últimos se pueden considerar intelectuales.
¿Se imaginan al político frente a las cámaras de televisión, rodeado de micrófonos y enchufado a la máquina de la verdad dando una rueda de prensa? La máquina “pitaría” avisando que la frase emitida no se corresponde con la realidad porque la presión arterial del individuo en cuestión se habría alterado. La situación sería más comprometida si detrás del político entrevistado se encendiera un letrero luminoso con calificativos como: mentira, demagogia, incorrecto,…
El político farsante quedaría al descubierto y eso le restaría votos, con lo que su vida político-profesional tendría sus días contados.
Pero como el método de la máquina no parece que se vaya a aplicar en los próximos milenios, al menos para estos casos, seguiremos, escépticos unos, creyentes otros e indiferentes la mayoría, ante toda las adquisiciones de algunos de nuestros políticos, con los que hemos coincidido en nuestra trayectoria vital.
Alguien, o algunos, lanzan un mensaje “al aire”, cual confetis carnavalescos, para que vaya cayendo e impregnando la conciencia de la mayoría. Hay uno que resulta de vital importancia para la mala clase política. Se trata del “anuncio” que expresa que “todos los políticos son iguales”. Ante este tipo de expresiones, el personal actúa de dos formas. Muchos pasando de la Política. Otros, aplicando la norma de “más vale malo conocido que bueno por conocer”. Y así nos va. La ciudadanía se parapeta ante este tipo de “ideas” y ya no escucha “otras ofertas”. Como se suele decir, “ya no se bajan del burro”.
Hace algunos años, el neoliberalismo lanzó “el confeti” de que las ideologías habían muerto. Después, los jefecillos locales se encargaron de transmitir el mensaje en sus correspondientes feudos. La actual crisis económico-financiera que padecemos ha hecho “resucitar” las ideologías. Hace tiempo que no se comenta que “lo que importa es una buena administración”, lo que conlleva a decir que los políticos sobran. Ahora, por el contrario, tratan de emitir nuevos mensajes que, seguramente, irán calando en el personal.
Pero volvamos al empleo hipotético de nuestra hipotética máquina de la verdad aplicada a los políticos. Se corre el riesgo de que llegue el momento en que el político domine a la máquina. Es decir, nos podemos encontrar con políticos convertidos en verdaderos especialistas del contar, declamar, afirmar,…juicios falsos que lleguen a engañar a la propia máquina. De hecho, ya existe este tipo de personajes. Hasta son capaces de emocionarse y de transmitir esa emoción a sus acólitos, sin que éstos capten el menor signo de actuación teatral.
Estos serían los políticos que quedarían por “selección natural”, como diría Darwin, ya que serían los que mejor se habrían adaptado al “medio hostil presentado”. Éstos y los honrados. Porque no hay que olvidar que también hay políticos honrados. No sean mal pensados, la mayoría de los políticos lo son (honrados, digo). No necesitan de ninguna máquina de la verdad para demostrarlo. Lo que pasa, como en todas las profesiones devaluadas por el “gran público”, es que los malos prevalecen y ensombrece la labor del resto y, lo que es peor, son los que sirven para calificar al resto de sus colegas.
Este artículo, expresado así, resulta muy ¿etéreo? Que cada uno trate de encontrar algún ejemplo práctico para aplicarlo. Pero, por favor, guárdenselo para ustedes. No hace falta que me lo trasmitan. Con los que he etiquetado ya tengo suficiente. Además, no tenemos porque coincidir a la hora del listado. ¡Faltaría más!
En ocasiones son las propias proclamas de los políticos los que las hacen caer en errores. El último más sonado fue el desconocimiento de todo un Consejero de la Comunidad de Madrid quien en un debate parlamentario llegó a decir que en Madrid no existía el servicio de minibús. La cosa no resultaría tan descabellada si no fuera porque el personaje en cuestión es el Consejero de Transporte de dicha comunidad autónoma.
Otro más cercano a nosotros, no sólo po que fue emitido desde la delegación de Medio Ambiente de nuestro Ayuntamiento si no porque fue hace sólo una semana, es el de enviar a nuestros escolares la idea de que hay que ahorrar agua y, sin embargo, el lago del recién inaugurado parque de la Laguna del Moral se abastece de agua potable, al igual que el riego de sus plantaciones. Todo un ejemplo de lo que no hay que hacer, ¿qué no?.
Ignoro si estos errores deberían calificarse dentro de las mentiras a las que tanto hemos aludido en este artículo. Supongo que algunos son simples “meteduras de pata” y otros, sencillamente mensajes distorsionados de la realidad.
A falta de la máquina de la verdad está la observación y el análisis que cada uno haga de cada político en cuestión. Este puede ser un método tan válido como el que más. De hecho, es el único sistema para descartar a los mentirosos. Así que ya saben, a observar.
ANTONIO FRANCO GARCIA












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