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Redacción
Sábado, 13 de Abril de 2019

"Calle Isaac Peral"

"Historias populares de la villa de Rota", por Prudente Arjona

[Img #111468]En esta sección se ofrecerán fragmentos del libro escrito por el roteño Prudente Arjona, titulado "Historias populares de la villa de Rota", que como su propio nombre indica, refleja buena parte de la historia local.  Aunque el libro está a la venta en papelerías del municipio, el afán del autor nunca fue lucrarse con ello, por eso, permite a Rotaaldia.com compartir algunos de sus capítulos para que el gran público tenga conocimientos de una parte pasada de la villa.

 

Os dejamos con el capítulo:

 

 

(Texto íntegro del escrito por don Ignacio A. Liaño Pino en su libro Viejas Calles Roteñas,  y aportaciones propias y al que le dedico este capítulo a su memoria)

 

Esta calle comprende desde la del Charco hasta la de Veracruz, y tuvo a finales del siglo XVI el nombre de Arroyo, que fue al parecer fue el primero con que se le conoció.

 

Posteriormente, los vecinos la conocieron con el nombre de Laguna, tal vez por la que se formaba en su cruce con la Castelar, pero no era denominación oficial.

 

Por su izquierda salen las calles Ramón de Carranza, antigua, Lavada y Castelar, y por su derecha terminan las de Ntra. Sra. del Rosario y Merino, donde se encontraba la última carbonería de la localidad.

 

La primera rotulación que tuvo dada por el ayuntamiento en el año 1778 fue la de Cruz del Mar, ya que desembocaba frente a una cruz que se encontraba en el primitivo barranco del Rompidillo, y que cuando 1803 se construyó la primera muralla de contención, el lugar fue conocido por Cruz del Rompidillo. Dicha muralla se derrumbó y se levantó otra nueva en 1929.

 

El Ayuntamiento construyó en 1822 en un pequeño solar municipal de dicha calle, frente al núm. 17, un pozo público para ayudar al abastecimiento de agua potable de la población, por lo que esta calle recibió el nombre de Pozo del Concejo, y todavía los mayores, la recuerdan con este nombre. Este pozo, a finales del siglo XIX y por malabarismos municipales, quedó adscrito al propietario colindante cuando el dueño ocupó la alcaldía...

 

Parece ser que por este tiempo, según algunos documentos de arbitrios y contribuciones, tuvo también el nombre de Tetuán aunque por muy poco tiempo.

 

En 1889 se rotula esta calle con el nombre de Isaac Peral, pero no por el hecho de haber sido este marino inventor del submarino de su nombre, que hubiera sido lo más lógico, sino por sus actividades políticas, ya que fue propuesto como diputado a Cortes por el partido liberal por este distrito.

 

En la misma esquina de esta calle con la de Ntra. Sra. del Rosario los vecinos colocaron en 1814 un cuadro al óleo con una imagen de la Virgen de Regla de Chipiona, de gran devoción en Rota, que todavía existe aunque en cerámica.

 

En 1830, y en una visita pastoral que el cardenal arzobispo de Sevilla hizo a esta localidad, pasó ante esta imagen, y como constancia de ello un azulejo colocado debajo del cuadro dice: El Exm. y Rvdmo. Sr. Cardenal Arzobispo de Sevilla Don Francisco Javier Cienfuegos y Jovellanos, concedió cien días de indulgencia a todos los fieles que recen un Ave María o dijeran, “Ave María Purísima, sin pecado concebida”, ante esta imágen con el título de Ntra. Sra. de Regla, que se venera en la Villa de Rota, calle de la Fuente, esquina a la del Pozo Concejo.

 

En la casa nº 4 nació en el año 1900 don Zoilo Ruiz-Mateos Camacho, que fue benemérito Alcalde e Hijo Predilecto de esta Villa, en la que existe una calle que lleva su nombre y, como es lógico, en dicha casa vivió varios años su padre, don Zoilo Ruiz-Mateos Rodicio, propietario de varios faluchos, que obtuvo diversos cargos en el municipio y al que se le concedió la Cruz al Mérito Naval de 2ª clase con distintivo blanco cuando se consiguió que el Gobierno declarase al de Rota puerto de refugio. Posteriormente, en esta casa vivió su hija Ascensión al contraer matrimonio con el médico roteño don Manuel Pazos Bernal-Bejarano.

 

En la casa nº 6 estuvo instalada a principios del pasado siglo, la casa de huéspedes de José Pacheco, conocido por el Culón, que compartía su negocio con su profesión de sastre, y en el nº 15 se encontraba el afamado refino y tienda de paquetería y encajes de Andrea Delgado, conocida por Andrea la Coja.

 

En el nº 29 tuvo su domicilio don Zoilo Ruiz-Mateos Camacho cuando contrajo matrimonio, y allí nacieron todos sus hijos, entre los que, como es natural, figuraba José María, fundador de la empresa RUMASA, que el gobierno expropiaría en el año 1983, y que más tarde volviera a renacer con el nombre de Nueva Rumasa, que tantos problema ha tenido en los últimos tiempos al haber quebrado sin  devolver (hasta el momento) el importe de las aportaciones de los bonos efectuados por cientos de socios capitalistas. Este escándalo se encuentra en manos de la Justicia. Este edificio nº 29 de la calle Isaac Peral es de arquitectura isabelina, con recercados que sostienen el balconaje, y fue dedicado a museo propiedad de la Fundación Alcalde Zoilo Ruiz-Mateos, encontrándose en la actualidad cerrado al igual que la propia Fundación.

 

Otro buen edificio, del que apenas quedan vestigios más que en su portada, muy deteriorada, y que para colmo ha sido encalada, es el nº 7. Fue a mediados del siglo XIX, propiedad de don Justino Atienza Maldonado, un señor aragonés, que tuvo en dicha casa, aparte de su domicilio, un lagar y una tahona, aunque por muy poco tiempo.

 

En la casa nº 33 vivió Juan Trujillo Benítez, vecino de Rota, aunque no era roteño, que fue ejecutado a horca en la cárcel de Sevilla el día 12 de marzo de 1832 por delito de homicidio premeditado, nocturno y alevoso en la persona de su convecino Juan Ruiz Sánchez, el Santito.

 

En la casa núm. 27 tenía su despacho de frutos del campo el honrado mayeta Manuel Niño, conocido por el Vizcaíno, que ostentó el cargo de alcalde en la dictadura del general Primo de Rivera.

 

Junto a esta casa, y en el nº 25, casa de vecinos, vivían dos mujeres muy conocidas por entonces, que eran Rosa la Sangre y María Paz Moreno Rodicio, casada con Antonio López, Cajilla. Maria Paz era parienta de don Zoilo. La casa en cuestión es hoy Casa Hermandad de la Hermandad de Ntro. Padre Jesús Nazareno, Señor de Rota.

 

En el núm. 34 vivía a finales del siglo XIX el padre de Ramón Bernal, conocido por Ramón el de la Pirila, que fue el que construyó la plaza de toros que don José González Arjona tenía en la vieja casa Aspillaga, al final de la calle Calvario. Posteriormente, su hijo Ramón tuvo una funeraria.

 

Por último, en la casa nº 36 vivió a principios del pasado siglo Francisco López, conocido por Pinterra. Era de Encinasola, y al jubilarse se vino a Rota, donde un primo suyo, don Florencio Delgado López, estaba de párroco. Todavía algunas personas lo recuerdan sentado en la puerta de su casa, descansando su pierna izquierda en un banquillo debido a la úlcera maligna que tenía, de la que murió.

 

Como anécdota, vale decir que en la casa nº 12 falleció el día 5 de julio de 1852 el vecino Juan Izquierdo Ruiz-Henestrosa, conocido por Cumbrera. Cuando lo estaban velando, a las ocho o diez horas de muerto, un familiar salió despavorido de la habitación en que se hallaba el cadáver diciendo que éste se había movido. En medio de un revuelo general y de cierto temor se llamó al médico, quien efectivamente dijo que estaba vivo. Inmediatamente apagaron los cirios que lo circundaban, quitaron los paños funerarios, lo desvistieron de su mortaja y lo acostaron en su cama. A consecuencia de ello a la familia se la conoció por la del amortajao, que por cierto es un mote que ha desaparecido en nuestro pueblo.

 

En esta calle y en la esquina que forma con la “Castelar” existe un bonito azulejo dedicado a Ntra. Sra. del Perpétuo Socorro, Patrona de la Sanidad. Dicho azulejo se colocó en el edificio que mandaron construir el matrimonio formado por José Lobato Chirado e Isabel Moreno Alonso, matrona, practicantes ambos, donde vivieron durante muchísimos años y nacieron sus diez hijos. Una pareja entregada a la gente de Rota, principalmente a los más desfavorecidos. Como reconocimiento, el Ayuntamiento puso el nombre de Isabelita a una calle de la localidad, mientras que a su marido, José Lobato, el Rubio Tomatito, aún esperamos que se le reconozca su gran labor profesional y solidaria...

 

No puedo cerrar este capítulo sin antes comentar la gran obra que realizó mi padre, Juan Arjona Romero, tanto en la calle Ntra. Sra. del Rosario, como en esta calle Isaac Peral, al acometer el alcantarillado en ambas vías urbanas.  En primer lugar, hay que decir que sólo él se presentó para efectuar dicha obra faraónica, pues entrañaba mucho riesgo dada la profundidad que tenían que llevar las tuberías, y que por tal motivo las casas quedaría colgadas con el peligro de desplome. Hay que tener en cuenta que estamos hablando del año de 1958, donde no existían medios materiales, máquinas herramientas, ni nada que no se inventaran los propios constructores para llevar a cabo ese tipo de trabajos. El caso es que los vecinos aún se acuerdan cómo mi padre apuntaló todas las casas de acera a acera, mientras que los operarios trabajaban a varios metros de profundidad.

 

Mi padre trazó una línea a todo lo largo de las casas, de manera que conforme hacían las gavias, asimismo iban colocando el alcantarillado y cubriendo; la mitad se hacía con formeros de madera para hacer la cama del alcantarillado con hormigón, y la cobija la hacía los operarios fuera, de manera que iban excavando y llevando el desnivel de la alcantarilla conforme al peso trazado en las fachadas de las casas. Esto parece fácil, pero no lo era, pues el subsuelo de la calle es arenisca, y conforme horadaban los empleados continuamente se desprendían lienzos de tierra, para lo cual mi padre disponía de otros obreros pendientes para avisar a los compañeros que se encontraban faenando abajo cuando ésto ocurría, por lo cual, en aquellos frecuentes casos los de abajo, que eran expertos mineros portugueses que mi padre contrató para tal menester, al grito de alarma se introducían prestos por las alcantarillas y salían por los registros de los tramos construidos. Ni que decir tiene los momentos de apuro que se vivía hasta que esos valientes mineros aparecían sanos y salvos unos metros más arriba.

 

El caso es que los planos y las cotas que el perito del Ayuntamiento facilitó a mi padre eran erróneas, según me contó él, y el trabajo le resultó mucho más costoso y arriesgado de lo que cabía esperar. Al final, el perito no le firmó las últimas certificaciones y mi padre no cobró el final de la obra, por lo que como protesta o pataleta, ya que no podía hacer otra cosa, no llegó a pasar nunca más por delante del Ayuntamiento.

 

Como un simple ejemplo de la calidad de la obra realizada por mi padre, basta decir que, a pesar de que los salideros de agua han provocado enorme cavidades en la calle Isaac Peral, tanto como para engullirse un camión del reparto de Spar y otro de la recogida de la basura, el alcantarillado de dicha calle nunca se ha atascado y continúa operativo hasta hoy.

 

 

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