"Demasiada Andalucía"
por Balsa Cirrito
Viendo el último Concurso de Agrupaciones de Rota hubo algo que quizás no me esperaba. Y es que rara fue la chirigota o comparsa que no lanzaba una letra muy sentida y muy emperifollada relativa a Andalucía. Lo terrible es que prácticamente todas mostraban una visión que oscilaba entre lo patético y lo absurdo. El colmo llegó con una comparsa que se dedicó a mostrar, mientras cantaba un pasodoble, un montón de banderas: la española, la arco iris, la del PSOE, la del PP, la de CCOO, la de Cataluña y otra media docena más que no recuerdo porque fueron demasiadas; al sacar la bandera nacional, la de España, la letra que farfullaban los comparsistas decía algo de “símbolo facha” o cosa parecida que no logré descifrar ya que la vocalización no era precisamente exquisita. Pero al término de la copla sacaban la bandera de Andalucía, y era como si hubieran sacado el bálsamo de Fierabrás o la espada láser de Luke Skywalker, porque los chirigoteros ponían los ojos en blanco y humedecían sus pupilas ante la presencia de la enseña blanca y verde. Pa mí que exageraban.
Honradamente no sé muy bien de dónde ha nacido ese patriotismo andaluz. Andalucía nunca ha sido reino, estado, territorio independiente o cosa que se le parezca. Incluso administrativamente es una división que parte del siglo XIX. No tenemos idioma propio, ni siquiera un dialecto unitario, ya que entre el andaluz occidental y oriental existen las mismas diferencias - puede que más - que con respecto al extremeño o canario. Tampoco tenemos una cultura común que podamos distinguir claramente del resto de España, sino una serie de islotes con puntos de intersección, sí, pero que también podemos encontrar con respecto a otros lugares de la nación. Históricamente no tenemos ninguna voluntad nacional o sentimiento similar. La antigüedad del himno andaluz es de ochenta años, y la de la bandera de un siglo exacto, aunque hasta hace cuatro décadas casi nadie sabía de su existencia. A decir verdad, la voluntad andalucista es tan endeble que en Almería cada vez crece más la opinión de escindirse de la comunidad (por motivos, en realidad, igual de estúpidos y falsos que los de todas las escisiones, pero esa es otra historia), y en Granada se ha creado un movimiento para dividir Andalucía en Occidental y Oriental (es evidente que la gilipollez es algo que infecta como la gripe, y que la contemplación de la misma, en vez de disuadir, anima a los pichaflojas mentales). En fin, que Andalucía no tiene ni lengua ni tradición ni territorio ni cultura propia ni selección de fútbol digna de tal nombre. Entonces, ¿a qué tanto delirio? (desde luego, es una pregunta retórica)
Uno no acaba de entender qué se pretende fomentando ese patriotismo andaluz que, por supuesto, prende antes y con más fuerza en los sectores culturalmente más débiles. Un ejemplo. Desde hace muchísimos años, se celebra en todos los centros docentes de la comunidad el día de Andalucía. Se comen molletes con aceite de oliva, se alza la bandera y se canta el himno. Sin embargo, no creo que en ningún lugar de Andalucía o, para el caso, de España, se celebre el 12 de octubre fiesta nacional, izando la rojigualda y comiendo, mismamente, bocadillos de tortilla de patatas. Deténganse un momento porque esto es fuerte. Celebramos el día de Andalucía, tratando de crear un sentimiento nacional inexistente y a todas luces innecesario y soslayamos el imprescindible sentimiento español. ¿Se trata de algún tipo de broma que nos gastamos nosotros mismos para gritarnos en un momento dado: "¡sorpresa!" y quedarnos con cara de pasmados sonriendo como quien dice: "esto ya lo sabía yo"? ¿Por qué no se celebra en ningún centro español el día de España? ¿Ocurre esto en algún otro lugar del mundo?
Lo más terrible de todo este papanatismo aldeano es que quienes más lo propagan son los partidos que se definen como progresistas. Digo yo que tendremos que cambiar la definición de progresismo. Como bien afirmaba en una vibrante arenga y refiriéndose a Cataluña el ministro Josep Borrell, las fronteras no son sino "heridas de la tierra", y con todo ese impulso de la tierra chica no hacemos sino proyectar fronteras para el futuro.
Para no golpear siempre a los mismos. En Asturias han promulgado hace poco la enseñanza obligatoria en primaria del bable, en detrimento del francés. Por mucho que me devano los sesos no encuentro razón alguna para preferir el bable al francés. ¿Alguien se dará cuenta algún día que las lenguas sirven para entenderse y no para separarse? O, ¿por qué narices se prefiere una lengua que hablan unos miles de personas frente a otra que emplean cientos de millones?
Por supuesto, lo mismo vale para Andalucía. ¿Qué ganaremos si dentro de doscientos años nuestros biznietos no pueden entenderse con los castellano manchegos por ese afán de muchos de particularizar el andaluz? ¿Será esto progresista o será de gilipollas? Respondo: de gilipollas
Alzar la bandera andaluza no es progresista, es retrógrado y aldeano; es paleto y opuesto a la historia; es una falsedad y una mistificación; es, además, contrario a nuestros propios intereses; es, en definitiva, estúpido.





































Hermano Lobo | Martes, 02 de Abril de 2019 a las 18:41:09 horas
Se dice que el que calla otorga, lo cual muchas veces, es mi caso, es el simple deseo de no discutir con ignorantes.
Pero hay cosas que claman al cielo: el constante deseo de menospreciar a España de la extrema izquierda. Aprovechan cualquier evento glorioso de nuestra historia para denostarla, sea la batalla de Lepanto la conquista de América, la batalla de las Navas de Tolosa o la Reconquista. Todo, para esa extrema izquierda, es malo. Se alinean con los que quieren que pidamos perdón por haber creado 20 países, haberles dado nuestra lengua y haber acabado con sus sacrificios humanos; eso por poner algún ejemplo,
Lo que jamás harán será exigir al islam que pidan perdón por haber destruido la España visigoda, la de San Isidoro, la de Recaredo.
Para colmo, para justificar lo injustificable meten en el mismo saco a España, a Gibraltar, a Andorra, pero se olvidan de Olivenza y Llivia.
De risa, por eso contesto con humor, algo desconocido para ciertos personajes, levanta odios y panfletarios.
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