"Antojos de embarazadas. Creencia"
por Carlos Roque Sánchez
![[Img #109011]](https://rotaaldia.com/upload/images/03_2019/7499_22.jpg)
El test de Roschach. Con él les dejé la semana pasada, y en ésta les añado que el susodicho es una supuesta técnica proyectiva de psicodiagnóstico, que se vale de diez láminas con unas manchas de tinta caracterizadas por su ambigüedad y falta de estructuración. Del mismo sólo les diré un par de apuntes, ya que éste es uno de los muchos terrenos en los que no me muevo con comodidad intelectual. Ahí van. Uno. A pesar de su nombre, en puridad, no se trata de un test, si bien no voy a entrar aquí y ahora a sustentar dicha afirmación. Pero créanme, no lo es. Dos. Aunque el mismo y durante un tiempo, alcanzó cierta difusión en las comunidades psicológica, psicoanalítica y psicoterapéutica, lo cierto es que, a lo largo de su existencia, este suspecto método de evaluación psicológica de la personalidad, no ha aportado ni una sola prueba, con un mínimo de rigor científico, que sustente su validez. Es decir, precaución con las manchas.
Sin embargo, desde otro campo de la ciencia, por ejemplo, el de la medicina, en cuanto a las manchas en la piel, no hay ninguna dificultad en considerarlas como lo que son: angiomas o hemangiomas. Pequeñas lesiones superficiales de color rojizo oscuro (contienen melanina), que pueden mostrarse en principio en cualquier parte de nuestra piel, y aparecer en, aproximadamente, un ocho por ciento (8 %) de los recién nacidos. De carácter benigno y origen por lo general congénito, se presentan bajo la piel en forma de mancha plana o sobresaliente, estando formados por la acumulación de pequeños vasos sanguíneos, agrupados en una especie de corporación.
Pero ya está bien de tanta realidad nacida de la racionalidad filosófica y científica, y pasemos al terreno de la irrealidad, fruto también de la racionalidad sólo que ahora mítica o fabulada ¿Qué hay de cierto en lo que la gente cree, acerca de los embarazosos efectos de los antojos no satisfechos de algunas embarazadas? Vamos, que marchando una de míticas mentiras piadosas.
Mentiras piadosas. Les cuento ahora un sucedido que dicen que aconteció hace bastantes años, a un médico barcelonés. Tiene que ver con los antojos de las embarazadas, sólo que éste es muy peculiar. Verán. Al parecer una señora se presentó en su consulta diciéndole que estaba embarazada, pero que el hijo que esperaba bien podría no ser de su marido, sino de otro hombre de raza negra. Y claro, dado su embarazado estado biológico presente, y la más que embarazosa situación matrimonial futura, venía en busca de consejo ¿Qué debía hacer? ¿Cómo salir del aprieto? Pues cuentan que, después de pensarlo durante unos minutos, el doctor le preguntó:
- Señora, ¿sabe dónde está la calle XXXXXXX?
- Sí, doctor.
- ¿Conoce la tienda de ropas de bebé, que tiene en su escaparate un maniquí muy grande y negro con un reloj en su estómago?
- Sí.
- Pues va a hacer esto. Cada vez que salga con su marido procure pasar por allí y fijarse mucho en el maniquí negro, de forma que su esposo se dé cuenta. A la vez háblele de los antojos de las embarazadas.
Pillando la idea del doctor al vuelo, la señora no desaprovechó ni una sola oportunidad para pasarse por la tienda, detenerse ante el escaparate con su marido al lado y hablar de los antojos. Así lo hizo hasta que pasaron los meses de embarazo, llegó el día del parto, nació la criatura y el doctor, con cara de circunstancia, fue a buscar al padre putativo:
- Es un niño…, un niño negro.
- Ya me lo temía -dijo el crédulo marido-, el dichoso maniquí del escaparate. Pero, dígame doctor, no llevará un reloj en la barriga, ¿verdad?
Ya, ya. Soy consciente de que la historieta es más propia de ser contada en una sesión del club de la comedia, o festival del humor, que de aparecer en este negro sobre blanco ‘on line’, pero es que hay asuntos tan serios, que no queda más remedio que escribirlos, al menos en parte, en clave de humor. A esto lo llaman credulidad y consiste en aceptar con facilidad un hecho como si fuera verdad, sin exigir las pruebas mínimas que deben sustentarlo. Ya conocen los peldaños de la escalera del saber: credulidad, creencia, fe y ciencia. Por último, en lo que respecta a la historia, me quedo con el proverbio italiano, ‘Se non è vero, è ben trovato’. Pues eso.
CONTACTO: [email protected]
FUENTE: Enroque de ciencia





































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