El pino de Pizza&Pasta (por José Antonio Maqueda Casal)
Al leer el título de la presente carta estoy seguro de que a muchos de los lectores, incluso a aquellos que no presten en su vida diaria mucha atención a los árboles, les habrá venido a la memoria la imagen de ese impresionante pino piñonero de tronco casi horizontal, robusto y retorcido que hasta el mes pasado y desde hace muchos años ocupaba la parte central del aparcamiento frente a tan famoso establecimiento roteño de restauración. Ignoro la edad exacta que podría tener pero por el diámetro de su tronco debía de contar con muchos años ya que posiblemente era uno de los muchos pinos que se sembraron por la zona a principios del siglo pasado para proteger los campos del viento salino del mar y que hoy conforman nuestro magnífico pinar.
Seguramente en un principio creció erguido como el resto de sus congéneres pero algún día un temporal de levante lo volcó hacia poniente, dejando su tronco en posición casi horizontal pero aún vivo. Desde entonces continuó creciendo fuerte y sano durante muchos años, con su copa desplazada y su tronco desviado de la verticalidad que por naturaleza debería tener, a pesar de que al construir la urbanización “Arroyo-hondo” asfaltaran todo el terreno a su alrededor para construir un aparcamiento, dejando su tronco aprisionado en un pequeño alcorque que además compartía con otras plantas lo que provocó, para su desgracia, que con el paso del tiempo sus potentes raíces levantaran el asfalto a su alrededor, haciendo casi imposible la circulación de los coches por esa zona.
En un país civilizado con políticos y técnicos competentes la solución hubiese sido quitar el asfalto y ajardinar una amplia zona a su alrededor para que pudiera desarrollar sus raíces y poder así seguir disfrutando durante otros muchos años de los beneficios de este magnífico e irremplazable ejemplar, aunque esto supusiera perder algunas plazas de aparcamiento.
Por sus características se trataba de un árbol singular, entendiendo por “árbol singular” (tal y como aparece en el catálogo de árboles singulares elaborado por la Junta de Andalucía) “aquel ejemplar que destaca del resto de los ejemplares de su misma especie, bien sea por adoptar una forma poco habitual, tener una avanzada edad, poseer dimensiones excepcionales, adquirir un alto valor paisajístico, localizarse en lugares poco habituales para su especie, por su historia o tradiciones populares, o sencillamente por su rareza”. Por cumplir varios de estos requisitos debería haber sido protegido y conservado por su valor, tanto económico (Según la “Norma Granada”, que es un método para la valoración de árboles creado por la Asociación Española de parques y Jardines, estaríamos hablando en este caso de varias decenas de miles de euros) como ecológico (Un pino piñonero maduro absorbe alrededor de 50 toneladas de CO2 al año) sin olvidar el valor sentimental (Cuántos niños y niñas han jugado a subir por su tronco y saltar al suelo una y otra vez mientras los mayores disfrutaban de un café o copa de sobremesa... y ya no podrán hacerlo nunca más) , paisajístico, etc.
Pero claro... pretender que en este nuestro querido pueblo donde no existe cultura del árbol ninguna y el Ayuntamiento maltrata sistemáticamente al arbolado desmochándolo, talándolo y podándolo brutalmente, se proteja un árbol sería ciencia ficción.
En lugar de protegerlo y acondicionar su entorno para conservarlo, algún político cateto, incompetente e ignorante, con la complicidad de supuestos técnicos, decidió que este valioso patrimonio de todos nosotros no merecía ser conservado y ordenó talarlo aunque estaba sano y no presentaba peligro ninguno para los peatones, acabando en pocas horas con ese imponente ser vivo que la naturaleza tardó tantas decenas de años en crear.
Tras este nuevo crimen arbóreo perpetrado por nuestro Ayuntamiento (con los naranjos de la calle Charco, el plátano de la avenida Príncipe, etc) el pueblo de Rota es un poco más pobre aunque tristemente para muchos nuestro pueblo habrá progresado porque eso si, tenemos un magnífico nuevo y liso aparcamiento asfaltado para que podamos aparcar en la puerta del restaurante nuestros contaminantes vehículos cuando vayamos a comer pizza...
José A. Maqueda Casal

































juan | Martes, 02 de Abril de 2019 a las 15:05:12 horas
El encanto de Rota, entre otras cosas, es la convivencia compenetrada de lo urbano con lo natural. La penetración de la naturaleza en lo urbano. A veces hay que decidir puntualmente sobre la prioridad de un árbol y su entorno si éste es dañado por sus raices. Hay una solución que es la sustitución de un árbol por otro y de otra especie que siendo autóctona no dañe las infraestructuras urbanas. Lo del pino en ese sentido podría estar justificado siempre y cuando exista ese reemplazo por otra especie. Lo que no tiene ni pies ni cabeza es la eliminación de los naranjos de la calle Charco. Precisamente el naranjo desarrolla las raíces verticalmente borrando toda posibilidad de daño a las infraestructuras. Se deshumaniza un pueblo, una ciudad si eliminamos lo natural, su vegetación y arbolado. La calle Charco tiene solución: reconocer el error y volver a plantarlos.
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