Dada la habitual tendencia al harakiri espiritual que tenemos en España, la aparición de VOX ha sido recibida por muchos como la confirmación de que somos una nación tirando a ceporra y con ribetes de fascista. Esto ha sido propagado especialmente por parte de podemitas y nacionalistas catalanes y vascos, olvidando, quizás, que ellos son precisamente la mayor muestra existente de ceporrismo nacional.

Yo no sé qué prensa lee esta gente, pero si España es fascista o cejijunta por votar (unos poquitos) a VOX, qué son entonces Francia, Alemania, Italia, EEUU, Holanda, Bélgica, GB... que tienen partidos ultras mucho más nutridos y mucho más antiguos que nosotros. A decir verdad, lo raro era que en España no hubiera aparecido un partido de este tipo; suponía, de hecho, una anomalía con respecto a nuestro entorno (debo decir que desde hace cuatro o cinco años, en estas mismas páginas, he venido prediciendo que íbamos a tener algo de este estilo).

Los extranjeros muy a menudo alucinan con la capacidad española para flagelarnos a nosotros mismos, que raya casi en la paranoia. Ahora, parece haberse puesto de moda lo afirmar lo que decía más arriba, que somos un país retrasado intelectualmente, conservador, inmovilista y poco moderrrno. Pues vale. Pero si pensamos que España, por poner un ejemplo, fue el segundo país del mundo en aprobar el matrimonio homosexual, el primer país del planeta (según encuestas) en aceptación de la referida homosexualidad con, por añadidura, la fiesta de orgullo gay - me refiero a la de Madrid - más nutrida de Europa. Si además contamos que España es uno de los lugares del mismo planeta del que hablaba antes -o sea, la Tierra - con menor incidencia de la violencia de género, probablemente muchos se sorprendan (si les digo los países occidentales donde más se casca a las mujeres a lo mejor no se lo creen: son los escandinavos) (la gente del norte cuando bebe se pone muy borde) (los vikingos, pese a lo que vemos en el cine, eran bastante joputas), de hecho, me extraña que en lugar alguno se llegue a las ridiculeces que estamos llegando aquí con la historia del lenguaje inclusivo (en este sentido, la gilipollez máxima es la que ha alcanzado el gobierno de Aragón; incluyo el enlace de la noticia en El País porque es de traca https://elpais.com/sociedad/2019/02/08/actualidad/1549630579_343071.html). Si añadimos que el nuestro es de los países donde se producen menos incidentes racistas, particularmente agresiones, nos encontramos con que sacamos buena, buenísima nota en las tres asignaturas claves de la modernidad y el progresismo: tolerancia a la homosexualidad, trato a la mujer y respeto a otras razas.

Pero, además, y creo que esto es algo que hay quien no se ha dado cuenta, los españoles que han votado y van a votar a VOX lo hacen casi por una sola y exclusiva razón: el problema catalán. Es más, si pensara que lo pudieran solucionar yo mismo les votaba, pero me temo que el caso es precisamente el contrario: si hay algún partido que nunca solucionará la cuestión del independentismo precisamente ese es VOX.

En fin, no sé, pero parece que no desaprovechamos ninguna oportunidad de escupir al cielo y que la saliva, evidentemente, termine cayéndonos en la cara. ¿Por qué nos queremos tan poco? ¿Qué nos han hecho o dicho para que nos veamos así?  ¿Tan feos somos? (Bueno, el más feo es Quim Torrá).