Como muchos otros niños, el roteño José María Martín-Bejarano Serrano, futbolísticamente conocido como Jose Mari, soñaba  en la infancia con ser un futbolista profesional y jugar en Primera División. Ese sueño lo cumplió el 20 de agosto de 2012 con el Real Zaragoza, día en que Manolo Jiménez le hizo debutar ante el Real Valladolid en La Romareda. La única pega es que no sucedió vestido de amarillo. Por ello, no quiere colgar las botas sin experimentar la sensación de pasear el escudo del Cádiz por los campos con más solera del territorio nacional.

En plena madurez futbolística, Jose Mari firmó en 2016 por el equipo de su tierra después de muchos años demostrando su valía lejos de casa, incluso emprendió el viaje hasta Estados Unidos probando suerte en la MLS con la camiseta de los Colorado Rapids en 2014. A sus 31 años, es uno de los máximos referentes del Cádiz por no decir la extensión del técnico Álvaro Cervera sobre el verde, ese jugador que desde la posición de pivote ordena y dirige la tropa ‘cadista’ por Segunda. Indiscutible para su entrenador, es el sexto jugador de la plantilla en número de minutos por detrás de Alberto Cifuentes, Manu Vallejo, Rober Correa, M. López y Álex, con un total de 1.657 acumulados. En esta su tercera temporada bajo las órdenes de Cervera, su objetivo no es otro que ascender y jugar en Primera con el Cádiz, como ya hiciera en el pasado con el Zaragoza y también con el Levante. Un reto que no oculta públicamente.

Ha superado una grave lesión

Cádiz y Jose Mari han crecido de la mano en este tiempo. La vuelta a Segunda en la temporada 2016/2017 se saldó con un quinto puesto y la pasada, el Cádiz volvió a estar en la parte alta firmando la novena posición. Este coqueteo real con el ‘play-off’ en el pasado reciente sitúa al Cádiz entre los grandes candidatos de las cuotas de fútbol para las apuestas al ascenso en la 2019/2020. La situación deportiva actual también explica dicho estatus, con los gaditanos a solo un punto de los seis primeros tras el transcurso de 25 de las 42 jornadas de las que se compone la fase regular. Y esta regularidad, similar a la del curso 2016/2017, se debe en gran parte al estado de forma del roteño.

En la pasada campaña, Jose Mari apenas pudo dar estabilidad al Cádiz en la medular por culpa de una grave lesión de rodilla, una que le tuvo en el dique seco durante siete meses por una entrada de Papunashvili en La Romareda. Paradojas del fútbol, el estadio que le vio estrenarse en Primera pudo ser el mismo que cerrase su ciclo profesional. En la adversidad, sin embargo, se hizo más fuerte, para ser otra vez ese futbolista sin doble posible en el plantel. De hecho, demostró su señorío al perdonar a su agresor, el mismo que pudo retirarle.

Nada ni nadie se va a interponer en uno de los pocos objetivos futbolísticos que le queda por cumplir. Quiere jugar con el Cádiz en un campeonato que conoce a la perfección de sus tiempos en el Zaragoza y en el Levante, y va en la buena dirección porque el bloque amarillo tiene el ‘play-off’ a tiro de piedra.