VIVAN LOS LOCOS

Durante bastante tiempo no tuve muy claro qué o quiénes eran Intervenciones Rota. Luego empecé a ver calabazas o estrellas de mar en las paredes de las casas de Rota, o una hornacina con una estatua coloreada y empecé a sospechar algo. Me enteré casi del todo con el famoso Bésame en esta esquina, que ha llegado a ser célebre en todo el territorio nacional (sea cual sea la nación de la que estamos hablando), y digo casi del todo porque, si bien comprendí que Intervenciones era un grupo de artistas roteños que actuaba por la villa con el mismo espíritu que los grafiteros, aunque con propuestas más elaboradas, menos casuales y más respetuosas con el entorno, no llegué nunca saber quiénes lo componían, situación en la que sigo ahora.

La cuestión es que el pasado miércoles Intervenciones nos ofreció en el teatro Alcalde Felipe Benítez  eso que se suele llamar: "un soplo de aire fresco". En un acto corto y divertido, el único de sus miembros que da la cara, Manuel Barba, nos presentó un proyecto fascinante para recuperar el muelle como lugar de paseo. Pero dejando aparte el hecho concreto, hubo un par de detalles que me resultaron extraordinariamente interesantes. Uno, la anécdota que contó Barba de no sé qué pueblo. Según narró, se trata de un lugar donde el ayuntamiento "todo lo que hace le sale bien". Una delegación roteña les preguntó por el secreto de su éxito, y la respuesta debería figurar en el decálogo de todos los gobiernos: "haced locuras; arriesgaos"; en un tiempo donde hacer locuras suele ser sinónimo de hacer estupideces y todo lo contrario de correr riesgos, escuchar palabras como estas reconforta bastante.

Pero lo que de verdad me impresionó fue otra cosa. Fue el hecho de que Intervenciones alienta un proyecto de la Sociedad Civil. Un proyecto privado, altruista y colectivo para la mejora de nuestra ciudad. Repitan la última frase y verán qué extraña resulta. Privado, altruista y colectivo. En un tiempo donde lo primero que se piensa es "qué subvención nos van a dar", encontrar iniciativas como esta consuela mucho. Fíjense como la casi totalidad de las iniciativas populares son contra algo (o en su defecto para pedir algo): "derribemos tal edificio"; "devuélvanos este otro"; "acabemos con eso o con aquello"; "dennos lo de más allá". La propuesta de Intervenciones, y eso es lo realmente revolucionario, quiere aportar, construir, participar...

El Metropolitan de Nueva York es uno de los mejores teatros de ópera del mundo, de los dos o tres más grandes; sus astronómicos costos son sufragados sobre todo por patrocinios y aportaciones privadas. Es algo que siempre me ha admirado, mucho más si lo vemos con los ojos de un español, país donde la contraseña mágica suele ser la palabra subvención, o, en su defecto, la palabra ayuda. Esta propuesta de Intervenciones precisa de ayuda. Económica, de materiales y de trabajo. Volvámonos locos, ayudemos. Es probable que al final haya que pedir algún socorro a la Junta o a otra institución, pero confieso que me haría más feliz que el proyecto lo sufragáramos entre todos los roteños.