Se llama Gabriel Díaz Caballero, es roteño y forma parte del equipo de intervención de Transportes Metropolitanos de  Barcelona (TMB). Gracias a él y a un compañero, la pasada madrugada del 11 de noviembre detuvieron a 4 personas, tres de ellas implicadas en una agresión sexual y apuñalamiento en el metro de la Ciudad Condal. Esta noticia que está teniendo mucha repercusión mediática a nivel nacional, tiene como parte protagonista a este roteño que gracias a su intervención junto a la de un compañero, lograron evitar un desenlace que podría haber sido fatal.

Los hechos ocurrieron en torno a las 6 de la mañana en la estación de Can Peixauet de la línea 9, cuando según el testimonio de Gabriel Díaz, mientras estaba de servicio con su compañero, vieron salir de forma violenta de un vagón de metro a diez magrebíes y aunque es una zona conflictiva y pensaron en un primer momento que no era grave la situación, se percataron de que un chico decía que había sido apuñalado, viendo efectivamente, como tenía sangre debajo de la axila. En ese momento, Gabriel y su compañero dejaron al chico y la chica que lo acompañaba  atendidos por sus compañeros vigilantes de línea que también estaban en la zona, y salieron a la caza de  los agresores, que en ese momento, eran cuatro. En la persecución, la suerte corrió de cara a esta pareja del  equipo de intervención del metro que no desistió en su afán de atraparlos, quedando los cuatro agresores acorralados en un callejón sin salida. Los agresores entraron entonces en una casa abandonada donde resultó que había 10 okupas más que fueron detenidos posteriormente por la policía local de Santa Coloma de Gramenet (Barcelona) en una intervención donde también estuvieron los Mossos d'Esquadra con quien el equipo de intervención del metro de Barcelona al que pertenece este roteño, colabora de manera directa. 

Ya detenidos los agresores, Gabriel y su compañero se enteraron de que la chica había sido víctima de agresión sexual dentro del ascensor del metro donde dos de los detenidos la tocaron  de manera violenta y forcejearon con ella. Fue durante los minutos que tarda en subir el ascensor donde se produjeron los hechos que no fueron a más porque a la salida estaba el acompañante de la chica que al sacar cara por ella, recibió golpes y una puñalada que le llegó a tocar el pulmón aunque su vida no corre peligro.

Gabriel, que conoció la realidad de los hechos a posteriori, se alegra de que entre los cuatro detenidos gracias a su intervención y la de su compañero, estén los dos autores de la agresión sexual y de la puñalada. Los Mossos d'Esquadra han abierto ya las diligencias pertinentes para la investigación de un caso que está teniendo mucha repercusión mediática. De hecho, hoy mismo el colectivo feminista de Barcelona tiene prevista una manifestación en el metro en repulsa a este tipo de agresiones, y Gabriel Diaz y su compañero han recibido la felicitación de la Policía, de los Mossos e incluso han sido propuestos para una mención  por parte del Ministerio del Interior. 

Este roteño reconoce que la suerte se puso de cara cuando los agresores quedaron acorralados en un callejón sin salida y está convencido de que si la actuación no hubiera sido tan rápida la chica y el chico podrían haber corrido peor suerte. Gabriel Díaz  sabe que el metro de Barcelona en determinados tramos "es una zona hostil" y por su  trabajo, desde que ingresó en el equipo de intervención del metro hace un año, está acostumbrado a robos, suicidios, agresiones... Este caso, aparte de la repercusión mediática, le enorgullece porque ha tenido un final bueno para las víctimas ya que ambos pasaronla noche en el hospital pero sin peligro. En su día a día, el miedo está presente y en casos como este, decía, es peligroso porque "éramos dos personas que no vamos armadas contra cuatro agresores que no sabes con qué violencia se van a defender".

Gabriel Díaz Caballero se fue hace dos años de Rota buscando un futuro laboral más estable. Estuvo cuatro años en Protección Civil como fijo discontinuo, pero la temporalidad del trabajo le llevó a prepararse y encontrar un puesto en el aeropuerto de Ibiza como guarda de seguridad privada. Al año siguiente, consiguió superar las pruebas necesarias para entrar en el equipo de intervención del metro de Barcelona, una unidad que vigila el metro sobre la ciudad interviniendo siempre en situaciones conflictivas. La de la pasada madrugada del 11 de noviembre no ha sido la primera, ni será desgraciadamente tampoco la última, aunque desearía que muchas acabaran con un final positivo como esta, con la detención de los agresores y salvando la vida del chico que está convencido de que de no llegar él y su compañero en ese momento, habría sido mucho peor.