Balsa Cirrito
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¿QUIÉNES SON LOS FASCISTAS?
Hace trescientos años no había izquierda ni derecha. Si me apuran un tanto, hace doscientos cincuenta tampoco. De hecho, una distracción frecuente entre historiadores de la literatura es adjudicar tendencias políticas a escritores que vivieron antes de la mencionada división izquierda-derecha. Algo así cómo ¿qué tendencia política tenía Lope de Vega, o Quevedo, o Cervantes, o Calderón de la Barca...? En ese juego intelectual se suelen encontrar conclusiones divertidas. Por ejemplo, se suele decir que Lope de Vega era de derechas, sin embargo, se obvia a veces que también fue el autor de uno de los dramas más revolucionarios de la historia, Fuenteovejuna, donde un pueblo levantado en armas liquida de forma violenta a un tirano que los oprime. A Quevedo, sin embargo, se le suele atribuir una filiación izquierdista, seguramente por su inconformismo, olvidando quizás su absolutismo radical.
Quiero decir con esto que la categorización de las personas o las ideas en izquierda o derechas no es algo que haya existido siempre, sino que es relativamente reciente, y que, del mismo modo, es previsible que no vaya a durar demasiado. De hecho, en la actualidad, la extrema izquierda y la extrema derecha (e incluso sin llegar a ser muy extremas) se parecen bastante. No debe ser casualidad, por ejemplo, que el partido ultraderechista francés Frente Nacional consiga su mejores resultados de forma casi matemática en los lugares donde antaño los conseguía el Partido Comunista Francés. Un ejemplo que citamos a menudo es el del secesionismo catalán, cuyas características (exclusivismo, insolidaridad, racismo...) hubiéramos dicho siempre que se tratan de rasgos de extrema derecha y que, sin embargo, es apoyado por muchos elementos de la extrema izquierda. Por tanto, sospecho que la antigua división izquierda-derecha se ha quedado algo desfasada, al menos como categorías absolutas.
De todas formas, como la cuestión es ardua y extensa, me van a permitir que me quede con otro término político que se utiliza hasta la saciedad. Me refiero al término fascista. Como todos sabemos, es uno de los insultos políticos más frecuentes, sobre todo en España, y más versátiles, puesto que lo mismo vale para un roto que para un descosido. Por ello, sospecho que la palabra ha sustituido al vocablo maricón. Hasta hace unos años, la palabra maricón, cuando se utilizaba como insulto, no tenía nada que ver con las tendencias sexuales de la persona a la que se aplicaba, sino que era una especie de calificación comodín: a aquel al que llamábamos maricón podía ser cualquier cosa, y cuando en medio de una discusión le gritábamos a alguien "¡maricón!" podríamos estar llamándoselo al heterosexual más extremado del mundo que no importaba. Por fortuna, y en este caso la corrección política ha hecho una buena labor, el término maricón ha quedado prácticamente desterrado del lenguaje común, cosa de agradecer; eso sí, en la búsqueda de un sustituto creo que nos hemos topado con la palabra fascista.
Como vemos, ahora tildamos de fascista a alguien en casi cualquier ocasión. Llamar a alguien fascista en un sentido estricto no tiene mucho sentido. El fascismo fue un movimiento político de la primera mitad del siglo pasado con unas circunstancias y características muy concretas que ahora nadie cumple. La principal es el autoritarismo absoluto. Y en España, en la actualidad, prácticamente nadie se considera autoritario, y no he oído a ningún partido defender el absolutismo, por lo que, en principio, no tendría mucho sentido calificar a nadie de fascista. Por ello, propongo una nueva definición actualizada, acorde con el espíritu del significado antiguo pero adaptada a nuestros tiempos.
A mi entender, fascista es toda persona que desprecia las reglas del juego. Todo aquel que se opone al cumplimiento de las leyes, que las desprecia o hace mofa de ellas entiendo que debería ser considerado fascista. Cuando unas normas se pueden cambiar y alguien no trata de hacerlo, sino que las vitupera de forma violenta o las infringe, considero que se trata de lo más parecido en la actualidad que existe al fascismo. Decimos, por supuesto, que esto solo es aplicable en democracias, en dictaduras donde no existe la posibilidad de discutir o revertir las leyes, esta definición no vale. Y, según esto, como vemos, el calificativo de fascismo se puede aplicar tanto a algunas personas de derechas como de izquierdas.
Por supuesto, se trata de una opinión, y quien no esté de acuerdo puede preguntarle su parecer a don Benito Mussolini, influencer máximo de la secta del fascio, vía ouija. A saber qué diría. Aunque tal y como está el patio no es descartable que Mussolini nos mirara con irritación y nos soltara un "¡Fascistas!"
PD: El próximo viernes, día 9 de febrero, tendré la satisfacción de presentar en el salón multiusos del Castillo de Luna mi novela El calendario de Brunswick. Están todos ustedes cordialmente invitados.












The Green Globin | Jueves, 08 de Noviembre de 2018 a las 19:55:19 horas
¿Hitler y Mussolini creyendose los salvadores del mundo? Oh, my God, pero que clase de libros de historia leyeron algunos en su infancia, seguramente los de alguna editorial perteneciente a alguno de los aduladores del dictador, como aquellos que decian que "España es una tierra rica, por la gracia de DIos" o "Un arma puede ser buena depende de las manos donde esté. Los tipicos catecismos politico-religiosos, dirigidos a lobotomizar al ciudadano. Los resultados los tenemos a la vista, todos los dias.
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