¿PROBLEMAS? SOLO UNO (¡PERO QUÉ UNO!)
    

Esta semana hemos conocido un estudio de una universidad americana que indicaba que en el año 2040 España será el país del mundo con mayor esperanza de vida. En realidad, tampoco es tan sorprendente: en la actualidad somos los terceros o los cuartos del planeta. Todo ello viene a corroborar lo que decíamos la semana pasada, y es que España es un país de puta madre. Eso sí, tenemos un problema. Hablamos mucho de esto o de lo otro; fingimos que nos preocupamos por aquel asunto o el de más allá, pero, en realidad, estamos disimulando. Padecemos un solo problema, que si lográramos resolverlo aventaría como por arte de magia todos los demás, ya fuera el separatismo, la educación, los recortes, o la Selección Española. Por supuesto hablo del paro.

    No recuerdo en toda mi vida un momento en el que los españoles no estuviéramos bajo el temor del paro. Nuestro mejor momento fue el segundo trimestre de 2007, cuando alcanzamos cifras de desempleo ligeramente por debajo del 8%, datos que para nosotros fueron históricamente buenos, mientras que para otros países habrían sido discretos o incluso malos. Es una especie de maldición. En muchas, en muchísimas cosas los españoles somos las caraba, pero creando empleo se diría que nos han echado un mal de ojo. Las razones, desde luego, no las sé. Se me ocurren algunas teorías, pero sería quizás largo de contarlas.

    De lo que quiero hablar es de otro asunto, lateralmente relacionado. La reciente subida del salario mínimo a novecientos y pico euros ha generado un enjundioso debate nacional. Muchos dicen que hará subir las cifras de parados, y otros argumentan que si otros países han podido soportar salarios mínimos bastante superiores al de España, por qué no nosotros. Tampoco voy a entrar ni a salir en la cuestión. No tengo ninguna idea original sobre el asunto, y para repetir lo que dicen otros no merece la pena.

    Lo que sí se me ocurre es que el gobierno ha promulgado una medida de relativa utilidad. El salario mínimo anterior era de 735 euros, si no me equivoco, sin embargo, me temo que no se cumplía demasiado a rajatabla. Creo no exagerar si digo que conozco - y seguramente ustedes también - a numerosas personas que trabajaban y no llegaban a cobrar el anterior salario mínimo. El truco más habitual era "te contrato por cuatro horas y trabajas por diez". En no recuerdo qué programa de televisión vi este verano un reportaje sobre los contratos en hostelería en la Costa del Sol. Un reportero llamaba a un local que demandaba trabajadores y se hacía pasar por un aspirante a empleo. En todos los casos (al menos los casos que salieron en el reportaje), ofrecían sueldos por debajo del mínimo y horarios por encima del máximo. Supongo que igual que yo sé esto, lo sabrán nuestros gobernantes, de forma que antes de proponer leyes nuevas, me parecería más lógico lograr que se cumplieran las antiguas, porque, si con 735 euros hay pirateo, ya me dirán con 900. ¿Qué tal si antes de ir a por los 900 nos aseguramos que llegan a los 735 todos a los que les corresponde?

    Por supuesto, ojalá salga bien esta apuesta. No creo que haya nadie que quiera que la gente no viva bien, ni de derechas ni de izquierdas ni de los de ni chicha ni limoná. Ni creo que nadie quiera que haya parados. Algún día encontraremos la fórmula, y ese día se acabará la historia de España, porque nos plantaremos de ahí y de ahí no nos querremos mover.

    Entretanto, buscamos, buscamos, buscamos...