Carlos Roque Sánchez
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EINSTEIN Y MARILYN
Poco o nada queda por decir del genial científico relativista que no se haya dicho ya, y además bien. Más o menos lo mismo que se puede hablar del singular hombre que fue Albert, si bien de éste, no todo se haya dicho con la suficiente claridad.
Y como botón de muestra me viene a la memoria la picante anécdota que se cuenta de Marilyn y él, una especie de leyenda urbana entre la rubia devora-hombres y estrella de cine, Marilyn Monroe, y el desharrapado científico mujeriego, Albert Einstein. Una más sobre la manida relación entre el cuerpo y la mente, o la bella y la bestia del cuento.
En este caso lo más probable es que la anécdota sea apócrifa, pero lo cierto es que por ahí anda. Una prueba, otra más, de la enorme popularidad que este ser humano adquirió como científico por sus novedosas teorías sobre la relatividad. Y es que ambos fueron acogidos en todo el mundo como nunca antes lo habían sido un científico y una noticia de ciencia. Bueno, ni lo habían sido ni lo volvieron a ser nunca más, y es que estas cosas solo ocurren una vez. Einstein Superstar. Con el personaje nació el mito del científico moderno y a partir de ese día la vida del hombre nunca volvió a ser la misma, pues se convirtió en un icono público de la noche a la mañana y de ejemplo sirva la cita legendaria que les traigo ¿Leyenda o realidad?, no lo sé, pero la cuento y juzguen ustedes mismos.
La leyenda. Dicen que en cierta ocasión coincidieron la Monroe y el genio, y al parecer la actriz se dirigió a Einstein de la siguiente forma jocosa: “¿No opina, profesor, que deberíamos tener un hijo juntos? Así el niño tendría mi apariencia y su inteligencia”. A lo que el sorprendido físico respondió: “Lo que me preocupa, querida señorita, es que la experiencia salga al revés”. Lógica y lacónica la respuesta einsteniana.
Bueno pues hasta aquí, de la leyenda no sé más que decir salvo que es poco creíble quizás, pero como anécdota no me negaran que es buena y tiene tirón. Mas, siempre hay un pero en la cesta de las leyendas, la cosa no acaba ahí porque, lo bueno de todo esto es que existen indicios que podrían corroborar cierta relación entre ambos ídolos. Como lo leen. Veamos.
La realidad. De un lado la Monroe, mujer de abundosas medidas que no sólo mostró su pública predilección por hombres mayores que ella sino que, en privado, llegó a decir que su idea de hombre sexy era… Sí, ¡Albert Einstein! Ya ven por donde voy. Y del otro lado el físico, de quien los testimonios de sus más allegados revelan con claridad el tipo de mujeres que le atraían.
Por ejemplo J. Plesh, su médico personal y amigo dejó escrito: “En la elección de sus amantes no hacía grandes distinciones, pero se sentía más atraído por una rotunda hija de la naturaleza que por una sutil mujer de sociedad”. Como pueden ver bastante coherente con la hipótesis maryliana. Claro que el buen doctor también dijo: “A Einstein le chiflaban las mujeres y cuanto más vulgares, sudorosas y malolientes eran, mejor”. Sin comentario.
Por último, parece ser que existe una prueba documental de la relación. Cuentan que tras fallecer la actriz, entre sus pertenencias, se encontró una foto del sabio con la siguiente dedicatoria: “A Marilyn, con mi respeto, amor y agradecimiento, Albert Einstein” ¡Vaya, vaya, vaya! ¿Albert Einstein agradecido a Marilyn? ¡Hum!, interesante sentimiento aunque tal vez demasiado explícito.
Otras historias. Ahora que recuerdo, en los mentideros de la historia se cuenta un sucedido en términos muy parecidos a éste y del que tengo dos versiones, ambas con el mismo destinatario, el Nobel escritor irlandés George Bernard Shaw, aunque con remitentes diferentes.
En la primera es la bailarina Isadora Duncan quien le dice a Shaw: “Usted y yo deberíamos tener hijos. Tendrían mi belleza y su inteligencia”, a lo que él espetó un: “Mejor no los tenemos, por si acaso nacen con mi belleza y su inteligencia”. De todos es sabido que Shaw era un hombre tan feo como talentoso e ingenioso.
En la segunda de las versiones es una dama de la 'alta sociedad', al decir de las lenguas anabolenas tan bella como inculta y frívola, la que en una reunión le vino a decir: “Mr. Shaw, imagínese. Un hijo nuestro sería perfecto, ya que heredaría su inteligencia y mi belleza”. La respuesta tampoco tardó en llegar: “Señora, me honra con su ofrecimiento, pero no puedo correr el riesgo de que ese niño herede la inteligencia de usted y mi belleza”.
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FUENTE: Enroque de ciencia












Erwin Rommel | Miércoles, 26 de Septiembre de 2018 a las 19:12:25 horas
En mayo de 1945, Winston Churchill que tenia bajo su custodia a 50.000 cosacos, entre los cuales habia 111.500 mujeres, ancianos y niños, que lucharon junto al ejercito nazi, despues de prometerles tenerlos bajo su tutela, los traicionó y los entregó a Stalin que los ejecutó por traición. Winston Churchill, que permanecia a salvo en un bunker, alentaba a sus conciudadanos a resistir bajo el bombardeo alemán y a morir solo para engrandecer su cobarde figura. W. Churchill que oficialmente ordenaba bombardear objetivos militares en Alemania, en la practica ordenó hacerlo sobre la población civil, para que estos se rebelaran contra sus gobernantes. Un canalla, cobarde y ruín personaje que ha pasado a la historia como un heroe. Dicen que la historia la escriben los vencedores, este es un caso más.
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