En esta sección se ofrecerán fragmentos del libro escrito por el roteño Prudente Arjona, titulado "Historias populares de la villa de Rota", que como su propio nombre indica, refleja buena parte de la historia local.  Aunque el libro está a la venta en papelerías del municipio, el afán del autor nunca fue lucrarse con ello, por eso, permite a Rotaaldia.com compartir algunos de sus capítulos para que el gran público tenga conocimientos de una parte pasada de la villa.

JUAN EN EL SACO

En otra ocasión Juanito la Fábrica quedó con dos amigos cazadores, uno llamado Juanito y el otro Bartolo. El tal Juanito quedó en que los tres amigos se verían en su campo para salir luego a dar la batida, pero cuando Bartolo y Juanito llegaron al campo y comenzaron a llamarlo, éste no aparecía por ningún sitio, hasta que después de buscarlo por todas partes, lo encontró Bartolo dormido debajo de una higuera, enfundado curiosamente en dos sacos de yute, uno metido por la cabeza y el otro por los pies, cosa que solían hacer los camperos para que las moscas no los molestaran mientras dormían. Lo cierto es que Juanito la Fábrica, no tuvo otra idea que agenciarse una aguja de las llamadas capoteras, y con una hebra de hilo carta (bramante) coser las bocas de ambos sacos Acto seguido, Bartolo y Juanito comenzaron a llamar a Juanito, vociferando grandemente cerca de la higuera para que éste se despertara, cosa que así hizo. Os podéis imaginar los gritos de Juanito al verse atrapado en los sacos sin posibilidad de salir. Cuando se hartaron de reir, los dos amigos decidieron cortar las puntadas y zafar al apresado Juanito, de quien tuvieron que aguantar las mil y una alabanzas que le salió por la boca, mientras que Bartolo y Juanito la Fábrica se partían de risa y carcajadas, recordando la impostura del campero y el miedo que se llevó al verse enjaulado sin poder salir de los sacos.

LOS ALFAJORES NAVIDEÑOS

En la barbería de Rafael el de los gallos, sito en la calle Calvario, tenían su tertulia Juanito la Fábrica y varios amigos, donde celebraban sus fiestecitas y sus bromas. A este grupo se unía ocasionalmente un indivíduo que no pertenecía al clan y que tenía mucho gañote, ya que siempre estaba alerta para aparecer en el momento que se formaba el jaleo, se tomaba sus copas y se marchaba antes de que se ajustaran las cuentas, todo para no pagar. Todos los amigos estaban mosqueados con el intruso, pero nadie quería decirle nada porque era cliente de Rafael, pero se dio el caso que, siendo vísperas de Navidad, y estando presente el gorrón, dice Juanito:
 -Para esta Nochebuena tendremos que organizar algún cachondeo, ¿no? Vamos a ver, yo voy a traer el coñac. ¿Quién va a traer el anís y los polvorones, etc.?

Aquella misma tarde, Juanito la Fábrica cogió mojones secos de perro y los espolvoreó con azúcar; luego los envolvió en papel de verdaderos alfajores, y poniendo sobre aviso a sus compañeros, empezó la fiesta del 24 de diciembre, habiendo colocado previamente los alfajores falsos en un plato aparte, mientras ellos se servían de otro. Como era de esperar, a poco apareció el cara con las manos y la cartera vacía, y uno de ellos ofreció al intruso una copita de anís y el plato de los alfajores de pega; el individuo coge dos del plato, y de momento se come uno.

-Estos alfajores tienen un gusto raro…, dice.

A lo que Juanito responde:

-Es que son de Medina. Anda, coge otro y verás como el segundo te sabe mejor.
No tengo información de cómo terminó la fiesta, pero podéis imaginaros lo que formaría el gorrón cuando los tertulianos comienzan a reirse y empezó a darse cuenta  de que había sido objeto de una broma tan pesada...