Y, SIN EMBARGO, OPTIMISTA

Así, como quien dice al pronto, lo de la moción de censura no me ha parecido bien del todo. Por un lado, siempre la tenemos como una forma un pelín fullera de alcanzar el poder. Por otra, diría que ha sido un error político. El Partido Popular era un cadáver. Su futuro era más corto que la biblioteca de Belén Esteban. Rajoy caería en las próximas elecciones - probablemente anticipadas- con más facilidad que un delantero que chocara contra Sergio Ramos. Sin embargo, la moción de censura ha dado bastante vidilla al PP. Muchos que en otra circunstancia no hubieran votado al partido de la gaviota, ahora, enardecidos, sí lo harán: solo hay que darse una vuelta por redes sociales y comprobar como los peperos están crecidos.

Aunque, todo hay que contarlo, el PP no lo ha hecho del todo mal en los últimos tiempos. Creo que es justo reconocer que Rajoy se ha enfrentado con problemas que hubieran vuelto chalado a cualquiera, y que en bastantes de ellos ha salido del paso con notable dignidad. Y entiendo que es sano que quienes no comulgamos con las ideas de un partido reconozcamos lo bueno que hayan podido hacer.

Pedro Sánchez, también tengo que decirlo, siempre me ha parecido un político de escasa personalidad. En los últimos dos o tres años le he oído decir algunas enormes tonterías (aunque de eso no se libra nadie, ni político ni civil) y, sobre todo, muchas banalidades. Escuchando a Sánchez la mayor parte de las veces tiene uno la sensación de estar oyendo un manual de corrección política; todo plano, todo previsible. Tiene, además, una birria de grupo parlamentario, y no sé cómo puñetas va a sacar el gobierno adelante con tan pocos escaños. Sin embargo...

Sin embargo, he escuchado el proyecto que ha presentado después de salir elegido presidente y no he podido evitar sentirme ilusionado. La frase de que "España debe buscar su prosperidad mediante la investigación científica", debería haber sido la prioridad nacional de los últimos doscientos años. Hasta ahora, nunca había oído a un presidente otorgarle tanta preponderancia. Hacía muchos años que no escuchaba a un presidente español decir algo que me gustara tanto.

Y luego, los miembros del gobierno, que reconozco que, mayormente, me ha encantado. Hay gente que me cae estupendo, como Maxim Huerta; gente con una trayectoria tan admirable como Pedro Duque (por cierto, un martillo contra la pseudociencia); y gente de quien soy un rendido fan como Borrell, una de mis debilidades políticas. También está Carmen Calvo, que me gusta más bien poco, pero no se puede tener todo.

En fin, que por raro que parezca, miro al gobierno de Pedro Sánchez con esperanza y, aunque sea un poco desatinado, con cierto optimismo. ¿Por qué tenemos que ser siempre negativos? Puede que Sánchez, después de todo, sea de esa clase de políticos que son malos haciendo oposición y buenos gobernando (lo mismo que hay, y de estos muchos, los que son formidables en la oposición y una boñiga cuando gobiernan).

Trabajo no le va a faltar, desde luego. La tarea es para quitarle las ganas a cualquiera. Y es menester que no nos dediquemos al juego favorito de los españoles, que es tumbar al que saca la cabeza. Oyendo algunas de las reacciones ante el nuevo gobierno, parece que nos olvidamos que si funciona Pedro Sánchez, funcionamos todos. Y de eso se trata. ¿O no?