Quantcast
Sábado, 19 de Mayo de 2018

Historias populares de la villa de Rota, por Prudente Arjona

En esta sección se ofrecerán fragmentos del libro escrito por el roteño Prudente Arjona, titulado "Historias populares de la villa de Rota", que como su propio nombre indica, refleja buena parte de la historia local.  Aunque el libro está a la venta en papelerías del municipio, el afán del autor nunca fue lucrarse con ello, por eso, permite a Rotaaldia.com compartir algunos de sus capítulos para que el gran público tenga conocimientos de una parte pasada de la villa.

 

[Img #92502]

 

EL PATRÓN DE LA PATERA
Dedicado a mi amigo Rafael Quirós Rodríguez, profesor, humanista y fundador  de la Asociación Solidaridad Directa tras ocurrir esta desgracia que narro

 

 


En capítulos anteriores hemos venido tratando de acontecimientos locales relacionados con el mar, pues indudablemente Rota se ha apoyado en dos pilares fundamentales, el mar y el campo, que han sostenido tradicionalmente su economía. Durante estas entregas hemos narrado acontecimientos diversos, donde las guerras se han mezclado con épocas de paz, de armonía y concordia. Hoy los nuevos tiempos han acabado con uno de esas columnas fundamentales al desaparecer prácticamente los campos roteños con la implantación de la Base Aeronaval. Sin embargo, respecto al mar Rota cuenta con un excelente puerto pesquero, y la pesca se ha modernizado con la aportación de modernas embarcaciones por parte de la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento local, adquiridas por los profesionales mediante subvenciones y créditos blandos. Estos marineros se han agrupados en una cooperativa que ha hecho más rentable y consolidada su hasta ahora maltrecha e incierta manera de vivir, pendiente siempre de los temporales, que costaron la vida a más de unos de ellos al intentar afrontarlos a bordo de sus pequeñas y frágiles embarcaciones. Esto es por lo menos el espíritu de lo proyectado, si bien la realidad puede haber llegado a ser distinta. Como información añadida, quiero decir que esta cooperativa fue fundada -sin ánimo de lucro por parte de sus creadores- por Antonio Galea Ramos, Juan Reales Román y quien suscribe, Prudente Arjona Lobato. Ninguno de los tres cobró jamás emolumento alguno, ni se comieron un pescado que no hubiesen pagado.


Como muestra de que el mar no sólo nos ha regalado riqueza y bienestar, sino que también ha traído a nuestras orillas, invasiones, catástrofes y muerte, traemos a estas páginas una señal de esas desgraciadas y tristes situaciones, provocadas por el hambre de los humildes y la avaricia de los soberbios, fruto también del desequilibrio socio-económico del mundo mundial, que a manera de relato escribo, con un contenido y final real, para los creyentes, e imaginario para los agnósticos y no creyentes:


“Serían las siete de la tarde del martes pasado, cuando surcando por la Bahía con todas las cangrejas, stays, juanete, velacho, trinquete y foques desplegados, el Juan Sebastián de Elcano, buque escuela de la Armada Española, se encontraba dando bordadas indeterminadas, poniendo a punto los motores que le habían de servir como alternativa al velamen para retomar una nueva travesía alrededor del mundo. Desde por la mañana, como es habitual en cada ocasión que sale a navegar, había originado el consiguiente embotellamiento de tráfico debido a la necesaria apertura del puente levadizo de Cádiz a su paso al mar abierto desde La Carraca.


No habrían transcurrido aún ni cinco minutos cuando una espesa cortina de lluvia mezclada con aparato eléctrico hizo desaparecer de mi vista al bergantín como por arte de magia, cual si se tratara de un barco fantasma, mientras que en las alturas, nubes azabaches, cúmulo-nimbos erguidos hasta el infinito, se asemejaban a miles de jinetes enlutados corriendo a galope tendido, trotando sobre deshilachados estratos que dejaban entrever ascuas de carbones encendidos por entre las enmarañadas mallas etéreas, como si se tratase de la fragua del Viejo Agujeta.


Un espectáculo impresionante de aguaceros, nubes fantasmagóricas, mar embravecido,  lanceros apocalípticos, y en el fondo del decorado, queriendo mostrar el flujo rojo sangre de su corazón latente, el sol, filtrando sus destellos bermellones a través de los postigos entreabiertos en las enredadas nubes de un atardecer incierto. Me quedé como petrificado ante semejante espectáculo espectral.


La naturaleza andaba jugando, utilizando todos los medios a su alcance como si intentase acaparar mi atención y enviarme un mensaje con destellantes relámpagos, lluvia que me despejara, caballería que me despertara y un tímido sol sangrante que me guiñaba tras las celosías y visillos de las pardas nubes.


¡Qué difícil es leer en la pizarra del cielo! En aquel momento yo hubiese deseado poder recurrir a marineros, labriegos o montañeros experimentados, porque ellos sí saben descifrar los mensajes célicos que la naturaleza envía. Me hubiera gustado haber adivinado la misiva al momento,  estoy seguro de que algo me anunciaba. No eran normales tantos fenómenos, tanta parafernalia atmosférica al mismo tiempo.


Fue el domingo por la mañana cuando empecé a descifrar el jeroglífico. El cielo anunciaba una catástrofe que yo no supe percibir, leer, ni entender oportunamente. La primera entrega del mensaje la encontré frente a  mi terraza, en la playa. Luego, un espinoso rosario de infortunados, hasta treinta y seis, fueron dejando varadas en la arena sus aspiraciones yertas, sus esperanzas marchitas, sus ilusiones etéreas, sus sueños convertidos en pesadillas, escritos en unas cartas borrosas por el mar de la Bahía, que pretendían entregar en mano a los Reyes Magos de Europa unas cuartillas que tiritaban de frío, una tinta diluida entre unas  manos arrugadas y blanquecinas aferradas a  papeles emborronados.


Cuando el desdichado magrebí fue retirado de la orilla los pliegues de la sábana que lo cubría dejaron marcados extraños signos en la arena, cual un epitafio en que trabajosamente se podía leer: Ven a Mí hijo mío, yo secaré tu espalda mojada, yo te admitiré sin papeles en mi casa, porque en mi Reino no se necesitan pasaportes, ni fronteras, ni me importará la religión que profeses, porque en mi corazón -que es tu templo- encontrarás el ungüento que curará todas tus tribulaciones. ¡Juntos leeremos la carta que te ha traído hasta Mí y  nunca jamás zozobrará tu barca porque desde hoy seré Yo el Patrón de tu Patera! El Paraíso, a 25 de Octubre de 2003. Firmado: Jesús de Nazaret, Patrón Mayor de los Mares Celestes”.


Este Octubre de 2013, se ha cumplido diez años de aquel inolvidable naufragio, donde treinta y seis magrebíes consiguieron lo que buscaban: “arribar a una mejor vida”.

 

Comentarios Comentar esta noticia
Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.27

Todavía no hay comentarios

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.