Historias populares de la villa de Rota, por Prudente Arjona
En esta sección se ofrecerán fragmentos del libro escrito por el roteño Prudente Arjona, titulado "Historias populares de la villa de Rota", que como su propio nombre indica, refleja buena parte de la historia local. Aunque el libro está a la venta en papelerías del municipio, el afán del autor nunca fue lucrarse con ello, por eso, permite a Rotaaldia.com compartir algunos de sus capítulos para que el gran público tenga conocimientos de una parte pasada de la villa.
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CALLE HIGUERETA
Dedicado a Juana la del Leñero y a Miguelín, los actores principales del cortometraje,
El Libro Talonario, que tantos premios consiguieron en España y en el extranjero.
Entre cuplé y pasodoble yo no apartaba de mi cabeza mis recuerdos, como por ejemplo, comencé a recordar las pandorgas (cometas) que la familia de Antonio Maximino Antón construía para venderlas en la época estival a los veraneantes, así como barcos de corcho, collares de conchitas, etc. La familia era grande y tenía que buscarse la manera de llenar la olla cada día, y el ingenio en esas circunstancias hace milagros.
En aquel tramo de la calle Higuereta, en dirección a La Costilla, vivió también, en la Casa de las Conchas, Capitán Cortés 38, Francisco Lucero, el del Tejar del Molino, con su esposa, María Merón, y sus hijas Carmela y María con sus respectivos esposos. Uno de sus yernos, Juan García, era conocido por el sobrenombre de “el Pinto”. Este hombre, pródigo en hijos y simpatía, fue camionero de la Fábrica de don José León de Carranza y terminó jubilándose de taxista. Me llamaba la atención, desde mi óptica de crío, su corpulencia y el colmillo de oro que se le asomaba al brocal cuando se reía. Era buena gente y muy amigo de mi padre. Su otro yerno, Isaías Pérez, natural de Isla Cristina, vino a Rota con su padre, el maestro de obras Gabriel Pérez, para construir la Almadraba de Arroyo Hondo, hoy Hotel Playa de la Luz, y la de Santi Petri, donde se levantaron dichas instalaciones por encargo del Consorcio Nacional Almadrabero.
Buscando el origen del nombre de Higuereta, y de acuerdo a lo recogido en su libro Viejas calles roteñas, menciona don Ignacio A. Liaño que sobre 1710 se le conocía como calle del Arenal o de las Arenas porque las dunas llegaban hasta las casuchas y chabolas allí existentes. No obstante también se le conoció como calle de la Costa por su proximidad al mar.
En 1773 recibió el nombre de Pozuelo, debido a que frente al número 43 de entonces se encontraba el pozo de Rocío, construido por suscripción popular y que hoy está cegado. Parecer ser que hace unos sesenta años una señora, conocida por la Rubia, se dedicó a repartir agua de este pozo con dos cubos a los vecinos de la calle que la requerían para dicho servicio. Curiosamente, las personas que solían acarrear agua solían caminar dentro de un aro de madera o metálico apoyado entre los bordes de ambos cubos para separar los mismos de las piernas y evitar heridas en las pantorrillas con los ganchos de las asas de los cubos de zinc.
El nombre de Higuereta lo tomó en el siglo XVIII, tal vez por existir frente a los números 45 o 47 una vieja higuera. De igual manera se especula que se le llamó así porque en varias casas se alojaron por temporadas vecinos venidos de Isla Cristina, conocida también por La Higuerita, que trabajaban en la almadraba del duque de Arcos. Con el tiempo la calle de La Higuerita derivó en Higuereta. De todas formas no se ha podido determinar el origen de este nombre.
En 1895 el Ayuntamiento acordó rotularla con el nombre de Espartero en honor del general que tanto relieve tuvo en la guerra carlista. Más tarde fue bautizada con el de Canalejas, por don José Canalejas y Méndez, jefe del partido liberal y presidente del Consejo de Ministros, que fue vilmente asesinado en la misma Puerta del Sol de Madrid. Este nombre perduró hasta 1938, en que se le cambió por el de Capitán Cortés, en recuerdo de los defensores del Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza, de Andújar, durante la Guerra Civil española. Por último, en 1982 se le devuelve el nombre de Higuereta que hoy ostenta.
En 1896 doña Juana Ferrer de la Calle, una de las primeras veraneantes jerezanas que vino a Rota, construyó en esta calle el primer chalet junto a la playa de La Costilla, que aún persiste, adquiriendo para ello una antigua casucha sita en el número 41, donde radicaba la fragua del gitano Macarrón, que por cierto fue un gran estilista del cante flamenco, y como quiera que el carnaval va escribiendo con humor la historia de los pueblos en sus letrillas, damos cuenta de un tanguillo cantado por una comparsa que decía:
Con toda satisfacción / y en cuatro meses de espacio
han convertido en palacio / la fragua de Macarrón.
Más frito que un chicharrón / trabaja el pobre herrero
majando hierro y acero / para ganarse la hogaza;
y hoy vemos la mejor casa / en la calle de Espartero.
Como ocurre en muchas calles, al final acaban siendo conocidas por otro nombre bien distinto, como es el caso de Higuereta, conocida también por calle del Balneario, ya que desde principio del siglo XX un industrial jerezano, don Domingo Figueroa Pedrero, adquirió una finca en la que construyó un Balneario de aguas de mar, frías y templadas, que bautizó con el nombre de Balneario de Nuestra Señora del Rosario. Este avispado industrial consiguió asimismo una concesión para instalar una serie de casetas de baño en unos trescientos metros lineales de playa delante del citado balneario para que las señoras pudieran desvestirse y vestirse con sus bañadores dentro de ellas. Dichas casetas estaban dotadas de ruedas para que pudieran ser arrastradas manualmente hasta la orilla a fin de que las bañistas pudiesen entrar y salir del agua sin ser vistas. Ellas, una vez terminado el baño subían a sus respectivas casetas, y unos empleados la sacaban del agua para que las recatadas bañistas salieran de sus casetas vestidas con sus trajes de calle. Así, de esa manera no provocaban al género masculino. Pienso lo que diría aquella gente si viera hoy a las mujeres en top-les, y las playas nudistas.
Llegado a este punto debo añadir que, aunque este hotel-balneario ha estado varios años cerrado, ha sido adquirido por el industrial roteño don Antonio Marcos. Actualmente se está construyendo un nuevo edificio destinado a apartahotel, que dará belleza y servicio a esa importante zona de la Playa de la Costilla, aunque para conseguir el permiso el industrial haya tenido que sacrificar bastantes metros cuadrados de la antigua finca.
Una consecuencia de la instalación del Balneario en la zona fue la construcción de nuevos chalés y casonas que dieron vida a la calle Higuereta, como fue el caso de la número 7 actual, donde construyeron una enorme edificación los señores Martín, procedentes de Cuba, por cuya razón fue conocida por Casa de los Cubanos. Los miembros de la mencionada familia cubana, la cual pasaba grandes temporadas en Rota, eran personas pudientes, las cuales ayudaban a muchas personas que lo necesitaban; sin embargo, todas sus propiedades y capital que disponían en la isla caribeña, por motivos políticos fueron desposeídos de las mismas, quedando totalmente arruinados, y se dio el caso que fueron muchas las personas que los socorrieron, por lo que hay que pensar que aquel que siembra siempre le llega la recompensa. Este edificio, que fue posteriormente sucursal del hotel-balneario, es hoy un bloque de viviendas que ha conservado el antiguo nombre de edificio El Cubano.
En 1928 se abrió una calle a la playa con parte de la casa número 37, que fue adquirida por el Ayuntamiento a don Miguel Benítez Ruiz Henestrosa, don Antonio Bedoya Lucero, don Tomás Moreno Benítez y doña María Florido Laynez. A dicha calle se le dio el nombre de Figueroa Pedrero como homenaje al industrial fundador del Balneario, calle que mantiene aún dicho nombre y que aparte de tener acceso a la playa se une a la calle Santa María del Mar, que sale a su vez a la plaza de Jesús Nazareno.
En el número 47 de la calle Higuereta existió a principios del siglo XX una bodega de don José García Ruiz, conocido por García, el Rico. Después, en l927 fue centro y cuartel del Batallón Infantil que fundara el cabo de la Guardia Civil Narciso Santos, al que pertenecieron mis tíos Manolo, Antonio, Carlos y Pepe, los Rubios Tomatitos. De este local di ya noticias anteriormente, añadiendo ahora que fue Casa del Pueblo durante la II República y en 1936 local de Sindicatos, para pasar luego a ser calería de don José Resinas, que la tenía a su cargo don Antonio Pinterra.
Asimismo, a mediados del pasado siglo XX, un vasco llamado Román Laxica construyó en el solar que hoy ocupan los edificios del número 55 en adelante hasta llegar a la Plaza de Jesús Nazareno, unos locales con un gran patio central, donde hubo una fábrica de cuerdas, cordeles y maromas para los barcos. Como no se pronunciaba bien el nombre de su dueño, fue conocida por Roma la chica, siendo posteriormente adquirida por la familia de Mora González. En esa zona, en época más reciente se abrió también un cine, denominado Avenida, propiedad de don José Resinas. En sus solares se alzan actualmente bloques de pisos. Poco más allá, y en el lugar aproximado donde se encuentra la Venta de la Costilla, hoy cerrada este mismo año de 2013, existía una tienda de bebidas con paredes de mampostería y techo de paja, conocida por Venta de Patarra, que era el finis pópulo, pues ahí terminaba el pueblo, sin más edificios, ya que a partir de ahí era todo campo.
En el año de 1929, siendo alcalde de la villa don Zoilo Ruiz-Mateos, se construyó en las instalaciones del antiguo Convento de los Mercedarios la actual Plaza de Abastos por un constructor llamado don Aurelio Segovia, el cual comenzó al mismo tiempo la construcción en la finca existente junto al balneario, conocida popularmente por la Casa de Chocolate, dado que se trata de una espaciosa vivienda de tres plantas, cuya cubierta de dos aguas de color chocolate da cobijo a una enorme barraca parecida a las existentes en las Vascongadas. Como anécdota, debo decir que su constructor, el señor Segovia, empleó como pinche para dar agua a los trabajadores a un chiquillo muy vivaz que le cayó muy bien por su predisposición y precocidad, y al que posteriormente ofreció estudiar en Cádiz una carrera. El chavalín en cuestión era don José Lobato Chirado, Pepe el Rubio, tío mío, que estudió para practicante gracias a la generosidad del Sr. Segovia. En la facultad de Cádiz Pepe el Rubio conoció a la roteña doña Isabel Moreno Camacho, Isabelita la comadre, también practicante y matrona, señora recordada por todo el pueblo por su gran corazón y profesionalidad, con la que años más tarde contrajo matrimonio y de cuyo matrimonio tuvieron diez hijos y a quienes le dieron estudios, que todos aprovecharon, sacando adelante cada cual sus carreras universitarias.
Al principio de la calle Higuereta se encuentra el arco o Puerta de Sanlúcar, que fue demolido hace unos treinta años para ser sustituido por otro que es un verdadero atentado arquitectónico contra la historia de nuestro pueblo, y no lo digo por su realización, ya que el maestro albañil que lo llevó a cabo fue uno de los mejores albañiles que ha dado Rota: Manuel Arjona González, primo hermano mío y alumno de mi padre, Juan Arjona Romero, sino que, según dicen que “durante la restauración se vino abajo la edificación antigua”, con lo que desapareció un reducto con cientos de años de historia de Rota.
Junto a dicho arco se encuentra el local que hoy acoge a diferentes sedes de asociaciones locales, y que en su momento fue depósito carcelario “el cajón”. Se da el caso que entre la desaparecida cárcel y el bar de Eugenio mi abuela, Ángela Chirado, tuvo un bar muy concurrido por los marineros y parroquianos, ya que ofrecía un magnifico pescado frito, de lo que se encargaba mi madre cuando aún era una chiquilla. Frente a dicho establecimiento se hallaba la barbería de Joaquín Rivera, el carcelero, una frutería de la familia Rompecincha y la tienda de ultramarinos de Santiago Grande, ubicada ésta en la esquina de la casa número 27 de la calle Blas Infante, de estilo isabelino.
Para concluir añadiré que al encontrarse esta calle en los arrabales de las murallas de la antigua Villa parece ser que hubo en este lugar un antiguo cementerio, dado el gran número de antiguos restos humanos encontrados en la zona al efectuarse la cimentación de nuevas construcciones.












Hermano Lobo | Jueves, 10 de Mayo de 2018 a las 10:05:04 horas
Un aplauso al articulista por compartir sus recuerdos y conocimientos, por su amenidad y clara prosa.
Otro aplauso para D. Francisco de Quevedo por haber puesto en su sitio al desabrido chuleta del centro.
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