Carlos Roque Sánchez
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IGNORANTES Y DEMAGOGOS
Y siempre, farsantes y maleducados. Ese es el veredicto que a mi juicio merecen aquellas personas -sin distinción de sexo, edad, profesión y condición- que utilizan la cantinela de: “los roteños y las roteñas”, “los andaluces y las andaluzas”, “los profesores y las profesoras” o “los alumnos y las alumnas”. Siempre desconfío de ellos, siempre. Tengo para mí que son cuando menos, unos cantamañanas, cobistas, impostores y embaucadores. En definitiva, unos bultos suspectos.
Los tacho de ignorantes cuando el uso de la susodicha cantinela deriva del desconocimiento de lo que es una ley universal e inexorable de la naturaleza. Una ley a la que el lenguaje no escapa: ni más ni menos que la de la economía. Por ella el lenguaje tiende a emplear el menor número de palabras para expresar una idea, a economizarlas no a despilfarrarlas. Y así en las lenguas romanas o neolatinas como el castellano, para el caso que nos ocupa, existe el uso genérico del masculino, que incluye por igual a la mujer y al hombre. De manera que, cuando decimos “los roteños”, con el plural gramaticalmente masculino, nos estamos refiriendo, y según el contexto, tanto a un grupo sólo masculino, como a un grupo mixto formado por mujeres y hombres. Es decir que no estamos dejando de lado, sino incluyendo, al género femenino. Nuestra lengua es así de vanguardista y muy bien está que lo sea pues resulta útil, se muestra eficaz y es cómoda para comunicar con celeridad y precisión las ideas.
Serían unos demagogos si no ignorando lo anterior, insisten en la innecesaria distinción entre géneros, y lo hacen porque piensan que sus interlocutores del género femenino pertenecen al país de la idiocia y que, recalcándole lo de “profesores y profesoras”, ellas van a pensar que ya no se les insulta, menosprecia o discrimina. Pobres. Como si hasta el más necio no tuviera claro que la Declaración Universal de los Derechos Humanos incluye también a la mujer ¡Pero si ya ha llovido desde que fue sustituida la expresión Derechos del Hombre por Derechos Humanos, cayendo en desuso el término “hombre” para definir a los habitantes humanos de la Tierra! Como que no es de recibo que la mitad de algo imponga su nombre al todo. Por eso son unos demagogos, porque intentan halagar oídos de personas a las que consideran estúpidas y lo que es peor, fácilmente estupidizables, pretendiendo sacar partido y aprovecharse de sus debilidades más simples. Y así hay un buen número de engañabobos, no crean que no. Se lo digo yo que me puse a contarlos un día, y lo dejé cansado. Tanto había.
Ignorantes o demagogos les decía, pero siempre farsantes. Para comprobarlo hay una prueba irrefutable, una prueba del algodón que no falla. Observe que ni uno solo de estos individuos, proseguirá su charla o discurso como debería hacerlo, si de verdad se propusiera no dejar nunca de lado al género femenino. Ninguno nunca, bajo ningún concepto, seguirá a rajatabla la convención que predica. Si fueran sinceros, coherentes y consecuentes, estos camelistas deberían expresarse así (valga el ejemplo): “Los profesores roteños y las profesoras roteñas estamos hartos y hartas, preocupados y preocupadas de solicitar a nuestros directores y directoras más medios para la docencia. Ellos y ellas nos responden que se ven incapacitados e incapacitadas para afrontar el problema, y se muestran temerosos y temerosas de que los delegados y delegadas se manifiesten preocupados y preocupadas por aquellos alumnos y aquellas alumnas que han sido evaluados y evaluadas de forma negativa ...”. Y así ‘ad nauseam’.
Supongo y espero que, por insoportable, no hayan leído entera la retahíla. Sí, da pereza. Por eso mismo no se atreven ellos a practicar lo que predican, y de ahí que sean unos farsantes. Yo creo que estos embaucadores, a la postre, no son más que unos melindrosos acomplejados además de maleducados. Bueno, esto último no es en realidad un juicio objetivo, sino más bien es una opinión educativa. Mis padres me educaron en el respeto al género femenino y a la edad. Me enseñaron, por ejemplo, a bajar las escaleras delante de las señoras, a dejar el asiento a las personas mayores, a citar o nombrar al género femenino antes que al masculino. En fin esas cosas, ya saben. Pues bien, ¿cuántas y cuántos de ellos lo practican? ¿Cuántas veces? ¿En cuántas al menos alternan los géneros, en pos de una política igualitaria? Y lo que es más que significativo, ¿a cuántas feministas han visto quejarse de esta discriminación educativa?
Bueno, pues por todo lo anterior, ¡qué poco me gustan estos humanos y sus lenguas! Cómo se nota que ninguna de ellas es “lengua mazagata”.
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FUENTE: Enroque de ciencia












Juan | Jueves, 02 de Noviembre de 2017 a las 21:08:10 horas
Dice Usted que baja las escaleras delante de las Señoras, ¿ Y como las sube primero también o detrás?, o depende si es joven la Sra o lleva minifalda?
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