Carlos Roque Sánchez
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REUNIÓN DE SENTIMIENTOS
Con diferentes títulos y citado bien como leyenda, cuento o relato, resulta relativamente fácil encontrar este escrito que hoy les traigo y que unos lo consideran parte de un cuento del uruguayo Mario Benedetti, mientras que otros lo adjudican a una versión que el argentino Jorge Bucay hizo de un cuento popular anónimo.
No parece haber acuerdo sobre la autoría, de modo que dejo este asunto en el aire o mejor en manos de usted lector, por si se quiere poner tras el rastro. Lo que sí es seguro, es que trata de sentimientos entendidos estos como estados de ánimo, como resultado de las emociones humanas. Dice así:
“Cuentan que una vez se reunieron en un lugar de la Tierra todos los sentimientos de los hombres. Cuando el ABURRIMIENTO hubo bostezado por tercera vez, la LOCURA, siempre tan loca, les propuso: “¿Jugamos al escondite?”. La INTRIGA levantó la ceja intrigada y la CURIOSIDAD, sin poder contenerse, preguntó: “¿Al escondite? ¿Y cómo es eso?”.
“Es un juego -explicó la locura- en el que yo me tapo la cara y cuento hasta un millón, mientras ustedes se esconden. Cuando haya terminado de contar, al primero que encuentre habrá perdido y ocupará mi lugar”. El ENTUSIASMO se puso a bailar secundado por la EUFORIA. La ALEGRÍA dio tantos saltos que terminó por convencer a la DUDA, e incluso a la APATÍA, a la que nunca le interesaba nada. Pero no todos quisieron participar. La VERDAD prefirió no esconderse, total ¿para qué?, si al final siempre la hallaban, y la SOBERBIA opinó que era un juego muy tonto (en el fondo lo que le molestaba era que la idea no hubiese sido suya)¡ Ah!, la COBARDÍA prefirió no arriesgarse...
“Uno, dos, tres...”, empezó la cuenta la locura. La primera en esconderse fue la PEREZA que como siempre, se dejó caer tras la primera piedra del camino. La FE subió al cielo, y la ENVIDIA se escondió tras la sombra del TRIUNFO, que por su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto. La GENEROSIDAD, sin embargo, no lo conseguía. Cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos: Que si un lago cristalino, ¡ideal para la BELLEZA!; que si el hueco de un árbol, ¡perfecto para la TIMIDEZ!; que si el vuelo de la mariposa, ¡lo mejor para la VOLUPTUOSIDAD!; que si una ráfaga de viento, ¡magnífico para la LIBERTAD!
Al final ella se ocultó donde pudo, en un rayito de sol. En cambio el EGOÍSMO encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo... pero eso sí, sólo para él. La MENTIRA se escondió en el fondo de los océanos (¡mentira!, en realidad se escondió detrás del arco iris). La PASIÓN y el DESEO en el fondo de un volcán, y el OLVIDO, el olvido ¡se me olvidó donde se escondió!
Cuando la locura contaba 999 999, el AMOR -que todavía no había encontrado un sitio para esconderse, pues todo estaba ya ocupado- divisó un rosal y, enamorado, decidió meterse entre sus flores.
“¡Un millón!, contó la locura y comenzó la búsqueda. La primera en aparecer fue la pereza, sólo a tres pasos de la piedra. Después se escuchó a la fe, discutiendo con Dios en el cielo sobre zoología. A la pasión y al deseo los sintió en el vibrar del volcán. En un descuido encontró a la envidia y, claro, pudo deducir dónde estaba el triunfo. Al egoísmo no tuvo ni que buscarlo; él solito salió disparado de su escondite, que había resultado un nido de avispas.
De tanto caminar sintió sed y, al acercarse al lago, descubrió a la belleza. Hacerlo con la duda resultó fácil, pues la encontró sentada sobre una cerca sin decidir aún de que lado esconderse. Así fue encontrando a todos: el TALENTO entre la hierba fresca, la ANGUSTIA en una oscura cueva, la mentira detrás del arcoiris y hasta el olvido, al que ya se le había olvidado que estaba jugando al escondite. Sólo el amor no aparecía por ningún sitio. La locura buscó detrás de cada árbol, bajo cada arroyo del planeta, en la cima de las montañas y, cuando estaba por darse por vencida, divisó un rosal y las rosas. Y cuando con un palo separaba sus ramas, un doloroso grito se oyó. Las espinas habían herido en los ojos al amor. La locura, aturdida, no sabía que hacer para disculparse: lloró, rogó, imploró, pidió perdón y hasta prometió ser su lazarillo.
Y así, desde entonces, desde que por primera vez se jugó al escondite en la Tierra, EL AMOR ES CIEGO Y LA LOCURA LO ACOMPAÑA SIEMPRE.
CONTACTO : [email protected]
FUENTE: Enroque de ciencia












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