LA SELECCIÓN ALEMANA DE FÚTBOL

Preocupa el incremento de movimientos xenófobos y racistas en toda Europa. Cuando hablo de xenofobia y racismo no me estoy refiriendo sólo a los neonazis y neofascistas europeos. En este conjunto englobo a los terroristas islamistas nacidos en Europa.  Estas corrientes siempre han estado ahí, pero ahora crecen debido a diferentes factores. El primero de ellos es la incultura de sus seguidores. Por lo general, se trata de personas que no han brillado precisamente por su lucidez en sus etapas escolares. No son, lo que se dice, personas instruidas y carecen, por tanto, de espíritu crítico para debatir sobre cualquier cuestión. Son, por lo tanto, fácilmente manipulables por cualquier líder carismático.

La xenofobia de unos, traducidas en acciones terroristas, alimentan la xenofobia de los otros. Para estos últimos, todos los extranjeros de origen árabe son terroristas y se manifiestan  y atentan contra ellos. A cada atentado terrorista le sigue una serie de actos como ver pintadas las mezquitas con amenazas.
    

La crisis económica-financiera es otro de los factores que hacen incrementar el odio al extranjero. El aumento de las tasas del paro durante la crisis se traduce en un rechazo al extranjero. Es curioso, si  echamos la vista atrás podremos recordar que hace unos pocos años, nuestro ejército se nutrió de “extranjeros” procedentes de países del centro y del sur de América, porque los españoles preferían trabajar en la construcción durante el crecimiento de la búrbuja inmobiliaria. Nuestro ejército, y nuestros campos de cultivo. La defensa del orden constitucional dependía en buena medida de ellos. También parte de nuestras cosechas. Ahora, a los fascistas les estorban.
    

Sin embargo, en medio de estas corrientes “de supremacía racial”, echo un vistazo a los jugadores que componen la selección alemana de fútbol  y siento un soplo de esperanzado alivio. Si Hitler “levantara la cabeza” y viera la amalgama de los países de origen de los jugadores que forman parte de la selección de su país, le daría un ataque de ira. Porque Europa, la Europa de hoy, es multirracial, pese a quien pese.
    

Mantener la mente despierta, abierta y atenta, ayuda a comprender los hechos que están ocurriendo. Nos podemos preguntar, como la escritora Nazanín Armanian,  “¿cómo decenas de servicios de inteligencia y los ejércitos de cerca de 50 países, medio millones de efectivos de la OTAN instalados en Irak y Afganistán, que han gastado miles de millones de dólares y euros en la guerra mundial contra el terrorismo durante 15 largos años,  no han podido acabar con unos miles de hombres  armados con espada y daga de Al Qaeda?”
    

Los intereses económicos y geopolíticos “inventan” las guerras. Estas, generan odio, el caldo de cultivo ideal para el terrorismo. Los mensajes simplistas se encargan de lo demás. Al final, ciudadanos inocentes que “pasaban por allí” son las víctimas de estos descerebrados. Lágrimas, minutos de silencio, indignación, proclamas contra el miedo que intentan inyectar los terroristas... No deberíamos quedarnos sólo en estas acciones. Deberíamos mirar “para los de arriba” y exigir explicaciones y soluciones.
Salud.