Antonio Franco
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QUE MI NOMBRE NO SE BORRE DE LA HISTORIA
El 5 de agosto se recordó, como se viene haciendo desde 1988, el asesinato de “las treces rosas”, por las tropas fascistas al final de la Guerra Civil. Porque fue el 5 de agosto de 1939 cuando trece jóvenes, pertenecientes la mitad de ellas a las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) fueron fusiladas en una de las tapias del cementerio de la Almudena. Tenían entre 18 y 29 años.
Sobre ellas no pesaba ningún delito de sangre. Fueron ejecutadas como represalia por el atentado de un comandante de las tropas franquistas en el que asesinaron al propio comandante, al chófer y a su hija.
Las jóvenes fueron apresadas porque el policía franquista, Roberto Conesa, se infiltró en la organización de las JSU, y accedió a los archivos de todos sus militantes. La mayor parte de los detenidos aún no habían tenido ni siquiera tiempo de integrarse en la asociación o lo habían hecho hacía muy poco tiempo.
El individuo fue nombrado posteriormente comisario de la Brigada Político-Social franquista. Hasta ocupó un cargo importante durante los primeros años de nuestra democracia. A lo que se ve, nuestra Transición Política no fue un punto y final en todos los sentidos. Para muchos, significó sólo un punto y seguido. Torturadores, como el tal Roberto Conesa, pasaron de defensores de la dictadura a abrasar los principios de la Democracia.
El crimen de Carmen Barrero Aguado, Martina Barroso García, Blanca Brisac Vázquez, Pilar Bueno Ibáñez, Julia Conesa Conesa, Adelina García Casillas, Elena Gil Olaya, Virtudes González García, Ana López Gallego, Joaquina López Laffite, Dionisia Manzanero Salas, Victoria Muloz García y Luisa Rodríguez de la Fuente, fue investigado en 1985 por el periodista Jacobo García. Más tarde, los relatos de la detención, el encarcelamiento y el criminal final perpetrado hacía estas jóvenes fue novelado por el escritor Jesús Ferrero. También su historia ha sido llevada al cine.
Una de las calles de nuestra localidad va a llevar el nombre de “Las treces rosas” en homenaje a estas mujeres.
Por nombrar sólo a dos de las treces, decir que la mayor de ellas, Blanca Brisac Vázquez, no tenia ninguna militancia política. Fue detenida por relacionarse con un músico perteneciente al Partido Comunista. Era católica y votante de derechas. La madrugada del 5 de agosto de 1939 escribió una carta a su hijo, que le fue entregada por su familia (todos de derechas) dieciséis años después.
Y Julia Conesa Conesa tenía sólo 19 años cuando la ejecutaron. Antes de morir dejó escrito: “que mi nombre no se borre de la Historia”.
Como ellas, muchos fueron asesinados por su militancia política, por considerarse “peligrosos” maestros o por haber sido simples concejales en sus pueblos y aldeas.
Muchos aún buscan los restos de sus familiares, como ocurre con los asesinados de nuestro pueblo. Pero, aunque los cuerpos no aparezcan, sus nombres no pueden ser borrados de la Historia, a pesar del empeño de algunos de pasar página. Como demócratas, se lo debemos.
Salud.












El Maquinista de la General | Viernes, 18 de Agosto de 2017 a las 20:14:27 horas
Sí la Guerra Civil se hace un tema cansino para todo aquel que tiene algo que ocultar, desde una ideologia entroncada en el fascismo, hasta un patrimonio manchado de latrocinio o de sangre. Los impuestos dedicados a la Memoria Historica son 0 euros, asi que con ese capital poca ideologia ni literatura comunista ni de ninguna otra se puede mantener. Si se tiene una total ignorancia hasta en la cantidad destinada a la MH, hacer juicios de valor tan mezquinos no hace sino dejar en evidencia al bocachanclas que suelta la asnarada. Si a algun desalmado le parece ridiculo enterrar a las victimas del terrorismo de estado y prefiere dejarlos en cunetas como se dejaría a un perro atropellado, lo mismo a otros nos parece ridiculas y ruines las excusas mezquinas de algunos para disimular su odio, crueldad, vileza e inmoralidad de negarse a que se entierre dignamente a los mismos que llaman perdedores de la guerra con indigna prepotencia deshumanizada. Esas victimas siguen siendo personas, y mejores personas y más honorables que todos ustedes ques e niegan a enterrarlos, juntos.
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