Balsa Cirrito
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LOS NONISTAS
Uno de los primeros contactos entre John Lennon y Yoko Ono (maldito sea su nombre) tuvo lugar en una exposición que la artista japonesa (vamos a llamarla así) inauguró en el enloquecido ambiente del Londres de los años 60. La más llamativa de las obras era una escalera de mano que había que subir y que llegaba hasta el techo. Llegado a ese techo, el observador debía leer una palabra, pero como estaba escrita con una letra muy pequeña, era preciso ayudarse de una lupa. La palabra que Yoko Ono (maldito sea su nombre) escribió era Yes! Años después, John Lennon confesaría que le encantó que esa fuera la palabra, y que si hubiera escrito No! nunca se hubiera enamorado de ella (los fans de Los Beatles hubiéramos preferido que Yoko - maldito sea su nombre - hubiera grabado ese No!). Lo cuento, porque en el ambiente más progresista y avanzado de aquellos años, según vemos en Lennon, petaban más los mensajes positivos que los negativos
No parece que estemos en la misma situación. Se ha desarrollado un género de individuo occidental, no necesariamente español, que tiene como norma decir no a todo. Es más, cuando algo a primera vista parece bueno, los nonistas se encargan de decirnos que nuestros sentidos y la lógica se equivocan, que todo es una conspiración del entramado capitalista para tenernos agilipollados. Voy a mencionar solo dos de esos casos.
Los transgénicos. Estoy seguro que cualquier lector al leer la palabra transgénico sufre un instintivo repelús. Algo sucio e insano. En realidad, los transgénicos son, a día de hoy, tan benéficos como cualquier otro producto, y su ventaja, que no es pequeña, es que los transgénicos pueden acabar con el hambre en el mundo en un pispás. Semillas modificadas genéticamente para que puedan soportar la falta de agua o el exceso de calor o de frío convertirían las hambrunas en un recuerdo del pasado. Sin embargo, vemos a numerosos activistas que se oponen a ellos con toda la fuerza de sus prejuicios. Pero, se oponen, ¿a qué? ¿A terminar con las carencias de cientos de millones de personas? ¿A erradicar el hambre? ¿Tan idiotas somos? Las razones científicas para oponerse, a día de hoy, no existen. La inmensa mayoría de los hombres de ciencia se halla a favor de los transgénicos; por ello, los mencionados activistas, han trasladado su batalla a otro campo. Casi siempre que hablo de transgénicos con un nonista me sale con la cantinela de la empresa Monsanto que gana millones en el asunto y con un hipotético control de la dicha compañía de todas las semillas del mundo. La lógica es cojonuda. Se resisten a una empresa (que ha investigado para ello durante años, creando sus productos) porque alcanza grandes ganancias, aunque ese hecho suponga que los hambrientos tengan que seguir siendo hambrientos. Guau. Dan ganas de aullarle a la luna, porque, por lo visto, es mejor oponerse al capitalismo a que la gente coma. Y en cuanto al otro argumento, el del acaparamiento comercial, tampoco parece muy sólido, pues para eso precisamente existen las leyes antitrust, leyes que en Europa y América son bastante severas. Por lo demás, los nonistas ignoran la primera regla económica: donde hay negocio, va más de uno. Si tantos beneficios da el asunto, no cabe duda de que brotarán las empresas como las setas. Dicho de otra manera, como la Coca Cola tiene éxito, nace la Pepsi Cola.
Punto dos: el TTIP. Por si no lo recuerdan, el TTIP es (mejor, era) un tratado entre Europa y EEUU que pretendía rebajar los aranceles comerciales entre las dos partes, algo así como un modesto inicio de comunidad económica entre ambas orillas del Atlántico. Los expertos decían al respecto que España sería probablemente uno de los países más beneficiados si se firmaba el tratado. Sin embargo, qué caramba, han pensado seguramente los nonistas; no van a saber más cuatro especialistas en economía amojamados en sus despachos que toda una legión de activistas, que han ido a no sé cuántas manifestaciones y que se han hartado de quemar contenedores de basura, con lo bueno y lo vistoso que es eso. Básicamente, los nonistas se oponían porque el tratado iba a favorecer sobre todo los intereses de la empresas norteamericanas que, por supuesto, tenían previsto machacar a los trabajadores europeos y hartarnos de transgénicos. Ya con Obama la cosa estaba chunga, no por los americanos, sino porque los honrados activistas europeos habían hecho todo lo posible porque el TTIP no saliera adelante. La sorpresa es que cuando Donald Trump llega a la presidencia de EEUU dice que se retira del tratado. Su razón principal es que "el TTIP beneficia casi exclusivamente a los europeos". Y no se trata de una retirada estratégica, de un amago para mejorar su capacidad negociadora, sino de un punto y final. O sea, los nonistas europeos quejándose de que se beneficia a EEUU y los americanos de lo contrario. Y heme aquí que gracias a los gilipollas de los dos lados del Atlántico, gilipollas de extrema derecha y gilipollas de extrema izquierda, el mundo pierde una gran oportunidad de crear riqueza, extensible al planeta, pues la prosperidad en Europa y EEUU irradia inmediatamente al resto del mundo.
Lo dejo, de momento, ahí. En el fondo, un servidor de ustedes también es un poco nonista: son muchas más las cosas a las que me opongo que las que aplaudo. Tengo que cambiar. Tenemos que cambiar.












Darth Vader | Viernes, 21 de Julio de 2017 a las 19:29:57 horas
Lo evidente es que lo de que Darth Vader sea antifascista solo le puede molestar a cierto tipo de prosélito de cierta ideologia. Meter la pata es humano y se aprende de los errores, lo malo es meter la mano como otros y sus complices...
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