PSICOLOGÍA POSITIVA

Hace unos días me llegó un vídeo que daba, de una manera resumida, información de lo que viene a significar la Psicología Positiva. Al escuchar el vídeo me vienen a la mente comentarios, tanto personales como políticos, que fluyen aquí y allá casi diariamente.

Los defensores de la Psicología positiva sostienen que lo que trasmitimos como personas, por lo que nos volaran los demás, responde a la formula: V= ( c+h) *a. La "c" es el grado de conocimiento, la "h" es la habilidad y la "a" es la actitud. Esto es, valoramos a las personas por la suma de sus conocimientos y sus habilidades, multiplicada por su actitud.

Mientras que los conocimientos y las habilidades suman en esa fórmula, la actitud multiplica. Venía a decir que los demás no te valoran por tu grado de conocimientos, ni por tus habilidades (que son importantes, por supuesto), sino por tu manera de ser, por tu actitud. La diferencia entre una persona “grande” y una persona “mediocre” no está en el grado de conocimiento por lo que haya estudiado, no está en el grado de conocimiento, no están en la "c" ni en la "h"; una persona es apreciada por su manera de ser. Todas las personas “fantásticas” tienen una manera de ser “fantástica”, y todas las personas “de mierda” tienen una forma de ser “de mierda”, por muchos títulos que se tengan.

“Los de tu entorno te valoran por tu manera de ser, no por tus títulos académicos”, venía a decir de forma resumida el relator del vídeo.

La Psicología positiva, como su “apellido” explica, viene a estudiar aquellos los aspectos positivos del ser humano y la manera de potenciarlos.

En nuestro entorno social nos encontramos con personajes que “manchan”, que no aportan soluciones a sus vertidas críticas. Se niegan a participar y critican con acritud todo comportamiento que no sea el suyo, pero no aportan nada. Pero la mayoría ( soy optimista en este sentido) gozan de emociones positivas. La mayoría son felices, alegres y optimistas. Como el título de aquella película española de Manuel Summers, de principios de los años ochenta del siglo pasado, “To er mundo es güeno”, la mayoría de las personas son resilentes ante los problemas que les plantea el día a día.

Por naturaleza, los seres humanos tendemos a vivir con ilusión, con alegría. Habrá momentos de tristeza, lógicamente. Pero esos momentos son circunstanciales. Otros momentos que podemos considerar problemáticos no lo son tanto si tenemos un alto grado de positivismo. “Los buenos momentos hay que buscarlos que los malos vienen solos”, hemos escuchado en más de una ocasión.

La presión en nuestro quehacer diario ayuda poco a conseguir un estado de bienestar personal. La mejor es convencerse de que todo tiene solución. Sólo hay que dar tiempo para ello. Las personas trasmitimos sensaciones. Si queremos colaborar a que los demás se muestren positivos, tenemos que trasmitir optimismo.

Los que prefieran continuar “ensuciando”, tienen serios problemas internos.

Salud.