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Sábado, 03 de Junio de 2017

Carlos Roque Sánchez

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DE LOS MÓVILES Y SUS PELIGROS

 

 

 

 


Aunque de plena actualidad con los omnipresentes móviles, no es nueva ni mucho menos la inquietud social por la, en principio, perjudicial influencia que las radiaciones electromagnéticas puedan tener en nuestra salud.
De hecho ya en 1993, dos docenas (24) de años la contemplan y seguimos igual, se empezó a saber de una supuesta relación entre el uso del móvil y el desarrollo del cáncer. Precaución. Pero dejando a un lado el preocupante aspecto médico de esta noticia, lo realmente sorprendente de ella es que no la dio un equipo de investigadores científicos, como era de esperar, no. Nada más lejos de esa fuente.


Fue en un programa sensacionalista de la TV estadounidense donde un señor aseguró -sin prueba alguna- que su mujer había muerto de un tumor de cáncer producido por el uso del móvil. Tal cual.
Ni que decirles tengo que al margen de lo que dijera este señor en su día y tras él otros, cientos de millones de dólares invertidos en investigación no han llegado aún, y desde entonces, a establecer una relación causa-efecto entre aparatos y enfermedad. Ni cáncer de cerebro, ni riesgo de leucemia, ni ninguna otra del sistema nervioso o de las glándulas salivares.


Lo que no significa que no haya que seguir investigando y ser precavido, pero por ahora nada de nada. En ese sentido, desde el campo de la ciencia, no hay malas noticias. No obstante lo dicho, caución.
De hecho hace unos años el gobierno británico exigió que con cada celular se entregara un folleto donde se advertía al comprador de los resultados últimos de estas investigaciones. También se invitaba a los padres a que controlaran el tiempo que sus hijos pasan enganchados al móvil. Incluso desaconsejaba de manera explícita -y como medida de precaución- el uso de móviles por los niños.


Bien, y ya de la que va, los padres, aparte de mostrar una lícita y pública preocupación, ¿tomamos en privado las precauciones necesarias y suficientes para controlar el uso que nuestros hijos hacen de estos aparatos?
Para quien sí tiene malas noticias la ciencia, es para los que hablan por el móvil, mientras conducen. Los estudios realizados en distintos países, coinciden en señalar que el riesgo de tener un accidente se multiplica por cuatro (4) si se utiliza el móvil mientras se conduce, aunque se tenga un “manos libres”.


Y es que el cerebro humano tiene una capacidad limitada a la hora de realizar tareas que requieran un cierto grado de atención, de modo que lejos de duplicarse la actividad cerebral, en estos casos por el contrario disminuye. Vamos que no llega a hacer bien ninguna de las dos. Éste sí que es un peligro cierto y además preocupante, porque afecta no sólo al conductor imprudente que lo provoca, sino también a quién, por desgracia, coincide en la calzada con él ¿Somos plenamente conscientes de ello?


Pero hay otro peligro, también cierto, asociado al mal uso del móvil y que por desgracia no afecta al cretino que lo maneja, pero sí a los que involuntariamente nos encontramos cerca de él. Me refiero a esos botarates que, después de sorprendernos con su pitido-llamada hortera, se desgañitan en conversaciones banales. Ya saben. De esas que cuando no son para avisar por dónde va, son para preguntar en casa lo que hay de comer, o para la estulticia que se les ocurra. Vamos, un auténtico despropósito ¿Saben dónde se puede reclamar?
Les supongo al tanto de otro fenómeno asociado. Durante cierto tiempo la inquietud social pareció derivar hacia las antenas de telefonía móvil. Y todo ello una vez más, sin que existiera un estudio científico que relacione directamente sus radiaciones con ningún tipo de enfermedad. Lo que tampoco debe significar, es palmario, que no haya que seguir investigando y ser precavido.


Hablando de precaución, ¿la tuvieron las comunidades de propietarios que mordieron el anzuelo económico de las operadoras? Porque son varios los aspectos a considerar. Verán. Si cuando firmaron ya tenían presente esos posibles efectos perjudiciales en su salud ¿por qué lo hicieron?


En las características del contrato firmado, ¿quedaba abierta la posibilidad de ampliar el equipo instalado?, ¿y la de prorrogar su duración? Por no hablar del sobrepeso al que se somete la estructura de la vivienda con el equipo instalado, y que debería ser evaluado por un técnico independiente ¿Se hizo así?


Por otro lado es previsible que la alarma social suscitada, tenga una repercusión económica negativa sobre el valor de la vivienda a la hora de venderla ¿Se tuvo en cuenta? Lo que les decía, los móviles y sus peligros.


CONTACTO: [email protected]
FUENTE: Enroque de ciencia

 

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