Balsa Cirrito
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CUATRO DE LA MAÑANA, TRECE AÑOS, CALLE
Existen muchas maneras de meter la pata, casi todas muy molestas. Y los motivos para hacerlo pertenecen, básicamente, a dos categorías: meter la pata con buena o con mala voluntad. En este caso hablamos de una metedura de pata decente por parte del ayuntamiento; es decir, un asunto en el que nuestros capitostes han actuado con la mejor de las intenciones pero – en mi opinión – con escaso criterio (bien es verdad que también hay muchos médicos que se cargan involuntariamente a sus pacientes teniendo la mejor de las intenciones; sólo son malos médicos).
Y me refiero al cotillón infantil que el ayuntamiento auspicia y del que parecen estar tan orgullosos que han llevado como noticia a la primera página del periódico municipal Rota Información. Se trata, para quien no lo sepa, de una fiesta para chicos de entre 13 y 16 años, de doce y media a cuatro y media de la madrugada, donde estarán prohibidos el alcohol y el tabaco.
Para empezar, me parece una crueldad con los padres. No es broma. Los padres manejamos un hilo de autoridad débil con los hijos, y uno de nuestros argumentos nos lo acaban de machacar. No podemos decirle a nuestro hijo adolescente que no lo dejamos salir porque la calle no es sitio para él y los fiestones de fin de año tampoco. Nos responderá que el mismísimo ayuntamiento organiza una movida para ellos “y sin alcohol ni tabaco, papá”. ¿Qué alegamos? ¿Qué decimos? ¿Cuántas discusiones domésticas no habrán sido provocadas en Rota por este motivo? Escribo estas líneas el mismo día 31 de diciembre, y no puedo vaticinar cómo saldrá ese minicotillón, pero me da igual.
Porque, ¿soy yo el único que piensa que un niño de trece años no debe andar en una fiesta de madrugada? Me hace gracia a mí eso de “buscar alternativas”. Hay asuntos donde las alternativas deben ser como la Buckler, o sea, 0,0, y un niño de esa edad no tiene que tener alternativas porque sólo debe tener una opción que es la de estar con sus padres. Sé que suena un poco a rollito Alcántara de los primeros capítulos de Cuéntame, pero es lo que pienso.
Y no deja de resultar curioso, que las derechas, que siempre andan con todo aquello del relativismo moral y los valores familiares de las narices, sean quienes lancen una propuesta tan relativa. Porque la próxima puede ser un circuito infantil por las calles de Rota, para que los niños cojan los coches de sus padres y se den una vueltecita, ¿o es que los pobres no tienen también derecho? Recuerdo que estamos hablando de niños-niños, no de niños-casi-adultos. Si el PSOE hubiera hecho una propuesta de este tipo los guardianes de las esencias habrían puesto el grito en el cielo, y si hubiera sido IU, los hubieran acusado directamente de corruptores de menores y enviado al infierno por correo expreso.
Para el año que viene, les ofrezco a los mandamases que a la sazón nos gobiernen una luminosa idea: organicen un cotillón, señores, un cotillón mini todo lo grande que quieran, pero un cotillón informático, con cada niño en su casita bailando con su ordenador, su Messenger y todos tan felices (mi hija tendrá para entonces casi catorce).












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