Balsa Cirrito
![[Img #4418]](upload/img/periodico/img_4418.jpg)
UN FUTURO FELIZ
Hace algún tiempo – tampoco demasiado – leí un artículo en Muy Interesante en el que se afirmaba que en los países desarrollados se alcanzarían con facilidad los 120 años de vida. Incluso, decía el artículo, el plazo para llegar a esta edad ni siquiera lo vislumbraban muy largo. Muy Interesante no es la publicación oficial de ningún departamento universitario, pero, después de todo, se trata de una revista de divulgación científica, con lo que hemos de pensar que tampoco se encuentra completamente descaminada. Pues, henos aquí con el mundo repleto de centenarios. Y mi pregunta es: ¿seguiremos entonces jubilándonos a los sesenta y cinco? Y, más aún, ¿habrá entonces jubilaciones anticipadas a los sesenta o a los cincuenta y ocho? Será bonito de ver qué país del mundo es capaz de soportar que la mitad de los ciudadanos figuren como retirados. Y será triste comprobar lo miserables que serán las pensiones. No se trata de un asunto en el que figure la moral o las tendencias políticas, es un asunto regido por las matemáticas.
Los sindicatos comienzan con el runrún de una nueva huelga general ante la propuesta del gobierno de ampliar la edad de jubilación a los sesenta y siete, pero, salvo que liquidemos a nuestros mayores, idea que no creo que tenga mucho éxito, no parece que queden tantas opciones. De todas formas – y lo digo sin ironía alguna – no entiendo qué clase de conquista social es esa. Me parece perfecto que los sindicatos luchen por las subidas de salarios, por horarios laborales más racionales, por mayores facilidades para las madres trabajadoras… Pero la pronta jubilación, ¿dónde está la ventaja, dónde la conquista?
En los años sesenta y setenta existió una corriente cinematográfica que a veces se denomina cine apocalíptico. Las películas oscilaban entre las que presentaban el mundo después de un holocausto nuclear (son mis favoritas), con media docena de supervivientes (entre ellos, casi siempre, Charlton Heston) que se lían a tiros y a hostias a la menor provocación; y las que nos predicen un planeta superpoblado donde la gente se da de navajazos por un cacho de pan con foie gras (entre ellos, casi siempre, Charlton Heston también). No es un mensaje muy navideño, pero todo indica que caminamos hacia la segunda opción. Desde luego no soy profeta ni economista, pero la única solución que pudiera paliar ese futuro sería la de que aumentáramos la población productiva. Cuanta más gente haya ampliando la cantidad de bienes y de alimentos para disponer, menos motivos tendremos para pelearnos. Simples matemáticas. Dicho de otra forma, jubilación pronta igual a catástrofe segura.
Claro que también es posible que un virus maligno liquide a toda la población de la Tierra, o que un meteorito gigante impacte contra el planeta, o que una hendidura en la corteza terrestre provoque que el agua de los océanos penetre hasta el núcleo de nuestro mundo, haciendo que éste estalle como una caldera con demasiado vapor, o que un viento solar arroje una llamarada interplanetaria desde el astro rey y nos liquide en un segundo, o que Sarah Palin llegue a presidenta de los Estados Unidos.
En cualquiera de esos supuestos, no tendremos que preocuparnos por cuándo nos jubilamos.
Se me olvidaba, Feliz Navidad.












Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.27