Antonio Franco
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IDEOLOGÍA RANCIA
La semana pasada, se paseaba por todas las televisiones europeas las palabras del europarlamentario polaco Janusz Korwin-Mikke en referencia a la brecha salarial entre el hombre y la mujer. Este sujeto justifica la diferencia salarial entre ambos géneros explicando la inferioridad de la mujer con respecto al hombre, no sólo física, sino también intelectual, comentaba el nazista polaco.
Resulta (no diré lamentable, que también) preocupante semejante juicio de valor por parte de este carcamal. Preocupante porque al opinar de ese modo está siendo portavoz de toda la camarilla que representa y de los votantes que le han aupado a obtener ese escaño en el Parlamento Europeo.
La eurocámara que representa los principios democráticos de la Unión Europea queda en entredicho con este tipo de personaje. Que en la Europa del siglo XXI resurjan voces del más siniestro pasado es, cuando menos preocupante.
Que tipos como el tal Janusz se permita humillar a la mujer, considerándola inferior al hombre en el “templo de la democracia europea” es lamentable para toda la Unión Europea.
Este personaje ha sido elegido en unas elecciones para representar unas ideas que llevaron a la tragedia de la guerra a buena parte del planeta hace sólo unos setentas años. No son las palabras surgidas de un personaje de otras culturas donde los derechos de las mujeres brillan por su ausencia. Se trata de los pensamientos de un europeo (fascista, hay que decir) que ha vivido su vida en una sociedad democrática.
Y es que para los personajes que defienden las mismas ideas que este polaco, el papel de la mujer es el mismo que defendía el fascismo español. Con la derrota de la República, la mujer perdió todos los derechos logrados.
Está constatado en nuestra Historia más reciente. No hace falta insistir en ello. España fue durante el franquismo el claro ejemplo de lo que es un régimen patriarcal. Terminada la guerra, se suprimió toda la legislación de la República que concedía derechos a las mujeres. Se suprimió la educación mixta en las escuelas y se diseñó una formación para convertir a las mujeres en buenas esposas y madres. El fundamento de la nación era la familia conservadora tradicional. “La mujer, a la cocina”, venían a decir. Así, la mayor parte de la normativa laboral franquista propiciaba que las mujeres abandonasen el trabajo al casarse. Además, se prohibió que las mujeres ejercieran una serie de profesiones, como abogada del estado, notaria o diplomática. El ideal femenino era el sacrificio, la obediencia y la subordinación. Por supuesto se prohibieron los matrimonios civiles y, por lo tanto, el divorcio.
La realidad explica que las mujeres no han alcanzado aún la plena igualdad. Pero, afortunadamente, el ideal de la mujer tradicional ha quedado sepultado por los valores democráticos. Al parecer, tristemente, todavía existen personajes, como el tal Korwin-Mikke, a los que les encantaría volver al patriarcado. Por fortuna para las mujeres, esos ideales han quedado atrás, aunque persistan en algunos vetustos personajes. No utilizo el término vetusto en referencia a la edad. No sé si me entienden.
Salud.












Don Camilo | Viernes, 17 de Marzo de 2017 a las 20:04:22 horas
Muy bien don Repelenterota, me gusta su espiritu combativo y su fanatismo asilvestrado y su porfía intolerante. Pero ya que nos piensa deleitar con sus impagables folletines profascistas, sus revisiones de historia alienada y sus divagaciones nazionalcatolicas, debería mencionar su bibliografia, ya sabe el TBO, el HOLA y El caso. Sea respetuoso con sus fuentes.
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