LA DESBANDÁ DE MÁLAGA

El próximo día 8 de febrero se conmemora el octógésimo aniversario de la conocida como “masacre de la carretera Málaga-Almería”. Fue en 1937, en plena guerra civil. La población de Málaga, ante el temor de la cercanía de las tropas fascistas,  huye hacia Almería por la carretera que bordeaba la costa. Las tropas rebeldes venían precedida de una ganada fama de saqueadores y bandoleros. La población civil de las ciudades republicanas tenía conocimiento de las represalias que el general  Queipo de Llano imponía tras la toma de esas ciudades. El terror era parte de la publicidad de los fascistas. Además, las tropas mercenarias moras que combatían en las filas del bando rebelde arrazaban todo a su paso, sembrando el terror en pueblos y aldeas.  
    

Imaginemos la triste estampa de un pueblo que abandona sus hogares con lo puesto. Invierno. Mujeres, niños y ancianos en su mayoría (los hombres están en el frente) huyen del terror por la angosta carretera en busca de la salvación. A este hecho se le conoce con el nombre de la “desbandá”.

Desde el mar, tres cruceros, el Canarias, el Almirante Cervera y el Baleares bombardean a la población civil. Por el aire, los aviones de la Italia fascista también lo hacen. Se calcula que causaron entre 3.000 y 5.000 víctimas civiles. Porque disparaban contra la población civil. Las embarcaciones de guerra estaban tan cerca de la costa que podían distinguir perfectamente el blanco al que dirigían sus disparos.

Un asesinato colectivo. Igual que en Guernica. Un hecho execrable que no tiene ninguna justificación.

Un año despúes de aquel sangriento acontecimiento, concretamente en la noche del  5 al 6 de marzo de 1938, el Baleares junto a su gemelo el Canarias y el crucero Almirante Cervera participaron en la protección de un convoy procedente de Italia. La flota franquista se encontró inesperadamente con la Armada republicana entablándose un combate entre ambas flotas que pasaría a ser conocido como la batalla del Cabo de Palos. El crucero Baleares fue hundido por la flota de la Armada republicana.

En Palma de Mallorca se erigió un monumento en memoria de los fallecidos durante el hundimiento del buque. En la localidad vasca de Ondarroa, de donde procedían medio centenar de tripulantes, se levantaron dos monumentos en su honor, uno sobre el puerto y otro en el cementerio. Monumentos que han sido reformados para adaptarse a la Ley de Memoria Histórica.
    

También en muchas ciudades se asignaron calles y avenidas en su memoria, como es el caso de nuestra localidad. Calles y avenidas en memoria de uno de los cruceros que participó en la matanza de miles de inocentes que sólo huían del horror de la guerra.