TRASTORNO GLOBAL

El tema de las rebajas copa buena parte de los titulares de los periódicos y los telediarios llegadas estas fechas. De las rebajas se han analizado todos sus ámbitos. O casi todos. Oía estos días atrás las consecuencias  en el trastorno psicológico de estas. Se trataba de un reportaje sobre la adicción al consumo compulsivo. Parece ser que una tercera parte de los consumidores adultos europeos tiene problemas de descontrol a la hora de comprar. Y esta adicción consumista se reparte casi a partes iguales entre hombres y mujeres.
Otra alteración de la conducta de la modernidad en los países ricos, pensé. Porque, a ver, no creo que en países subdesarrollados se pueda barajar la posibilidad de este tipo de trastorno. Ocurre igual con otras anomalías como la ludopatía.

La ciudadanía de los países subdesarrollados no puede caer en dichas alteraciones, por razones obvias. Tampoco les preocupa cuestiones  que a muchos de nosotros nos quita el sueño. Asuntos como el consumo de alimentos transgénicos se ven ensombrecidos por la lucha contra el hambre de los habitantes de estos países. ¡Cómo cuestionar el hambre!

Ahora ha aparecido otra anomalía con forma humana: el nuevo presidente de los Estados Unidos de América. Lo peor es que este trastorno es global, puede afectar, de hecho, a todos los ciudadanos que compartimos esta Aldea llamada Mundo. Las noticias que transcienden sobre él no son muy halagüeñas, sobre todo para sus vecinos del sur, los mejicanos. Parece que su política económica va a ir encaminada a la autarquía. Sabedor de que su país es la primera potencia económica del planeta, pretende seguir siéndolo a costa de los demás. Más aún si cabe que lo ha hecho hasta ahora. Lo de “a costa de los demás”, digo.
Sobre todo,  parece que tiene especial obsesión contra México. Me parece que tiene especial ofuscación contra los pobres en general, aunque lo sintetiza en su vecino pobre más cercano.

Ni la Unión Europea ni el resto de países desarrollados les afearán su conducta. Es más, estoy convencido de que, más pronto que tarde, este personaje rectificará el posicionamiento de su país con respecto a la condena de los asentamientos judíos en Cisjordania y Jerusalén Este.

Nadie le planteará un cerco económico si decide, como ha prometido, evitar que los automóviles de franquicias estadounidense se construyan fuera de su país para dar empleo a sus ciudadanos. Me refiero que seguiremos adquiriendo marcas automovilísticas norteamericanas.

Hasta ahora habíamos oído hablar del pato Donald. Simpático personaje, por cierto.
El nuevo presidente de los Estados Unidos de América que tiene nombre de pato (del pato más famoso del Mundo, eso sí)  viene a ser como un trastorno psicológico más de la modernidad, como el consumo compulsivo.
Es de desear que su patología no sea contagiosa y, sobre todo, que su conducta no empeore, aún más si cabe, el estado político y medio ambiental del planeta.
Y es que este Donald no es precisamente un personaje de dibujos animados.
Salud.