Antonio Franco
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TRAMPUCHEROS
En mi barrio, cuando algún niño de la pandilla hacía trampas a la hora de jugar, decíamos de él que era un trampuchero, esto es, que hacía trampucherías.
Las trampucherías no son cosas que se pierden con la edad. Por el contrario, en muchos casos se acrecentan. Ahora, ya mayorcitos, a las trampucherías las denominamos “trampas”, y a los trampucheros, “tramposos”.
¿O no es hacer trampucherías cuando un político no aplica los principios constitucionales de igualdad, mérito, capacidad y publicidad, a la hora de contratar al personal? ¿No es hacer trampucherías contratar a dedo?
Cuando en las Bolsas de Trabajo dirigidas a ciudadanos en situación de exclusión social se puntúa el empadronamiento en nuestra localidad, no se está “haciendo trampucherías”, a no ser que el órgano de la Administración que lo regula así lo dictamine, porque esas Bolsas de Trabajo van dirigidas a paliar situaciones de verdadero desamparo.
En las Bolsas de Trabajo de exclusión social no cabe lo de igualdad, mérito y capacidad, porque va dirigida a vecinos que viven en verdadera desigualdad con los demás y no tienen preparación académica ni profesional (en su mayoría) para que se le pueda puntuar méritos y capacidades. Sólo se tiene en cuenta su situación de extrema necesidad.
A pesar de estas consideraciones, algunos llaman a esto “hacer trampucherías”.
Lo lamentable de estos verdaderos trampucheros es que guardan en sus alforjas personales todo una colección de verdaderas trampucherías.
¿Cuántos contratos de trabajo temporal se han efectuado en nuestro Ayuntamiento sin respetar los principios constitucionales de igualdad,mérito, capacidad y publicidad, sin que esos contratos fueran dirigidos a paliar situaciones de verdadera necesidad?
Recuerdo, en la legislatura anterior que cuando leía los decretos de Alcaldía que hacían referencia a algún contrato temporal, el secretario anotaba de su puño y letra, la leyenda de “no se ha tenido en cuenta la igualdad, mérito y capacidad”. Aquello llamaba poderosamente mi atención, de tal modo que en una ocasión, en el turno de Ruegos y Preguntas en un Pleno pregunté por esta cuestión. La respuesta, que consta en el acta de aquel Pleno, fue que el Señor Secretario siempre escribe esa coletilla en ese tipo de decretos.
El ex ministro Soria también ha hecho trampucherías. O las ha hecho el Sr. Rajoy. O los dos, probablemente.
Si José Manuel Soria había ganado en un concurso su puesto de director ejecutivo en el Banco Mundial, atendiendo (digo yo) a los principios constitucionales de igualdad, mérito y capacidad, ¿a qué viene que renuncie a lo que ha conseguido en buena lid? O el Sr. Presidente en funciones mintió con lo del “concurso”, o el Sr. Soria no ha podido con la presión ejercida dentro de su propio partido y ha renunciado al susodicho puesto.
No diré que España es un país de trampucheros, pero sí que las trampucherías se dan en abundancia, visto lo visto y lo que está por verse; descubierto lo descubierto y lo que está por descubrirse.
Salud.












Justino"Tomasito" | Jueves, 22 de Septiembre de 2016 a las 19:49:37 horas
Sr."rebelderota",tampoco hace falta irse muy lejos de Rota ya que en Chipiona en el convento de Regla, se mataron a bastantes frailes de dicho centro religioso sin saber ni siquiera el motivo.Una guerra fatricida trae éstas cosas.
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