¿EXISTE EL DETECTOR DE ORINA PARA PISCINA?

Es una de esas leyendas asociadas al verano y sobre las que, a pesar de lo escrito, sigue existiendo la duda: ¿Es verdad que se puede detectar si alguien orina mientras se baña en la piscina?.

Aunque lo argumentaremos, vaya por delante la respuesta. Niego la mayor y no. No es cierto. En la práctica no se puede detectar.

No existe ningún producto químico que, vertido en el agua de la piscina, nos permita darnos cuenta de que alguien se está miccionado o lo ha hecho ya, porque el agua se colorearía al contacto con la orina, dejando un cerco delator alrededor del meón o meona.

Es una falacia a pesar de que todos la hayamos escuchado, visto en alguna película (ese “momento Torrente” en la piscina del hotel, es magnífico) o puede que, incluso, el amigo de un amigo del amigo de un conocido nuestro, cuente a todo el que le quiera oír, que él fue testigo directo de dicho efecto.
Pues no. Se trata de un mito urbano. Y para hacer tan rotunda afirmación me baso en un argumentario con tres puntos de diferentes naturalezas: testimonial, lógica y científica.

Argumento testimonial

Se trata de la declaración de un nadador, pero no de uno cualquiera. No. Nada menos que la de Michael Phelps, el mejor nadador de la historia.
Resulta que en unas declaraciones a la prensa, durante los Juegos de Londres de 2012, dijo: “Creo que todo el mundo lo hace”. Corroboraba así la afirmación de otro nadador que había espetado, en un programa de radio estadounidense eso, que todos los nadadores orinaban en las piscinas.
En su opinión es tanto el tiempo que pasan dentro de ella que se hace inevitable...
Por supuesto que el argumento carece de toda base científica (química o fisiológica), pero no es menos cierto que con su afirmación está avalando el escatológico hecho. Los nadadores se hacen pipí en las piscinas donde entrenan.
Y que a mí me conste, nadie ha oído hablar o visto estas manchas delatoras en las piscinas olímpicas. O sea.

Argumento lógico

La elemental lógica echa también por tierra la existencia de dicho producto. Desde el punto de vista económico, si fuera así, qué duda cabe que el producto estaría ya más que comercializado.
Sin embargo, un barrido entre proveedores nos muestra que no sólo nadie lo tiene, sino que, ninguno cree que exista. Además, de ser así, sería fácil de comprar por Internet. Les invito a que inicien una búsqueda por su cuenta. Ya me contarán.
Es más que evidente que estamos ante un bulo promovido, con bastante probabilidad, para evitar que la gente se orine en las piscinas.
Y es que la incertidumbre de que exista ese líquido que reaccione con la orina, tintando el agua circundante de un supuesto color brillante verde, amarillo, rojo o azul, y cree un cerco delator, no me digan que no, frena a más de uno.
Aquí es donde radica el éxito del mito. En la psicología del individuo.

En la duda de que dicho detector exista, haya sido echado en la piscina en la que estamos y al mearnos nos pillen. Una incertidumbre que disuade a los bañistas de hacer pipí, simplemente por la posibilidad de que sea verdad.
Porque a nadie le gusta quedar en evidencia y por otra parte la Biblia nos dice aquello de que el  que esté libre de pecado, que arroje la primera piedra.

Bueno no les canso. Queda para la siguiente entrega el argumento científico y una pregunta de la entrega anterior: ¿caen siempre en años bisiestos los JJ. OO.?

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FUENTE: Enroque de ciencia