Gabriel Oliva Navas
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DEL ACCIDENTE A LA CONFIANZA
Mientras culminaba, no sin esfuerzo, mi breve y humilde entrenamiento de bicicleta iba rumiando y cavilando sobre el nuevo artículo que iba a escribir. Lo tenía relativamente claro y apenas me quedaban un par de flecos que pulir. Sin embargo, un triste acontecimiento con el que desafortunadamente me topé, me hizo cambiar su contenido parcialmente. El suceso, desgraciadamente reincidente en esta zona, no fue otro que ver esa triste y repetida fotografía de decenas de personas alrededor de un joven ciclista tumbado en la acera, abrazando su maltrecha bicicleta en un último gesto de esfuerzo, y escoltado por policías que despejaban la zona bajo las luces destellantes de una ambulancia que se acercaba con premura.
Como no pudo ser de otra forma, paré y de entre el tumulto de personas que allí curioseaban conseguí conversar con una mujer de avanzada edad que por el nivel de detalle con el que me relató el incidente, deduje que le alivié al preguntarle. Al parecer el joven descontroló y colisionó con uno de los pivotes en forma de media luna que tristemente aderezan toda la avenida de La Diputación protegiendo –supuestamente- el carril bici. Ese joven tras chocar y precipitarse contra el suelo pudo levantarse por su propio pie, pero al avanzar pocos metros cayó en redondo perdiendo totalmente la conciencia. Afortunadamente, los ángeles existen, nos rodean y nos protegen camuflados con atuendos como los nuestros. En este caso era un ATS, mujer, la que pudo mantenerle las constantes vitales hasta que acudieron los servicios de urgencias -por lo que pude percibir bastante rápidos- y la policía local. El resto, poco más, se lo llevaron en camilla. En ese instante, decidí continuar mi camino con cierta inquietud y algo tembloroso. Al fin en casa, aliviado después de dejar la bicicleta en el garaje. Y es que cuando te encuentras con este tipo de situaciones comienza a rondar por tu cabeza si no estás jugando a la ruleta rusa innecesariamente.
Sin dejar escapar la ocasión. Posiblemente sea la enésima denuncia acerca de la precariedad de este carril bici, de su mala ubicación y del flaco favor que le hace al ciclista invitándole –sin su permiso- a La Ruleta de la Fortuna mientras sortea, con cierto resquemor, los infinitos cruces, preñados de vehículos impacientes, de las calles anexas que por allí proliferan. Y es que el ciclista habitual se encuentra a pecho descubierto, vulnerable, cuando transita por carreteras entre conductores descorteses y soberbios que no entienden que un metro y medio blinda el futuro de una familia. Dixi.
Sin embargo, la reflexión es otra bien distinta.
Efectivamente, todo esto nos puede llevar a replantearnos el porqué de seguir haciendo cosas que conscientemente sabes que entrañan cierto riesgo y peligro. Sería más fácil y seguro dejar de hacerlas y dedicarnos a otros menesteres más confortables. Pero si las dejas de hacer porque el miedo, a veces justificado, se ha apoderado de ti, te invaden los pensamientos negativos y el pesimismo se ha instalado en tu vida, corres el riesgo de abandonar, irónicamente, el propio riesgo. Y el riesgo, en mayor o menor medida y siempre que sea asumido, te habilita a expandir tu zona de confort y explorar nuevos territorios. Por tanto, vivir no es más que asumir pequeños riesgos diarios con determinación y confianza.
El deporte como vehículo de transferencia de valores.
El deporte desarrolla entre sus practicantes innumerables valores, entre los que se encuentran la solidaridad, la autoestima, la disciplina, la voluntad y la CONFIANZA (de la que vamos hablar) que fácilmente podemos extrapolar a otros ámbitos de nuestras vidas como son las relaciones personales, sociales o laborales. Fortalecer valores como la confianza en uno mismo mejorará nuestro rendimiento deportivo pero también nuestra manera de afrontar esos pequeños riesgos que anteriormente hemos comentado. Y es que un deportista con una autoconfianza trabajada, también será, por ejemplo, una persona poco aprensiva en su día a día.
Tener autoconfianza es tener una expectativa realista de lo que se puede conseguir. A veces entrenadores y deportistas mal interpretan el término ya que consideran que tener autoconfianza es creer que se va a ganar la carrera, el partido, aun sabiendo que no se puede lograr. En este sentido, la autoconfianza está relacionada no con lo que el deportista pueda hacer, sino con lo que de forma realista espera hacer.
El nivel de confianza que el deportista tiene sobre sí mismo y sobre su capacidad de resolver distintas situaciones de su deporte, afecta directamente a sus niveles motivacionales, al gasto energético, a las emociones y pensamientos positivos, a la habilidad para concentrarse y manejar la presión, a la resistencia física e incluso a la probabilidad de lesionarse físicamente. No obstante, un exceso de confianza puede generar cierto desinterés alrededor del esfuerzo en el deportista, empobreciendo su rendimiento ya que el propio deportista sobreestima sus habilidades y puede subestimar, si se da el caso, las del rival. Al contrario, un bajo nivel de confianza puede generar dudas que debiliten el rendimiento, creando cierta ansiedad y rompiendo la capacidad de concentración: se centrará más en sus debilidades que en sus habilidades.
En definitiva, la autoconfianza en el deporte es un aspecto fundamental en la que el deportista debe trabajar correctamente para mejorar el rendimiento y alcanzar los objetivos propuestos. Pero no sólo eso. Un deportista que trabaje la confianza en sí mismo para lograr sus retos deportivos será también una persona con confianza para conseguir sus retos personales. Por tanto, el deporte será un potente canal de transferencia de valores fundamentales que nos ayudará a resolver diversas situaciones que se nos plantean a lo largo de nuestras vidas. Como actúes como deportista, muy probablemente, actuarás en tu vida.
Así que, si queremos tener suficiente confianza para enfrentarnos a esos pequeños riesgos cotidianos que nos permiten prosperar en nuestras vidas, puedes y debes utilizar tu deporte como canalizador y optimizador de estos valores. De esta forma podrás conquistar y expandir tu territorio vital.
“Ganas fuerza, coraje y confianza en cada experiencia en la que realmente te paras a mirar al miedo en la cara”. Eleanor Roosevelt.












Ramiro | Domingo, 14 de Agosto de 2016 a las 09:33:17 horas
Hace no mucho tiempo no había carriles bici, menos tráfico y menos consciencia del peligro también. Cada día las ciudades mejoran y menos mal ya que en 2050 la mayoría de la población vivirá en grandes ciudades.
La confianza puede estar basada en premisas equivocadas. Sobretodo hay que procurar tener un gran sentido común, quizá el sentido que más escasea últimamente, muy ligado a la prudencia, que requiere tener mil ojos y PREparación antes de aventurarse en cualquier riesgo.
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