HABLEMOS DE JOSÉ MÚJICA

José Mújica, el que fuera presidente de Uruguay, ha dejado, y sigue haciéndolo, una estela de pensamientos difícilmente rebatibles. Es imposible que la derecha ideológica le pueda criticar nada a alguien que ha sido presidente del Gobierno de su país y que, cuando ha dejado de serlo, sigue viviendo en una digna pobreza. José Mújica se puede permitir el lujo de pensar en voz alta sin que nadie le pueda replicar, ni por la derecha ni por la izquierda, con un mínimo de debate razonable. Es es líder del Movimiento de Participación Popular, que es el sector mayoritario dentro del partido de izquierda Frente Amplio. La comparación de este movimiento con Unidos Podemos puede ser plenamente aceptable. Sin embargo, en la derecha ideológica de este país nuestro, cuando se quiere atacar a los movimientos del espectro ideológico de la izquierda siempre se hace mención a Venezuela, y no a Uruguay. El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, se codea en compartir espacio en nuestros informativos con el mismísimo presidente en funciones Mariano Rajoy. Pero, sigamos con José Mújica.

Por la redes sociales circulan sus exposiciones en diferentes foros, así como vídeos de sus intervenciones en los mismos. Se muestre en todos los lugares a los que asiste como una persona sin complejos, orgulloso de su pasado guerrillero, satisfecho de su lucha.

Su mirada, sin embargo, no es altiva. No va, como se suele decir, de “enterado”. Sus palabras no desprenden presunción alguna, todo lo contrario, la humildad predomina, al igual que el espacio vital en que se mueve, en todas sus apariciones.

He querido rescatar para este artículo algunas de sus intervenciones. Juzguen ustedes.

“Me preocupa la corrupción, no sólo por la corrupción sino porque puede apartar a la gente de la política que es la única herramienta que tenemos para cambiar las cosas”.

“Pienso que la política sigue siendo esencial, porque la llamada cultura del mercado no puede arreglar ciertos problemas, como la distribución de la riqueza. Sólo la política puede mitigar esta situación. Los partidos tienen defectos, pero es la enfermedad de nuestra propia sociedad. Pero no tenemos que cruzarnos de brazos cuando un partido no nos gusta. Creemos otro, no arrojemos la toalla. Hay que dignificar la vida de los partidos, el papel de la política, el valor de la construcción colectiva en nuestra sociedad, porque, por ahora, es la única herramienta para luchar por el progreso humano. La gente necesita creer en algo, confianza, fe, y hay que construir esa confianza con hechos, con conductas”.

“Esto es un cambio de civilización. Necesitamos un conjunto de decisiones de carácter mundial, ya no se arreglan las cosas en la esfera de ningún país. Necesitamos empezar a razonar como especie. Los pobres de África ya no son de África. Y para ver todos los tipos de negros ya no necesitas ir a África, basta con ir a Francia”, “Hay todo un continente de nylon bajo el mar. ¿A qué nación pertenece? ¿A qué país pertenece el planeta?”

Tenemos mucho que aprender de este “héroe de la política”.

Salud.