Antonio Franco
![[Img #57620]](upload/img/periodico/img_57620.jpg)
NINGÚN NIÑO SIN BIGOTE
Se ha puesto en marcha una campaña, denominada “ningún niño sin bigote”, para la recogida de leche con destino a la Asociación Banco de Alimentos que después será repartida entre aquellas familias más necesitadas.
Esta campaña (y otras de características parecidas) debería ser, cuanto menos, preocupante. Admitir que, en esta España nuestra del siglo XXI, socio de la Unión Europea, que presume de tener entre sus ricos más ricos a los primeros en el ranking de ricos del planeta, a los equipos de fútbol que mejor pagan a sus estrellas,... una parte de nuestra población infantil necesita calcio para su normal desarrollo, debería no sólo mover nuestra solidaridad, sino también (y sobre todo) nuestra indignación. ¿Es normal que suceda esto?.
Debería mover nuestra solidaridad (y de hecho la mueve), porque son hijos cuyas familias están pagando las consecuencias de la crisis. Debería mover nuestra indignación, porque existe una panda de golfos que guardan sus ahorros en paraísos fiscales para evitar tributar en España, con lo que su desmedida avaricia por poseer más provoca que haya que poner en marcha campañas como la de “ningún niño sin bigote”. Debería mover nuestra solidaridad ante la caridad de los canallas que acallan sus conciencias con una limosna mientras se dedican a ocultar, robar y engañar a Hacienda (que somos todos, o casi todos). Debería mover nuestra indignación ante los casos de corrupción que salpica a una parte de la clase política mientras niños en esta España de nuestros días no se pueden tomar un vaso de leche.
Cuando me enteré de la susodicha campaña no pude evitar retroceder en el tiempo. No puedo olvidar que sólo una generación nos separa de la pobreza. No puedo olvidar que hace menos de cincuenta años, a los niños de mi generación se nos facilitaba leche (líquida y en polvo) en el colegio, procedente de aquella primera ayuda que UNICEF dirigía a nuestro país, y que se extendió hasta el año 1968. No puedo olvidar aquella leche en polvo que, una vez preparada para su consumo, distribuía Cáritas. Que la leche formara parte de la dieta era un lujo. Que la leche forme parte de la dieta hoy también es un lujo que muchas familias no se pueden permitir.
Aquí no faltan artículos en las estanterías de las grandes superficies. Pero no todos alcanzan a esas repisas repletas de todo. Algunas madres mezclan leche con agua porque no les llega, y eso debería conmovernos e indignarnos.
Algo habrá que hacer. Aparte de poner en marcha la solidaridad y aportar nuestra ayuda a esos niños, algo hay que hacer. Si los que nos gobiernan no saben buscar soluciones ante este drama, ¿para qué gobiernan? Si desde la troika comunitaria no se actúa para acabar con el paro y con las medidas de recortes sociales, ¿para qué existen esos organismos? Una última cuestión: ¿se puede permitir que ciudadanos de la Unión Europea pasen necesidades extremas?
Esta es la Europa de los ciudadanos, ¿no?
Salud.












The Joker | Sábado, 28 de Mayo de 2016 a las 13:25:00 horas
Marta, pues no te lo discuto, pero en todo caso la calumnia es toda tuya, ya que si lees con atenciòn, no digo que Caritas emplea el 3% de lo que recibe del estado en la gente necesitada. Digo y repito, que la IGLESIA utiliza solo el 3% de lo que recibe del estado, via la famosa X de la declaraciòn de la renta, en financiar a Caritas, que no es lo mismo, bizquera que estrabismo. Aqui nadie acusa a caritas de nada, bastante tienen con ayudar al necesitado con la ridicula aportaciòn que recibe de la IGLESIA, que en realidad es de los ciudadanos. Espero que haya quedado aclarado y que para otra vez, leas bien las cosas antes de acusar a nadie de mentir o de alguna otra cosa. Gracias guapetona. No te mando un beso, porque Rebelderota se pone celosillo.
Accede para votar (0) (0) Accede para responder