Balsa Cirrito
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UNA NUEVA NOVELA DE FELIPE BENÍTEZ REYES
Aunque prometí llevarme un buen número de semanas de descanso y retirarme, es un decir, a meditar al Annapurna, me voy a permitir un paréntesis para hablarles del nuevo libro de Felipe Benítez Reyes. FBR es, entiendo, nuestro conciudadano más ilustre, y su primera novela en siete años supone, sin duda, un acontecimiento cultural que debemos subrayar y que no debemos dejar pasar como si se tratara de un capítulo más de Juego de Tronos (nunca he visto un episodio de Juego de Tronos, de hecho, al principio creía que se trataba de una partida de cartas, al estilo de la versión de sobremesa de World of Warcraft, pero como todo el mundo compara constantemente las circunstancias de la vida con Juego de Tronos, no quiero parecer del Antiguo Régimen y lo hago yo también, qué caray). Las grandes obras no aparecen con tanta frecuencia como aseguran las editoriales. Al cabo del año podemos encontrar cuarenta o cincuenta novelas con una faldilla en la que se lee: La nueva obra maestra de..., lo cual, ya digo, no tiene plaza, porque obras maestras se despachan pocas, muy pocas, si no no serían obras maestras, como mucho serían obritas maestrillas, lo cual, en realidad, sólo parece adecuado para aplicárselo a los libros para niños, a los que tampoco importa mucho la maestría teórica de sus libros, les basta con que los dibujos sean divertidos y la portada extravagante... En fin, creo que me estoy liando un poco. Lo que quiero decir es que El azar y viceversa, la nueva novela de FBR, sí es de las pocas, de las escasas obras que podría lucir la mencionada solapilla con justicia.
Hubo un tiempo en que FBR aparecía siempre precedido de la palabra "poeta", el poeta FBR ha hecho esto o lo otro, leíamos. Es verdad que había publicado algunas novelas nada desdeñables, pero seguía siendo, con preferencia, casi con exclusividad, el poeta FBR. Esta percepción cambió, creo, con la publicación de El novio del mundo, que situó a nuestro escritor en el Top Ten (como poco) de la novelística española. Muchos descubrieron entonces que FBR no era sólo un gran poeta - que ya sería bastante - sino también un eximio novelista; a lo cual dicho sea de paso, hay que sumar su breve incursión en el mundo del teatro y su constante actividad como ensayista y articulista, lo cual le hace competir en todos los géneros literarios, siempre a un nivel altísimo. Algo así como Saúl Ñíguez, que puede jugar de defensa central, de centrocampista defensivo o de delantero y en todos lados es un crack (por cierto, aupa Atleti).
No voy a hacer una crítica formal del libro - éste no es probablemente el lugar - pero me voy a permitir señalar con brevedad un par de cosas. La primera es que los novelistas españoles se dividen básicamente en dos categorías: por un lado están los que imitan a Paul Auster; y por otro los que nos cuesta una ardentía leerlos. Existe - por fortuna - una tercera categoría, más bien reducida, de escritores que no imitan a Paul Auster y que tampoco nos dormimos sobre sus páginas (o sobre su pantalla), sino que los leemos con placer. FBR pertenece, sin duda, a esta tercera categoría, que es la de los buenos, la de los que no plagian, sino que recogen los frutos de toda una tradición literaria porque asimilan y reciclan lo anterior, que les vale para crear un nuevo camino, el suyo. Una novela de FBR se parece sobre todo a FBR; podemos encontrar muchos ecos en El azar y viceversa, pero los ecos, si se me permite la imagen, no anulan a la voz.
El otro detalle que me gustaría señalar es la prosa de FBR en su novela. A menudo se tiene la sensación de que no desea abusar de su facilidad, que se contiene para no resultar apabullante, como un boxeador veterano que no quiere tumbar al novato en el primer asalto. Cuando murió Camilo José Cela, las crónicas periodísticas se refirieron a él de forma casi unánime, como "un maestro del idioma y del estilo". Pues bien, FBR escribe diez veces mejor que Cela.
En fin, El azar y viceversa, su autor la ha definido como muchas novelas en una. Merece la pena comprobarlo.












Gustavo Black&Decker | Viernes, 13 de Mayo de 2016 a las 23:59:26 horas
Sì, el mismo comitè de designaciòn de los Nobel que nombrò candidato al Nobel de la Paz a un tal Adolf Hitler, menudo ojo tiene el comitè. Son de fiar estos de los comites formados por tragaldabas , que estan al servicio del mejor postor. No creo que sea un insulto llamar a las cosas por su nombre. A la gente que se comporta como Mario Fatigas Dolorosas, se les llamaba en Inglaterra como "Groom of the Stool". Y creanme si les digo que de elegancia, etica y sobre todo estetica estos "Grooms of the Stool", y por ende Mario, no poseen ni un àpice.
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