Antonio Franco
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PERDIDOS EN EL ESPACIO
La sociedad necesita una “revolución copernicana” con suma urgencia. Cada cual cree ser un pequeño planeta y piensa que todo gira en torno a él. Sentado delante del ordenador, escondido en el recóndito espacio de una galaxia desconocida, allí establece su zona de influencia, otorgándose un nombre para su propio planeta. La potestad de opinar de todo y la manifiesta sabiduría desplegada en cada asunto tratado a lo largo y ancho del universo le hace invulnerable. Con tanta sabiduría acumulada es normal que confunda los idiomas y las culturas de la miríada de planetas esparcidos por tantísimas galaxias. Confunde el vocabulario de Lenguas muertas con el vocablo de idiomas actuales. En realidad desconoce casi todo, y eso es lo que lo hace invencible. Teje un campo de fuerza protectora en torno a su diminuto planeta y, ea!, a bombardear con dialécticos misiles los mensajes que recibe desde otras galaxias.
Se trata de una especie de “explorador espacial”. Si las señales recibidas no son de su agrado se prepara para el ataque cual depredador de noticias. Cuenta, entre sus actuaciones diarias, con un tiempo dedicado a la “exploración” de otros espacios, de otros planetas. Desde su ordenador selecciona a sus víctimas. Si el ataque es frustrado, no le pasa nada. Su “escudo protector” le aísla de cualquier ataque ya que su pequeño planeta es imposible de localizar.
La sociedad necesita una “revolución copernicana” urgentemente.
Al menos, una parte de la sociedad sí que lo necesita. Los problemas para muchos son sólo sus problemas. Se suman a las causas generales para resolver sus propias causas. Una vez solucionado sus problemas se descuelgan de las reivindicaciones primitivas y se aislan en sus mundos perfeccionados. Atrás quedan las migraciones por mor de las guerras, las caritas suplicantes de alimentos, las carnes desgarradas por fronteras metálicas... Los días se hacen cortos, demasiado cortos, y el tiempo dedicado antaño a reivindicaciones se va esfumando lentamente.
La sociedad necesita una “revolución copernicana” en la que el Humanismo, el hombre, sea el centro donde gire la Educación y la Cultura. Un giro en el que se destierre de nuestras vidas los fundamentalismos y los dogmatismos, que no las ideologías. Un giro en el que queden sepultados los motivos para asesinar, para maltratar, para explotar, para condenar... Para desterrar la creencia de estar en posesión de la verdad absoluta.
Puede ser que tengamos que crear un nuevo “Universo” para ello, o tal vez, aún se esté a tiempo de salvar el actual. Se puede empezar por evolucionar cada uno desde su parcela planetaria. A lo peor, la cosa no tenga remedio y estemos condenados, de por vida, a sufrir los ataques de diminutos planetas desde galaxias desconocidas y protegidas bajo el campo protector de la ignorancia y la sin razón. En este caso, en que esta especie de radicalismo vence a las fuerzas de la Razón, la Educación y la Cultura, sólo podemos evitar que “la mierda” no nos salpique.
Salud.












Krusty | Viernes, 18 de Marzo de 2016 a las 20:54:08 horas
Uy cuanta humildad lobuna, "una estrella que te molesta por su brillantez", eso es modestia y no soberbia. Es como la lagartija que se asoma a un espejo y vè un dragòn, que optimismo, màs moral que el Alcoyano. A no ser que se refiera a algùn planeta de los que se ven por este horizonte y del que serà un fiel satelite, coincidiendo en la orbita ideologica, quizàs de aquella galaxia a la derecha al entrar por la Via Fachosa. Pero bueno el autor de la orbita de este planeta de opiniòn, ya estarà acostumbrado a esos meteoritos o metepatitas que solo aterrizan para contaminar y destruir.
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