TRES COSAS

Justo, tres. No más, not more, non piú.
  

PRIMERA. Resulta grotesca y maligna la demonización que algunos hacen de los votantes del PP. Tras las elecciones y escuchando a muchos se diría que los votantes populares son más tontos que los Lemmings. Se los desprecia y parece olvidarse que son mayoría (o, al menos, mayoría minoritaria). Podrá gustarnos o no gustarnos ese voto, pero es absolutamente legítimo. Ridiculizarlos y ningunearlos sólo los hace más fuertes. Si una cosa aprendí en las dos campañas electorales en las que estuve al frente de una organización, es que casi todo el mundo sabe muy bien las razones por las que vota. Y las razones de cada cual son siempre respetables.
    

SEGUNDA. Hace casi un año predije en estas páginas el triunfo del PP en las elecciones, un PP en aquellos momentos hundido en los sondeos. Un amigo mío, que trabaja en un importante medio de ámbito nacional y que acostumbra a manejar todo tipo de encuestas, me decía entonces que no, que era imposible que con los datos que él conocía que el PP repitiera su triunfo. Le respondí - y el tiempo ha demostrado que estaba en lo cierto - que el PP tenía un poderoso aliado llamado Podemos. Rajoy debería agradecer a Podemos su triunfo en estas elecciones. Estoy seguro que cada punto porcentual que subía el partido de Pablo Iglesias en las encuestas, ha supuesto cien o doscientos mil votos para el PP. Ya en su día expuse que Podemos era un partido creado en Radio Intereconomía y Pablo Iglesias el líder elegido por el TDT Party. Visto lo que hemos visto, no queda ninguna duda de que se trata de la interpretación correcta. Por supuesto, eso no quiere decir que los de Podemos sean de derechas - sería ridículo pensarlo - sólo que son un instrumento de la derecha y que ellos le hacen el juego. Los de Podemos, lo saben, pero como se figuran muy maquiavélicos y muy listos, les da igual. Aunque a lo mejor de ahí viene el chuleo - rayano en el desprecio - que se han marcado con Izquierda Unida.
    

TERCERO. Muchas, muchísimas voces se oyen después de las elecciones abominando de la ley d´Hont. En realidad, la mencionada ley no tiene nada que ver, sino el sistema electoral. Pero quienes creen que nuestro sistema es injusto deberían darse una vuelta por Francia, por Gran Bretaña o por EEUU, y se iban a enterar de lo que es machacar a las opciones minoritarias. El sistema español está hecho para que se puedan crear amplias mayorías lo cual, queramos o no, es la forma en la que mejor se gobierna. Tener un parlamento atomizado con treinta partidos, en el que se montan coaliciones a la italiana, de cinco o seis formaciones, sólo perjudica a los ciudadanos. La política se convierte entonces en un guirigay y el parlamentarismo se transforma en un chalaneo perpetuo. En Italia, vuelvo a poner por ejemplo, y cito de memoria, apenas ha habido legislatura que haya llegado a su final. En prácticamente todas se producen elecciones anticipadas y la duración de los parlamentos no suele exceder los dos años. La cuestión es que Italia no funciona por el gobierno, sino a pesar del gobierno. Y todo ello por la dificultad de alcanzar mayorías. Hay quien propone en España que una serie de diputados no vayan por circunscripciones provinciales, sino que entren en una especie de circunscripción nacional. Podría ser y, evidentemente, aumentaría la justicia proporcional, pero, si soy sincero, le veo más inconvenientes que ventajas a ese sistema.
    

Una última reflexión. Gobierne quien gobierne, no vamos a ser más felices. Así que tomémonos el asunto con calma.