Balsa Cirrito
LA CULPA SÓLO PUEDE SER DEL BOOGGIE (A MENOS QUE SEA DEL CHACHACHÁ)
Sin duda Europa está perdida. Perdida sin remedio. Da igual lo que algunos – pocos – tratan de hacer. La semilla de la decadencia ha arraigado con tanta fuerza que nada puede arrancarla. La mayoría de los infinitos comentarios y reacciones en internet acerca de los atentados de Francia han sido para echarse a llorar; pero no para llorar un poquito, sino para desahogarse como en el final de La Traviata. ¿De verdad somos tan simples? ¿Tan ingenuos? ¿Tan infantiles? Nos hemos podido topar con un número casi infinito de posts culpando de los atentados parisinos a los bombardeos en Siria, a los americanos, a los traficantes de armas, a Israel (esto nunca falla), al trío de las Azores, a la CIA, a la discriminación de los inmigrantes, a Reagan (sí, sí, a Ronald Reagan), a los cristianos, al capitalismo internacional y a un larguísimo etcétera de rotondas que tratan de esconder lo que tiene una respuesta muy sencilla: la culpa de los atentados terroristas la tienen los terroristas. Y también el Islam. El mundo árabe y musulmán en su estado actual no tiene nada que ofrecer al resto del planeta sino mugre, miseria, fanatismo e injusticia. Por supuesto, faltaría más, no todos los árabes o musulmanes apoyan al terrorismo, pero nadie ha visto a un budista protestar por la voladura de las estatuas de Bamiyan atándose un cinturón de explosivos y haciéndose reventar en un restaurante de Rawalpindi, ni a un cristiano copto poner bombas en un tren con dirección a La Meca, ni a un judío estrellar un 747 contra un rascacielos de El Cairo. Algo falla, algo está contaminado, muy contaminado en un mundo como el islámico que produce con tanta facilidad individuos como los que cometen los atentados de París. O dicho de otra manera, razones para practicar el terrorismo las pueden encontrar (si a ello se ponen con la suficiente mala leche), todos los pueblos del mundo. En todos lados existen injusticias, desprecios, problemas económicos y cierto número de fanáticos. Pero sólo los musulmanes se empeñan en hacérselo pagar al resto de la humanidad.
Aunque quizás lo que más me apena es ver que los terroristas ya han ganado. Han ganado por goleada. Porque la situación es tan surrealista que cuántos más ataques perpetran, cuantos más horrores propagan, hay más gente que los justifica. A cada nuevo atentado parece crecer el número de personas que mantiene que la culpa no es de los terroristas, pobrecitos, sino del mundo, que ha sido muy malo con ellos. Digo yo, ¿cuántos europeos tienen que morir para que los consideren responsables? ¿Cuántas bombas deben hacer estallar? En 1938, tras el pacto de Munich en el que Francia e Inglaterra se bajaron los pantalones ante Hitler, Churchill tomó la palabra en el parlamento británico, y sus palabras podrían servirnos ahora: “Hemos preferido el deshonor a la guerra, y ahora tendremos el deshonor y también la guerra”.
Por supuesto, en el centro del movimiento lighticista que asegura que tor mundo es güeno se halla Podemos. En realidad, no nos debería extrañar. Hace poco veía en una entrevista en TV a Kichi, y cuando le preguntaban qué soluciones proponía para acabar con el paro en la bahía de Cádiz, su respuesta era de antología: “proponemos – decía Kichi – que se cree una Mesa Contra el Paro en la provincia”. Un partido que piense que la forma de acabar con el paro sea crear una Mesa Contra el Paro no debe sorprendernos que crea también que el terrorismo se puede combatir haciendo debates y asambleas. Reconozco, eso sí, la buena intención. Nadie que esté en su sano juicio puede plantearse una guerra como un objetivo deseado, y en Podemos, el gen pacifista ha brotado con nobleza. La pena es que Podemos ha plasmado esas ideas en un documento que viene a ser el súmmum del papanatismo bienintencionado, del panfilismo, de la negación de la realidad. Hay algo terrible y que señala con frecuencia alguien tan poco sospechoso como el expresidente de Uruguay, Pepe Mújica, y es el infantilismo de la izquierda-izquierda. En partidos como Podemos confunden cómo deberían ser las cosas o cómo nos gustaría que fueran las cosas a como son realmente las cosas.
Voy a tratar de contenerme porque, ya digo, las propuestas de Podemos parten de un noble sentimiento pacifista, pero leer sus iniciativas descorazonan al más bravo. Dicen, por poner un ejemplo, que “hay que cortar las vías de aprovisionamiento logístico del Estado Islámico”. ¡Qué listos son, caray! ¿Y cómo lo van hacer? ¿Mandarán aduaneros? ¿Enviarán voluntarios de las ONG? ¿Pondrán chinchetas en la carretera? O esta otra propuesta: “Neutralizar las redes de captación y reclutamiento”. Vaya, qué bonito. ¿Repartirán octavillas para conseguirlo? ¿Programarán mítines de Íñigo Errejón en Faluya con traducción simultánea al árabe? ¿Emitirán documentales en Al-Yazira para concienciar a los árabes de que el terrorismo es muy malo y que perjudica gravemente la salud?
Por supuesto, lo más divertido es cuando se habla de financiación. Es el caballo de batalla no sólo de Podemos sino de ese numeroso grupo de candorosos individuos a los que les gusta hacerse pasar por maquiavélicos. “Hay que buscar a los que financian al DAESH” “¡La conspiración internacional que anda escondida!” Ya saben, detrás del DAESH tiene que estar EEUU o Rusia financiando, porque… porque… porque… No se sabe por qué ni aportan razón o prueba, pero decir que los americanos están detrás de todo es una tradición, ¿no? Por lo visto el DAESH, con un territorio de 200 o 300 mil kilómetros cuadrados en el que abunda el petróleo, no puede financiarse por sí mismo. A lo que hay que añadir que estos defensores de los musulmanes y de los árabes no caen en lo increíblemente racista que es su suposición. Parecen decir que los árabes o los musulmanes no pueden ser unos cabrones por sí mismos, como somos el resto de los ciudadanos del mundo, sino que necesitan que vengan desde afuera a enseñarle cabronades ya que ellos son tan torpes que ni eso saben.
Hablaba antes de Churchill. Cuenta éste en sus memorias que dos o tres años antes de la II Guerra Mundial, en la universidad de Oxford, el enclave máximo de la sabiduría británica, los estudiantes decidieron en una asamblea “negarse a defender por las armas a Inglaterra o al Imperio Británico, utilizando siempre la negociación como la única fórmula para resolver los conflictos”. Churchill, que era un tipo tirando a belicoso, se indignaba al recordar el episodio, pero apostillaba que poco después de aquello apareció Adolfo Hitler en el panorama, y que los estudiantes de Oxford, después de todo, “supieron luchar con valor y heroísmo”. Nadie, sino un loco, puede preferir la guerra a la paz, la batalla a la negociación, la muerte a la vida. Pero, precisamente, a veces aparece ese loco por delante. Y entonces las palabras no sirven de nada.
PD: Más arriba mencioné que el mundo árabe e islámico son una merde en su estado actual. Sin embargo eso no quiere decir que lo hayan sido siempre o que lo tengan que ser en el futuro. Pero el primer paso para dejar de ser merde es reconocer que se está bien hundido en la merde. En otras épocas los árabes y musulmanes no sólo no andaban detrás en ciencia y cultura, sino que andaban muy por delante del mundo cristiano. Con ello me refiero a que los árabes o musulmanes, per se, no han de ser inferiores a nadie, ni mucho menos. Y añadamos de paso que su momento más glorioso corresponde a España. Cuesta trabajo entender por qué en nuestro país presumimos tan poco de ello. Dos veces en la historia, España ha sido top of the world, la cima del mundo. Siempre se recuerda el siglo XVI, pero se olvida la gloria inmensa, española y andaluza del Califato de Córdoba. Y para que no parezca que me puede el patriotismo, les dejo con un interesante fragmento de un escritor americano, Daniel Eisemberg; merece la pena leerlo: “ En esa Edad de Oro, durante el Califato y los reinos de Taifas, España era, sin discusión, el país más avanzado de Europa. Poseía las bibliotecas más copiosas, la poesía más fina, la música más elaborada, el sistema legal y gobierno más desarrollados y las ciencias y artes prácticas en el más alto nivel. España sobresalía como en ningún otro período. Era también la sociedad más cosmopolita de Europa, si no del mundo entero. El que quería ensanchar sus horizontes intelectuales o culturales iría no a Oxford o París, sino a Toledo o a Córdoba”.












Tony Soprano | Miércoles, 25 de Noviembre de 2015 a las 18:26:58 horas
Pues no lo sé Marta, me guio por lo que tú afirmas tan rotundamente, que la mayoria piensa como el articulista y tú, que supongo está basado en que conoces personalmente a la mayoria, uno a uno, y sabes que piensan. Eres tú la que se cree en posesión de la verdad y muestras tu radicalidad otorgandote el pensamiento normal y al resto el anormal, según tú, ¡oh oraculo infalible! Debe ser genial saber que piensa la mayoria, así que podrias darnos tu augurio de quien ganará las proximas elecciones.Y yá de paso la proxima quiniela, que algunos estamos caninos. Por favor, bella sacerdotisa de Delfos
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