Toledo House, el último negocio de la ‘Red Square’ en la Costilla
Sitúense en la década de los años 50. No piensen en una plaza de la Costilla como la de hoy en obras, ni tampoco la de hace un mes como la han venido observando en las últimas décadas. Hagan un ejercicio de imaginación, sobre todo las generaciones más jóvenes, e imaginen que durante una época, la plaza Jesús Nazareno albergó negocios tan variopintos como lavanderías, sastrerías y muchos “night clubs” enfocados a un perfil de cliente muy concreto: el militar norteamericano que llegaba a Rota con destino a la Base Naval y que fue una pieza clave para la revolución económica de un pueblo que hasta entonces poco más de pesca y campo sabía.
En aquellas décadas, donde la llegada de la Base fue un revulsivo absoluto para la localidad, la Costilla era conocida como la Red Square (Plaza Roja) por la cantidad de farolillos rojos que indicaban la presencia de clubes nocturnos que los americanos solían frecuentar. A aquellos que hoy pintan canas no les sonará a chino esta estampa, pero para otras generaciones, quizás sea difícil de imaginar. Aún así, este reportaje no va de aquellos maravillosos años en los que el roteño manejaba dólares a puñados y Rota podía competir incluso con la mismísima capital de España en la actuación de artistas internacionales, estrenos de Revistas o llegada de música internacional. Este texto centra su mirada en un negocio familiar que abrió en 1955 un visionario toledano que viendo lo que la presencia militar podría suponer, apostó por abrir una tienda de artesanía nacional en pleno corazón de la Costilla.
Toledo House, un excepcional embajador de artesanía nacional en EEUU
Quizás Toledo House, este negocio en cuyos escaparates cuelga hoy el cartel de liquidación por cierre, siempre estuvo desubicado en aquella 'Red Square' donde los americanos iban a saciar sus horas de ocio. También muchos roteños podrán pensar lo mismo hoy día porque sin duda, los hay que jamás han puesto un pie en una tienda que lleva más de 60 años abierta en una zona tan frecuentada como la Costilla. Para quien alguna vez se haya hecho la pregunta de cómo ha logrado subsistir esa tienda en la que desde sus escaparates se veían espadas toledanas, armaduras, catanas o las conocidas flamencas de Marín, la respuesta ya pueden imaginar que tiene color americano.
“Nuestro mejor cliente siempre ha sido el militar norteamericano. El dinero no era un problema para ellos y apreciaban el artículo de calidad por el que estaban pagando cifras que el roteño nunca pensaría y tampoco se podía permitir”, cuenta Paco Heredero Lozano, un octogenario que a sus 27 años, cogió sus maletas de viajante mayorista en la venta de artículos artesanales de mucha calidad, y de Toledo se asentó en Rota. En su visión no se equivocó. Más de 60 años ha permanecido Toledo House en la localidad siendo un referente no tanto entre los roteños, aunque también ha habido clientes locales, como entre la población de militares. Se puede decir que en la década de los 50, 60, 70 y 80 principalmente, Toledo House ha sido un excepcional embajador de la artesanía española en EEUU. Y es que son miles de americanos los que una vez que terminaba su destino en Rota, se iban cargando con un artículo nacional salido de las colmadas vitrinas de Toledo House.
Paco Heredero tiene hoy día 87 años. Es afable, le gusta contar historias y principalmente, aquellas que han salido de su negocio de donde ha tenido la suerte de hacer grandes amigos. “He tenido amigos americanos que primero fueron sólo clientes, y he vivido con satisfacción cómo cuando volvieron al terminar su destino en la Base, han regresado décadas después y se han sorprendido porque todavía estamos aquí”, cuenta un nostálgico empresario al que le da pena cerrar la que considera la “tienda madre” de su vida laboral.
60.000 pesetas por un ajedrez de madera o 90.000 por un abanico de nácar
A lo largo de su vida ha viajado mucho, ha abierto otras tiendas similares al Toledo House de Rota, como la de Sant Feliu de Guíxols en la Costa Brava que cerró al poco tiempo, la de Torremolinos, o la de Tossa de Mar (Gerona) que ha tenido abierta 40 años. Todas han sido coetáneas con la de Rota, pero ninguna como la de esta villa a la que tiene especial cariño. Hoy, cuando se plantea su cierre, lamenta que la artesanía de calidad ya no se valore como antes. Atrás quedaron épocas en las que se pagaba hasta 60.000 pesetas de los años 80 (unos 350 euros de hoy) por un ajedrez hecho en madera; 100.000 pesetas de entonces (600 euros actuales) por una figura Lladró; 50.000 pesetas por un abanico de nácar o una figura de El Quijote en madera de Ouro. Por el mostrador de Toledo House han pasado hasta pistolas de pólvora (que en teoría no disparaban) o armas inutilizadas del ejército por las que se interesaba el americano. Hoy cuentan con artículos que tienen más de cien años, aunque no están a la venta.
Desde su año de apertura en 1955 siempre ha ocupado la misma esquina de la actual plaza Jesús Nazareno. Sólo en la década de los 80 tuvo que mudarse a la hoy calle Higuereta durante un par de años mientras construían el edificio en cuyos bajos está este local desde 1986, año de su reinauguración. Desde entonces, el interior de esta tienda ha permanecido igual. Las vitrinas de madera a través de las cuales se ha respirado calidad, artesanía y poderío, acogían desde espadas toledanas (las más demandadas por una particular clientela), muñecas Marín (la conocida flamenca que ha coronado muchos televisores españoles y parte del extranjero), guitarras españolas, damasquinado de Toledo, perlas de Mallorca, mantillas españolas, jabones y perfumes de Myrurgia, artículos de decoración en madera española, botas de vino hechas en Pamplona, cestas de esparto, escudos toledanos, hasta 70 estilos de ajedreces de madera hechos a mano, bolsos de piel de cocodrilo y un largo etcétera de los que hoy cuelga el cartel de liquidación.
En una época en la que la palabra souvenir ni siquiera se conocía, Toledo House ya lo incluía entre sus artículos de venta. “Fue con la llegada de la Expo’92 de Sevilla cuando el souvenir comenzó a cambiar. Se introdujeron las camisetas, otro tipo de recuerdos que se hicieron más asequible a otros bolsillos aunque el americano siguió siendo nuestro mejor cliente”. Esto lo cuenta Paco Heredero hijo, que en 1990 se trasladó a Rota y se puso al frente del negocio a sus 34 años. Hoy tiene 59 y representa el cambio generacional dentro de Toledo House. Aunque siempre ha sido fiel al estilo del negocio, quizás una de sus aportaciones haya sido la introducción de las nuevas tecnologías, la venta online, pero no de la tienda sino a título personal y en un círculo de coleccionistas “pero el funcionamiento ha sido siempre el mismo y así será hasta que nos vayamos definitivamente. El volumen de americanos ha bajado mucho, su nivel adquisitivo ya no es el de antes y en realidad, el low cost se ha impuesto por lo que pocos están dispuestos a pagar por artesanía nacional lo que esta vale”, comenta Paco hijo.
Dentro de unos meses, cuando acaben con el género que encierra aún este emblemático local, que por su situación se rifarán nuevos inversores, esas joyas artesanales pasarán a ser historia precisamente porque muchas de las empresas fabricantes que eran proveedoras de Toledo House ya han cerrado también sus puertas.
Las espadas toledanas y la flamenca de Marín las más demandadas
Aunque ha habido artículos de todo tipo, siempre con el eje común de ser artesanía nacional, Toledo House ha tenido en sus vitrinas un gran aliado: las espadas toledanas de las que en la década de los 60 y 70 llegaban a venderse entre 4 y 5 diarias a precios que variaban entre 10.000 y 25.000 pesetas de la época o 700 euros de los actuales. Los militares, españoles y estadounidenses, acudían expresamente a buscarlas cuando llegaban a Rota ya que el boca a boca fue un gran socio de Toledo House para darse a conocer. Paco recuerda la llegada del barco taller de submarinos USS Canopus, (entre los años 60 y 70) como la época dorada para la economía local con entre 3.000 y 5.000 americanos haciendo vida de verdad en locales del pueblo. Su negocio prosperó y vivió años espléndidos para su caja registradora, con cola para comprar. Su clientela no escatimaba, dice, y el americano sabía que se estaba llevando un producto de alta calidad. Una calidad que hoy ya no se aprecia y no es asequible para los bolsillos de la mayoría. Por eso, echar el cierre es una opción a la que han llegado en este negocio familiar que se niega a que los nuevos artículos “Made in China” que les ofrecen los proveedores, convivan con la Artesanía Nacional, así, con mayúsculas, a la que han dedicado 4 décadas.
Sus propietarios ven con nostalgia cómo se acerca el cierre de esta emblemática tienda que para muchos roteños es una auténtica desconocida, y que sin embargo, para centenares de militares ha sido todo un atractivo donde gastar su dinero. “Nunca hemos sido una tienda grande en dimensiones pero sí en calidad y variedad; hemos vivido épocas incluso en las que se hacía cola para comprar”, comenta Paco, el fundador de Toledo House, que recuerda que en estos años también han tenido competidores que pese a ello, nunca hicieron mella porque había pastel para todos. “Hemos sabido mantenernos pero ahora cada vez es más difícil. Nunca hemos engañado a un americano en el valor de las cosas y por eso, hicimos buenos amigos que todavía mantenemos”.
Hoy, con la cercanía del cierre de la tienda, padre e hijo no esconden su tristeza. Es decir adiós a seis décadas de historia y anécdotas “pero el negocio familiar es difícil de mantener en estos tiempos. Hemos visto desde nuestro mostrador el cambio de la Costilla, el cambio del perfil del turista, del americano y con eso nos vamos. Hemos sido una gran tienda de souvenir”, manifiestan convencidos de la calidad que siempre han vendido. “En el futuro, nos gustaría que este local -que es de su propiedad-, fuera para montar un negocio con clase, no sé de qué tipo, pero que tenga personalidad y estilo propio como la ha tenido siempre Toledo House”. En unos meses, probalemente en verano, cerrará el último resquicio de aquella mítica 'Red Square'.
Roteños con memoria | Martes, 24 de Noviembre de 2015 a las 11:47:41 horas
Durante mas de 35años alli atendia un señor,Don Celestino,y una chica mas joven,Doña Rosamari,durante 20años,y ellos han sido el alma de ToledoHouse,dos grandes personas,muy agradables y correctos en el trato,a los q tengo una grandisima estima,yo iba a encontrarme con ellos,no a buscar al dueño del negocio ni a su hijo.Desde q dejaron de estar ambos trabajadores,nunca mas entre a comprar y asi mucha gente,podian haber cerrado entonces.Mi reconocimiento va para estos dos trabajadores q si son del pueblo,q sepan q se les ha echado de menos,aunque su antiguo jefe no los haya siquiera mencionado.
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