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Sábado, 10 de Octubre de 2015

Balsa Cirrito

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UNAMUNO Y EL VIENTO

 

 

 

 

En 1939, setenta y cuatro años después de finalizada la Guerra Civil Americana, se estrenaba en Atlanta Lo que el viento se llevó, el mayor éxito de la historia del cine. La película había sido realizada por gente del Norte, no en vano su productor y alma mater, David O. Selznick, era natural de Pennsilvania, territorio que podríamos considerar el corazón de los Confederados norteños; pese a ello, la película muestra el conflicto desde la perspectiva de los estados del Sur. En España hace setenta y seis años que vimos el fin de nuestra Guerra Civil, sin embargo, no logro imaginarme a Bardem en una película en la que los buenos fueran los nacionales o a Alfonso Ussía escribiendo el guión de una cinta que reflejara la guerra desde la óptica de los republicanos; por supuesto, no estoy muy seguro de querer ver una película con un guión escrito por Ussía, pero desde luego significaría que ciertas heridas quedaban cerradas.


De verdad hay motivos para sentirse perplejo por lo habitual que es todavía en España que la Guerra Civil se utilice como arma en infinitos debates, sin ir más lejos en los foros de todos los periódicos, incluyendo éste (rara es la semana en la que algún lector no me la saca a relucir en estos artículos). Especialmente, una cuestión me hace flipar como si llevara horas metido en un coffe shop, y es que hay mucha, muchísima, probablemente la mayoría de la gente, que piensa que la Guerra Civil Española fue una historia de buenos y malos. Y no creo que fuera así. Fue una historia de malos y malos; no hubo ningún bando bueno porque los dos cometieron, no ya crímenes, sino horrores y monstruosidades que hubieran puesto los pelos de punta a Atila y a Vlad Tepes. Por supuesto, no me voy a enfangar en el asunto de quién llevaba razón o quién empezó a dar las bofetadas, porque, a mi modesto entender, una atrocidad contra un inocente nunca está justificada, haya hecho lo que haya hecho el bando contrario, por ello me voy a referir a la personalidad que quizás refleje mejor lo que ocurrió entonces, al español que simboliza mejor que nadie la perplejidad moral de aquellos días, a quien quizás nos pueda explicar cómo nos sentiríamos nosotros ante tan pavoroso precipicio. Hablo de Miguel de Unamuno.


Don Miguel. Miguel de Unamuno era muy vasco, muy vasco, muy vasco; y a la vez, muy español, muy español, muy español, y, probablemente, se trate de la figura intelectual de nuestro país con mayor proyección internacional durante el primer cuarto del siglo XX. Pronto mostró sus ideas republicanas, motivo por el cual fue represaliado varias veces y cesado en sus cargos universitarios. Durante la dictadura de Primo de Rivera, fue la personalidad más destacada de la oposición, y seguramente quien más influyó en la proclamación de la II República Española; en las primeras Cortes, salió elegido como diputado de la coalición republicano-socialista. Con todo ello quiero indicar que no estamos hablando de ningún reaccionario ni de ningún escritor fascistoide y clerical, sino más bien de todo lo contrario. Pues bien, Unamuno fue desencantándose poco a poco de la República, hasta el punto de que cuando Franco se sublevó, lo recibió como a un “salvador de la civilización occidental”, lo cual indica, sin duda, el nivel de degradación que había alcanzado la República por la que Unamuno tanto había luchado. Pero don Miguel, como buen intelectual, veía la doble cara de las cosas, y en seguida comprobó que los franquistas tampoco eran lo que él hubiera deseado. Muchos amigos suyos habían sido detenidos, bastantes de ellos fusilados por el Bando Nacional; y las peticiones de clemencia del gran escritor vasco eran sistemáticamente ignoradas. Lo que nos lleva al que quizás fuera el punto álgido de la vida de Unamuno, el 12 de octubre de 1936, en el acto de apertura del curso de la Universidad de Salamanca. No voy a contar toda la historia porque me excedería mucho en el espacio, aunque al final dejo un enlace para quien tenga interés y cuya lectura recomiendo vivamente. En aquella ocasión, Unamuno, con gran valor físico y moral, se enfrentó al brutal fundador de la Legión, el general Millán Astray, que en su perorata había soltado aquellas famosas y vergonzosas palabras: “Muera la inteligencia; viva la muerte”. Unamuno, ante un público repleto de legionarios y de falangistas, se le opuso con un discurso en el que resonó una de sus más memorables sentencias: “venceréis, pero no convenceréis”. A la salida del acto, Unamuno estuvo a punto de ser linchado por algunos militares; si logró escapar con vida fue porque la mujer de Franco (que, justo es decirlo, se comportó con gran dignidad en aquel instante), lo tomó de un brazo, mientras que José María Pemán lo cogía del otro. Al día siguiente, Unamuno quedó en arresto domiciliario en su casa, situación en la que permanecería hasta su muerte, dos meses después. Dos meses de profundo pesar. Había contribuido más que nadie al advenimiento de la República; había abjurado de esa República y había saludado a los generales rebeldes; había visto que lo que eran capaces esos generales y se había opuesto a ellos; y finalmente quedaba encerrado en su casa, repudiado por los dos bandos. El español más preclaro de su tiempo comprendió mejor que ningún otro que no había que luchar por ninguno de los dos contendientes sino que había que luchar contra los dos. Contra. Una lucha desde luego perdida, pero juraría que la única honesta.


A menudo me pregunto – y creo que no soy el único – qué hubiera hecho yo o qué actitud hubiera tomado durante aquellos días. Reconozco que desde lejos es muy fácil juzgar, y tildar a éste y a aquel de esto o de aquello, o censurar a alguien por no pensar en 1936 de la forma en que pensamos nosotros en 2015. Lo que sí creo fervientemente es que hay que olvidar. Ante una injusticia o un crimen de un lado siempre habrá quien esgrima una injusticia o un crimen del bando contrario. Si aquello tuvo un sentido es el de que el único recuerdo que debe permanecer es el del horror. El resto es cosa de historiadores, no asunto de debate para ciudadanos. Justamente, lo contrario de lo que ahora estoy haciendo.

 

PD: Incluyo un enlace que cuenta con brevedad los hechos del 12 de octubre de 1936, aunque es fácil encontrar muchos más en la red.
https://es.wikipedia.org/wiki/«Venceréis,_pero_no_convenceréis»

 

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  • Maquinavaja

    Maquinavaja | Miércoles, 14 de Octubre de 2015 a las 17:58:41 horas

    Que fácil, y que conveniente, es olvidarse y pedir que otros olviden, cuando lo que hay que olvidar son crimenes cometidos en nombre de la ideologia, religión o grupo al que uno pertenece. Y cuando uno no tiene familiares enterrados en fosas comunes, ni le importa que existan seres humanos sin enterrar de forma digna. Y esta gente es la que se atreve a juzgar a los demás, acusandolos de acumular odio y veneno, cuando ellos son incapaces de sentir el minimo respeto por los muertos victimas de una dictadura. Gente sin alma, deshumanizada, que se atreve a juzgar a los demás.

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  • Juan

    Juan | Martes, 13 de Octubre de 2015 a las 23:07:24 horas

    Sin duda, hay gente que, para mal, no olvida, hay gente que acumula odio, hay gente que vive muy bien gracias al sistema que quiere derribar y hay quienes van de buenos por la vida y tienen estricnina en vez de sangre. Cada cual que se mire al espejo y se posicione. También habrá quien duerme tranquilo con la tarea más o menos hecha siempre con buena voluntad, y habrá a quien los entripados no le dejan dormir por esos demonios a los que me refiero. Algunos no merece más contestación. Salud.

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  • Maquinavaja

    Maquinavaja | Martes, 13 de Octubre de 2015 a las 17:24:50 horas

    Hay que ver cuanto fundamento puede llegar a tener el comentario servil de algunos. “Los que no olvidan“, como olvidar un genocidio y que compatriotas permanecen enterrados en cunetas. “Los que acumulan tanto odio“, con esto debe de referirse a los criminales de una dictadura que exterminaron a miles de personas, inocentes e indefensos, contando mujeres y niños. Y con “los que viven del sistema“ se referirá miembros de la monarquia, la iglesia, el ejercito y la politica que aparte de ejercer de sanguijuelas del sistema y de trincar algo más, no aportan nada.

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  • Juan

    Juan | Martes, 13 de Octubre de 2015 a las 00:59:30 horas

    Llevo varias semanas leyéndote y disfrutando con tus artículos. Estos sí merecen esa categoría periodística. Te felicito. Están bien construidos y con contenido. Hay más información que opinión. Y si tomas partido lo haces a partir de conclusiones fundadas. En fin, te felicito, pero no te arriendo las ganancias. Los que no olvidan, aunque otros ya olvidaron, los que todavía acumulan tanto odio, los que viven del sistema para ejercer de antisistema, y tantos otros que revestidos de buenos tienen veneno, te van a crucificar porque muchos no quieren oír más que lo que les interesa. Un saludo.

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  • El Cuervo

    El Cuervo | Domingo, 11 de Octubre de 2015 a las 18:56:15 horas

    Muchos presumen de argumentos, pero nunca los presentan, se les vá la fuerza por la boca, como a los charlatanes de feria, puros sacamuelas sin otra arma que el insulto fácil o la injurias más ruín. Que Zapatero fué mal presidente en su segundo mandato nadie lo discute, pero habría que recordarle a más de un desmemoriado, que quien infló la burbuja y quien dió asilo y cancha a los especuladores que la provocaron fué un tal Aznar, a la postre marioneta de un tal Bush y mentor de un tal Rato, que defraudaba a hacienda mientras que era ministro. Volver al origen de la corrupción quieren algunos.

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  • El Cuervo

    El Cuervo | Domingo, 11 de Octubre de 2015 a las 18:48:55 horas

    Hay que ser algo babieca, o vivir en la rue del percebe o ser de la piel de Caín, nunca mejor dicho, para utilizar la palabra perdedores para tratar de provocar, cuando en una guerra todos pierden, yá que son los inocentes los que engrosan las listas de bajas. Solo los desalmados pueden considerarse ganadores de una guerra, aquellos que la usan para sus intereses, llamense Bush, llamense Aznar o como se llamen y sus acólitos. Si algunos piensan y se atreven a plasmarlo que los que defienden una democracia son iguales que los que provocan una guerra con miles de muertos para derribarla...

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  • TNT

    TNT | Domingo, 11 de Octubre de 2015 a las 12:06:50 horas

    Es curioso llamar argumentos al insulto soez y chabacano, que es a lo unico que llegan algunos. Y lo digo porque estoy harto de leer a ciertos comentaristas que siempre tienen la misma salida trillada del insulto vulgar y arrabalero, al carecer de esos argumentos de los que presumen y que hasta ahora nunca hemos leido. Tipico de los fachosos adocenados que incluso no dudan en halagar con el servilismo más purgante a cualquiera que se autodefina de izquierdas y que reniegue de sus origenes. Quizás por eso el PP y el PSOE no se distingan tanto el uno del otro, cada vez parecen asimilarse más.

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  • Hermano Lobo

    Hermano Lobo | Domingo, 11 de Octubre de 2015 a las 10:49:26 horas

    La intención es lo que prima; la tuya ha sido buena, pero predicas en el desierto. Has visto el tiempo que tardan los revanchistas perdedores en tratar de convencernos que unos eran menos malos que otros. Tantos argumentos hay para dejarlos en ridículo que no cabrían en cien espacios como este. Y lo mejor es olvidar y volver al clima pre-Zapatero, el que abrió la caja de los truenos, que había en nuestra sociedad.

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  • ADR

    ADR | Sábado, 10 de Octubre de 2015 a las 18:33:37 horas

    Anda que han tardado bastante en salir los amargaos de siempre, lleva razón Cirrito condenar de una manera ideológica e interesada unos hechos, siempre hay la posibilidad de que otros les recuerden sus tropelías. Una cosa es olvidar y otra muy diferente es ser tan cansino con este tema. En adelante no voy a contestar a estas gentes, aunque tenga argumentos para hacerlo.

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  • Tomasito

    Tomasito | Sábado, 10 de Octubre de 2015 a las 16:28:54 horas

    Ya verá señor Balsa, cuando ésta semana que el artículo lo admite,ésos incansables cansinos históricos que asiduamente se asoman por éstos foros, con el tema de la guerra Civil de fondo, con profundo distanciamiento ideológico y hasta cívico, por llevarle la contraria e irse por otros cerros de Úbeda y con asuntos que nada tienen que ver con lo que usted ha escrito, se abstienen de comentario alguno..., o lo mismo por escribir éste simple comentario se meten conmigo, ¡Dios no lo quiera por favor!Por cierto, Miguel de Unamuno,un personaje para bién de todas,todos.

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  • Marco Tulio Cicerón.

    Marco Tulio Cicerón. | Sábado, 10 de Octubre de 2015 a las 13:17:17 horas

    Y con todo ello tampoco hay que olvidarse de que todas las victimas pertenecientes al bando nacional tuvieron su cristiana sepultura y su homenaje, mientras que los miles de victimas republicanas represaliadas y asesinadas por el bando de la dictadura, continuan enterrados en cunetas y descampados, e incluso muchos de ellos mantienen un recuerdo en los registros oficiales de delincuentes o enemigos del estado, incluso cuando se ha demostrado que no fueron más que honrados ciudadanos, victimas del terrorismo de estado y de la ambición de algunos colaboracionistas de la dictadura.

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  • Marco Tulio Cicerón

    Marco Tulio Cicerón | Sábado, 10 de Octubre de 2015 a las 13:09:59 horas

    Existe una inscripción en Alemania que reza “Los pueblos que olvidan su historia, estan condenados a repetirla“. Por tanto, perdonar sí, olvidar jamás. Eso de que ambos bandos fueran iguales tampoco es justo decirlo, uno representaba a un estado demócratico y el otro a unos golpistas que buscaban revertir una situación donde el gobierno trataba de acabar con las diferencias sociales y por tanto acabar con los privilegios de los mismos que patrocinaron y sufragaron el golpe de estado. Ese fué el fondo de la cuestión. Lo demás son solo burdas justificaciones.

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