Balsa Cirrito
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100 DÍAS, UN LIAÑO Y LAS 50 SOMBRAS DE LORENZO
A los cien días de sillón es costumbre que se analice al gobierno que se sienta en el correspondiente trono; de este modo, es tradicional señalar con mala uva los errores casi inevitables en los novatos, y mencionar como de pasada los aciertos que hayan podido tener. Pobrecillos.
Pues aquí en Rota, durante los primeros cien días de gobierno municipal lo mejor que ha pasado ha sido que Juan Antonio Liaño se ha convertido en el líder local del PP. Y no lo digo por hacerme el chachi, sino por razones, entiendo, de absoluta lógica.
Recuerdo a uno de los concejales del PSOE de los tiempos en que gobernaba Domingo, que me comentaba hace no mucho la extraordinaria unión y compromiso que mantuvo su equipo por entonces. Aún restando las flores que cada cual se echa en estos casos, y la gasa embellecedora que pone el tiempo, creo que dijo una gran verdad, sobre todo, por las razones con las que acompañaba la afirmación: “estábamos en minoría – relataba este concejal – nos tenían siempre sobre el filo de la navaja, nos acosaban y nos criticaban durísimamente, de forma que no tuvimos más remedio que convertirnos en una piña y trabajar más”.
Al actual equipo de gobierno, las cosas, de inicio, le han salido razonablemente bien, incluso ha llegado a recibir felicitaciones por parte de la oposición en algún asunto, como la remodelación de la Fiesta de la Urta. Esa misma oposición es la que, tierna como un cordero, ha realizado hasta ahora desmayadas críticas, apoyadas casi siempre con endebles argumentos, tanto que, en la mayoría de los casos, parece asesorada por Eduardo Inda, ya saben, ese individuo que hace simpático a todo al que critica.
Pues bien, esto no es bueno. En una situación tan plácida y tan aburrida, los gobiernos se apoltronan, los concejales buscan más el lucimiento personal que el bien común, y todo ello termina siendo bastante chungo para el pueblo. Y es que tan mala es una oposición feroz y ultrabelicosa, de esas que muerden, de las que no dejan actuar porque la crispación alcanza el cielo, como una oposición complaciente, que está ahí de paripé y con la que el equipo de gobierno puede hacer lo que le venga en gana (dentro de un orden, claro está).
Por eso digo que lo mejor que le ha podido ocurrir al gobierno de Javi es la aparición de Liaño. Liaño nos asegura una oposición fuerte, con su pizca de mala leche en ocasiones, pero que nunca – entiendo – traspasará ciertos límites. Y todo esto con el añadido del concejal revelación de la temporada, Dani Manrique, que, de momento, apunta maneras de muy buen fajador. Podemos imaginar excelentes combates – desgraciadamente no en los plenos, pero sí en la prensa – entre Manrique y Liaño, que, para qué vamos a engañarnos, es lo que más nos gusta a quienes seguimos de cerca estas cosas.
Pero no me quiero desviar. Hablo en serio: una de las peores cosas que le puede pasar a un gobierno es actuar sin oposición; teniendo delante sólo gente que le diga “qué bien lo has hecho” o “eso está muy bien, señor alcalde” o “esos que nos critican son unos fachas”; añado más, también es malo gobernar sin algunas meteduras de pata o torpezas que lleven a fracasos (parciales, claro), porque el fracaso es lo que curte, lo que endurece y lo que, a la postre, conduce al objetivo final: como se suele decir, los gitanos no quieren buenos principios para sus hijos. Por todo ello, insisto, saludo agradecido la aparición de Liaño en escena, que desde que ha llegado, ha puesto un poco de picante en un guiso hasta ahora algo soso. Y todo esto, a la espera de que se vean las cincuenta sombras de Lorenzo. (Que, no lo duden, se verán).












Tomasito | Jueves, 01 de Octubre de 2015 a las 20:42:38 horas
Gracias por la aclaración sr.articulista,no conocía éste dicho popular gitano ó payo,pero que en verdad se dice y escribe.
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