Antonio Franco
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EFECTOS VISUALES
Nunca una zancadilla, no en sentido figurado ni metafórico del término sino en su sentido real, tuvo tanto impacto mediático y causó un efecto tan beneficioso para la persona agredida. Los medios grabaron la escena de la caída del hijo y el padre por mor del intencionado obstáculo de la periodista húngara. El resultado fue el descubrimiento, por parte de “la parte occidental”, del currículo del ciudadano sirio caído. Aquella zancadilla le abrió las puertas de entrada a la ansiada Europa. También ha debido abrir “los ojos del pensamiento” de muchos europeos sobre los orígenes de los que huyen de la guerra en Siria. Aquella zancadilla nos ha hecho ver que, tras el aspecto desaliñado, el macuto abultado y la talega que los señala como desplazados, hay ciudadanos de clase media y no sólo excluidos sociales que huyen de su tierra. Parece ser que también ha tenido sus consecuencias en la agresora, la periodista húngara de cabellera rubia, que ha sido expulsada de la plantilla de su medio de comunicación.
Las imágenes del cuerpo exánime del pequeño Aylan Kurdi en la playa turca, turbó la pasividad de los gobernantes europeos ante la tragedia que se estaba ofreciendo día a día. También infinidad de ciudadanos que interpretaron que “algo había que hacer” para evitar fatalidades como la del pequeño sirio. Miles de cadáveres andan perdidos por las aguas del Mediterráneo, con familias, pero sin fotos efectistas que nos haga despertar y reclamar soluciones.
El toro masacrado, el toro de la Vega, el de Torresillas en Valladolid, removió, semanas atrás, la conciencia de muchos sobre las crueldades de ciertas tradiciones españolas. La manera de acabar con la vida del animal es denominada como un “acto cultural” para algunos personajes de este país nuestro. Algunos de ellos, incluso considerados ilustres. Amparándose en las tradiciones se han cometido delitos ecológicos, exterminios de especies vegetales y animales, se aplauden matanzas....
Menos mal que se abolió “la tradición” de traficar con esclavos negros para su empleo como mano de obra barata, a finales del siglo dieciocho.
Otra de noticias más destacadas de las últimas semanas ha sido la pérdida alarmante de neuronas del ex presidente Felipe González. El “ilustre” personaje ha comparado las actuaciones del Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, con las del dictador chileno Pinochet, declamando que el mandatario venezolano respeta menos los derechos humanos que el propio Pinochet. ¡Ay, Felipe de mi alma!, cantaban aquellas “Viudas de los bisabuelos del 55”, ¿en qué te has convertio? , en el Carnaval de Cádiz de 1994. En aquella ocasión, la crítica era político-social; hoy sería político-personal.
El señor Felipe González ha mancillado con sus declaraciones el nombre de Salvador Allende, Presidente electo de Chile, derrocado por las tropas militares al mando de Augusto Pinochet que instauró, con su golpe de Estado, una de las más cruentas dictaduras de América Latina durante el pasado siglo. Pero, a la vez, ha ultrajado a todo el Pueblo chileno que sufrió las consecuencias de aquel mandato.
También ha habido efectos visuales y sonoros en nuestra población. Tales impactos locales merecen un tratamiento aparte, dado que sus consecuencias pueden afectar a la cotidianidad de parte del vencidario.
Salud.












Darwin | Viernes, 02 de Octubre de 2015 a las 18:40:58 horas
Hablando de hominidos poco evolucionados, hay que pertenecer a algunos de estos subgeneros evolutivos para atreverse a comparar a Maduro con Pinochet, y más bajo en la cadena evolutiva para atreverse a defender a un dictador genocida como Pinochet, que asesinó a más de 40.000 victimas, argumentando que puso a su pais bien colocado economicamente. Este tipo de gente que pone la economia por delante de las vidas humanas producen grima y cosas peores. No mencionan los bloqueos a los que se ven sometidos esos paises que critican y para más inri se burlan del padecimiento de sus ciudadanos.
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