El rey demérito
Creímos en el referéndum de 1978 para ratificar la Constitución, padeciendo una pequeña pérdida de memoria para olvidar a ciertos miembros que años atrás defendían el alzamiento nacional y entonces con audacia se enfundaban en la bandera de la tolerancia para mantenerse en la cúspide. Tal vez en la sombra aún convalecientes ejercieron el poder para ensalzar como gran protagonista de la transición española a aquel nieto de Alfonso XII. Entendimos que era lo mejor para el país mantener a un alto cargo del medievo. Lo dejaron todo muy bien atado, porque no quisieron acabar con la huella de los que maltrataron los derechos humanos y las libertades individuales que nos condenaron por varias décadas a vivir en una autarquía que nos atrasó en el tiempo alejándonos de la globalización y de crecer como sociedad, país en pleno siglo XX.
Entendimos que Juan Carlos de Borbón era el más apropiado porque así lo eligió el caudillo por la gracia de Dios, nombramiento que fue ratificado por las Cortes Españolas el 22 de julio de 1969 en plena tiranía. Pero quisimos olvidar que el rey emérito juró lealtad al movimiento como también que ejerció como jefe de Estado 43 días como peón del régimen firmando los decretos, leyes y nombramientos de la dictadura, como interino del dictador, un lapso temporal que en la memoria de demócratas de postín prefieren olvidar. Dicen de él que es campechano y cercano, que jugó bien sus cartas para recorrer el camino que dista de una dictadura dirigida por el generalísimo a una democracia supeditada al interés de la troika. Desde la Zarzuela apuntan que no es de interés público la fortuna personal, ni los procesos por los cuales ascienden esas cifras. La cual Forbes la describe por encima de las tres cifras. ¿Pero cómo es posible tales cifras? Para un cargo público dada que su asignación real no llega a la decena. Tampoco es de dominio público los negocios de un miembro del club Bilderberg al igual que las reuniones familiares de coronas donde a veces comparten festín aquellos que son menos campechanos y masacran a su pueblo con negocios de dudosa ética.
Porque como respuesta nos emitirán con sarcasmo al referéndum de 1978. En consecuencia así lo quisimos repiten con vehemencia. Se olvidan de los que no poseían la mayoría de edad para votar o aún no existíamos pero que hoy tenemos opinión y derechos siendo parte de una mayoría social que pide modificar la carta magna. Nos imponen que aquella votación tiene carácter fijo e inamovible. Se empeñan en vender como legítimo mantener en el poder a un ciudadano de por vida o hasta que este lo considere oportuno y delegue en su primogénito. Nos han impuesto un contrato de carácter perpetuo para que ostente el mando de la jefatura del Estado. ¿Dónde quedo aquello de votar y la pluralidad de poder elegir distinta opción? No desean desconectar el enchufe real.
Daniel Peña Benítez

































Darwin | Lunes, 14 de Septiembre de 2015 a las 16:20:28 horas
Hombre ya tiene delito presumir de ser votante del PP. Pero autdenominarse “ganador“, cuando el partido al que has votado ha estafado no solo yá al pueblo español, sino a su propio electorado, incumpliendo todo su programa electoral. Cuando el partido en cuestión ha recortado derechos elementales, ha vendido la soberania a un pais extranjero o está inmerso en la corrupción hasta las cachas. Una de dos, o el que presume de haber ganado es tan corrupto o/e inmoral como el partido al que ha votado, o tiene un problema preocupante de raciocinio o de cadena evolutiva.
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