¿DEBE VOLVER RAÚL A LA SELECCIÓN?

El nuevo ministro griego de economía se llama Euclides Tsakalotos; con ese nombre es imposible hacerlo mal: le acompañan las matemáticas y la suerte en la primitiva.  Aunque de todas formas, el de los griegos es el debate más besuguero que recuerdo desde que se discutía sobre si Raúl debía ir o no ir a la selección.
    

Por un lado, está el sector afín a Podemos, que alaba al pueblo griego por su votación en el referéndum, como si el pueblo griego hubiera realizado alguna heroicidad, cuando la realidad es que el pueblo griego, traduciendo, ha mandado el siguiente mensaje: “o jugamos todos o pincho la pelota”; al que añaden después: “y la pelota la compráis vosotros”. Francamente, es sorprendente, porque el pueblo griego se ha comportado como nación exactamente igual que la casta política que tanto critica Podemos. Grecia, un país clientelista como ninguno en Europa, con unos sueldos en algunos sectores (es paradigmático el caso de los ferrocarriles griegos), muy superior al de sus homólogos en España, siendo Grecia un país notablemente más pobre que el nuestro. O sea, más o menos lo mismo que hacen esos políticos que se  adjudican a si mismos enormes retribuciones a cargo del erario público y a los que parece importarles un pito de donde sale el dinero. Eso, sin contar, y manda narices, que el único sector donde los griegos no han hecho recortes sea el militar. La parte triste es que llevan varios años pasándolas canutísimas, y que si cumplen a rajatabla todo lo que les piden desde Alemania, no se levantarán en cincuenta años.

Por otro lado, está el grupo, afín al PP, que viene a decir que, oh cielos, los griegos son unos vagos, cómo vamos a poner nuestro dinero para salvarlos, que se aprieten el cinturón y que se fastidien o que se pongan de rodillas. Todo lo cual resulta de un cinismo abrumador, ya que el dinero que se han llevado y se siguen llevando los bancos a costa de todos nosotros ha sido muy superior al que hemos prestado a los griegos (sólo Catalunya Banc ha sisado a los españoles más del doble que los griegos; entre todos los bancos, unas veinte o treinta veces más); bancos, por lo demás, cuyos directivos siguen cobrando cantidades enormes, a quienes se la sopla que su dinero venga en realidad del estado, y que en su momento trataron (e hicieron) negocio a cuenta del despilfarro de los helenos, hasta que se torció el asunto y nos adjudicaron la deuda, su deuda, a todos nosotros. Y todo esto sin que desde el PP dijeran este silbato es mío ni que impusieran a los directivos de las entidades financieras rescatadas (también se han rescatado bancos, ¿no?) el sueldo mínimo interprofesional. Y la ecuación es clara: los gobiernos les perdonan, digamos, cien a los bancos; pero son capaces de romper Europa por no perdonar cinco a los griegos.
    

Aunque, si digo la verdad, todo este asunto, todo, me da un intenso tufo a paripé. A teatrillo. A vamos a poner cara de hombre importante. Al final van a llegar a un acuerdo que salve la cara a cada cual o una cosa parecida, algo que deje a todos en buen lugar. Siempre ha sido así. Por eso, como decía al principio, casi mejor discutir sobre lo otro. Y, en mi opinión, Raúl todavía podría figurar en la Roja, está jugando muy bien en el Cosmos de Nueva York, metiendo goles y llevando al equipo…