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Viernes, 01 de Octubre de 2010

Calle Charco, con Antonio Franco


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EL VOTO ÚTIL



   
Apelaron al denominado voto útil. ¡Qué viene la derecha!, alertaban. ¡Qué la ciudadanía de izquierda concentre su voto en el PSOE!, pedían.
Y la utilidad del voto se ha tornado “traición” a la clase trabajadora de este país. ¿O ahora aumentar la edad de jubilación es hacer política de izquierda? Esa misma medida propone en Francia y allí gobierna la derecha. ¿O ahora congelar las pensiones es hacer política de izquierda? ¿Es de ideología de izquierda abaratar la indemnización por despido? En definitiva, ¿es esta Reforma Laboral aprobada propia de un partido político gobernante que se denomina de izquierda?


Cómo estará la situación que hasta el Partido Popular presume de ser más progresista que el propio PSOE. Pero éstos del PP, al menos, se proclaman de derecha. Ninguna voz del PP se ha alzado para decir, como han afirmado en el caso de la nueva Ley sobre el aborto, que cuando ellos lleguen a gobernar derogarán la Reforma Laboral del Gobierno del PSOE. Y no se escucha en las filas del PP nada al respecto porque ni ellos mismos se hubieran atrevido a tanto. Eso sí, intentan descalificar moralmente a los sindicatos, a los que, en el fondo,  quisieran ver desaparecidos. ¡Ay de los trabajadores si algún día los sindicatos (pese a todos los errores que puedan cometer y que le podamos, con razón, achacar) desaparecieran como parte integrante de la socio-economía de este país! ¿Se imaginan a la Patronal negociando las condiciones laborales solamente con el Gobierno de turno, sin sindicatos? Los sindicatos siguen siendo, pese a los mensajes con que cada día intentan desprestigiarlos, los garantes de nuestros derechos.


Y volviendo al tema de voto útil, habría que añadir que los gobiernos de izquierda de los países de la Unión Europea no se pueden excusar en que se han visto obligados a tomar semejantes decisiones. Los gobiernos, al menos los de izquierda o los que presuman de serlo, tiene que dar “un golpe en la mesa”, buscar y proponer soluciones a la crisis financiera que han provocado los de Wall Street diferentes a las que se están llevando a cabo.
No podemos pagar las consecuencias de esta crisis los trabajadores, los de siempre y, además, de esta manera. Están “hipotecando” el futuro de varias generaciones con estas medidas que, repito, no son, se mire como se mire, se excuse como se excuse, unas medidas desde la izquierda.


Los trabajadores estamos indefensos ante estas políticas económicas de unos y de otros, del PP y del PSOE. Por utilizar alguna metáfora histórica, es como la lucha de Espartaco contra el Imperio Romano, de una desigualdad sin par. Este es el comienzo del final del estado del bienestar como hasta ahora lo hemos disfrutado. La situación empieza a invertirse. Tal y como se está planteando, posiblemente, nuestros jóvenes, en líneas generales, vivirán peor que nosotros, pese a estar mejor preparados. Siempre habrá excepciones, claro está.
Y si para nosotros  la realidad es la que es, imagínense para los denominados países del Tercer Mundo, a los que se les recorta las ayudas al desarrollo. La erradicación del hambre en el planeta ha dejado de ser un objetivo prioritario. Ahora todos son recortes. Recortes en políticas sociales, estatales y universales, para salvar ¿a quién o a quiénes?


“Los socialistas quieren conservar el poder y los populares quieren conseguirlo. Pero más allá de esta cuestión, se desconoce los proyectos de desarrollo de uno y de otro para esta sociedad”, explicó alguien hace unos meses. Y habría que añadir que el personal no se entera, sigue sin enterarse.
Están intentando “idiotizar” la sociedad. Lo peor es que lo están consiguiendo. No hay criterios políticos. El consumo es la nueva religión. Incluyendo en el consumo, no sólo los bienes materiales, también las ofertas televisivas. Nadie se extraña que la tal Belén Esteban esté mejor valorada que una opción política como Izquierda Unida, al igual que Cristiano Ronaldo sea conocido por la inmensa mayoría de la sociedad pero el grupo se reduce a un porcentaje residual si se preguntara al personal quien era Labordeta, o quién es Juan Marsé, por poner sólo dos ejemplos.


Han creado una ensoñación, y fuera de ésta no hay nada o todo resulta extraño. No es exclusivo de nuestro país. El resto de la ciudadanía, llamémosle occidental, sigue los mismos parámetros. No podemos decir, en este sentido, que estemos por “debajo” del resto de los europeos. Eso sí, en España se dan factores genéticos, al igual que se dan en otros países, en los que podemos parecer aún peor en un “campeonato de pasotismo existencial”.
Me pregunto para quién fue útil el voto y, sobre todo, para qué.
Salud.

 


                                                                                                             ANTONIO FRANCO GARCIA 

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