DESPUÉS DE MÍ, EL DILUVIO

La semana pasada escribí un artículo estupendo. Lo puedo decir a boca llena y sin temor a que me corrijan, ya que ustedes no llegaron a leerlo. Y no lo hicieron porque no lo publiqué. Y no lo publiqué porque el mundo es muy malo y muy envidioso. Básicamente, se trataba de una coña florida sobre RRUU y su tardanza en presentar sus candidatos a las municipales. Decía yo, con la buena sombra que me caracteriza, que Roteños Unidos iba a presentar sus listas después de que se hubieran celebrado las elecciones, no antes, para saber así qué candidato colocar sin temor a equivocarse. Pero hete aquí que el viernes pasado, poco antes de enviar el artículo, RRUU anuncia que va a hacer públicas sus listas ese mismo día, chafándome el invento. No se lo tendré en cuenta.

El caso es que confieso que había llegado a pensar que la tardanza obedecía a la coherente razón de que Lorenzo no iba a presentarse, que en un rapto de lucidez se iba a quitar de en medio como Sila o como Carlos V. Pero estaban verdes  las uvas.

Lorenzo lleva con ésta no sé si cinco o seis presencias como cabecera de su partido, a las que hay que sumar dos o tres como segundo. Ha sido alcalde en la superficie y alcalde en la sombra (dicho sea sin segundas intenciones); teniente de alcalde con Felipe Benítez, con Domingo y con Eva Corrales. Ha estado también, aunque a cortos ratitos, en la oposición. Ha recorrido, o sea, toda la escala municipal, como actor principal y como actor de reparto, entrando en todos los despachos, recorriendo todas las escaleras y, como se suele decir, escupiendo en todos los corros.

Pero, por lo que vemos, no es suficiente. Veinticinco años, la mayoría de ellos en el poder, parece que resultan pocos a Sánchez Alonso; escaso tiempo para estar en la pomada, en el ajo, en el cogollo, en el momio, en la cena de las Damas del Rosario. Más de una vez hemos oído a Lorenzo insinuar que su permanencia en la política es una especie de sacrificio; pues debe ser masoquista, porque el hombre no se despega del Castillo de Luna ni con la vaporetta.

Y esta vez, entiendo, que muestra además un vago desdén hacia su partido. Que se le ve cierto complejo de “hombre insustituible”, el cual, en este momento, por cierto, podríamos decir que se halla poco justificado. Por una vez, parece evidente que RRUU sacaría más votos sin Lorenzo Sánchez que con Lorenzo Sánchez y los motivos no los voy a repetir: aparecen casi todas las semanas en los periódicos. Sin embargo, Lorenzo se resiste a dejar su sitio. Piensa que RRUU sin él estaría huérfano; no sólo de padre, sino de madre y de muy señor mío.
Los partidos localistas suelen estar limitados a la vida política de un líder, y cuando éste falta, acaban desapareciendo. No es el caso de RRUU, que debe andar por los treinta y cinco años de existencia o así, y que antes de Lorenzo ya tuvo como líder carismático a Juan Reales. Pues igual que Reales tuvo que dejar paso, parece evidente que debería hacerlo Sánchez Alonso. Es más, en esta legislatura alguno de sus concejales ha mostrado hechuras y cualidades para sustituirle. Si se admite mi opinión (y si está usted leyendo esta página no tiene más remedio), Antonio Izquierdo podría ser un candidato muy digno y que, lo cual no es poco, no se halla infectado de los males recientes, por más que durante las últimas semanas ande un poco ciruelo.

Lorenzo desde hace muchos años da la sensación de que cree estar haciéndonos un favor a los roteños siguiendo en política. De que se figura ser tan bueno que permanece en el gobierno pese a que las responsabilidades del mismo perjudiquen su salud, su vida privada y su talla de pantalones. Siempre pensé que Lorenzo era listo, pero parece que no se ha dado cuenta de que lo que los ciudadanos más agradecen de la mayoría de los políticos es que se retiren. Que digan adiós. Que se fundan con el paisanaje. Es su caso y no se ha enterado. Pronto lo hará.