Balsa Cirrito
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¿PPSOE? NO ME HAGAN REÍR
En tiempos de Felipe González, España era el país desarrollado con la riqueza mejor repartida. De todo el redondo mundo. De todo el mundo redondo. O sea, no sé si me entienden. Cuando comenzó a gobernar Aznar, bajamos diez o doce puestos en el ranking, y aumentó la brecha entre ricos y pobres (o, mejor dicho, entre ricos y todos los demás); nos volvimos a recuperar un poco cuando subió al poder Zapatero. En la actualidad, con Rajoy, no quiero ni mirar las estadísticas, aunque vagamente recuerdo creo haber leído que andábamos en el furgón trasero de la OCDE. Digo todo esto, porque últimamente se ha puesto de moda hablar del PPSOE, como si votar al PSOE y al PP fuera lo mismo. Es evidente que no. Y en realidad resulta curioso que se diga. Durante muchos años nos hemos quejado de que el PP y el PSOE no se ponían de acuerdo en multitud de temas fundamentales como la educación, la sanidad, la política exterior, el aborto, la energía nuclear, la memoria histórica, los servicios sociales y un larguísimo etcétera, y ahora resulta que los dos partidos son lo mismo. Caray.
Por supuesto, y sin ofender a nadie, hablar del PPSOE es una gilipollez, tanto para los votantes de uno como para los del otro partido, como para los que no votan a ninguno de los dos. Creo que hay quien se lamenta de que en algunas cuestiones ambos se pongan de acuerdo; entiendo que por muchas que parezcan, siempre serán pocas, aunque, por no sé que esquizofrénica razón, diría que abundan las personas que prefieren que nos encontremos en una perpetua confrontación nacional. No soy de esos.
Eso sí, hay algo que tengo claro. La mejor fórmula de gobierno para un país europeo occidental es la socialdemocracia. Los países gobernados por la derecha ultraliberal son los que más crecen económicamente, pero, en realidad, es sólo una minoría quien se beneficia de ese crecimiento. Cuando gobierna la izquierda-izquierda, es muy cierto que disminuye la brecha entre pobres y ricos, pero también que apenas se crea riqueza y que, por lo general, se avanza poco. Por ello, insisto, lo mejor parece la socialdemocracia. Es la única ideología que puede compaginar prosperidad económica con un aceptable grado de justicia social. Mi tierra mítica no es ni la Rusia soviética ni los EEUU de Ronald Reagan, sino la Suecia laborista del malogrado Olof Palme. Socialdemocracia en su máxima expresión.
Entiéndaseme, en todo esto no hay ninguna moralina ideológica, simplemente, sentido práctico. A menudo oigo a algún amigo muy de izquierdas quejarse de las fuerzas reaccionarias que impiden que Venezuela o Cuba o lo que sea, puedan llevar a cabo sus programas. ¡Nos ha fastidiado! ¡Pues claro que sí! Pero igual que unos defienden sus intereses, los del color opuesto hacen lo propio, con todo su derecho, y salvo que instalemos máquinas de eliminar enemigos, que es una cosa muy fea, la realidad siempre se presenta así de tozuda. No se puede ser a la vez alto, guapo, inteligente, amable, jugar bien al fútbol, provenir de familia rica y cantar bien los fandangos de Huelva. Hay que elegir entre varias cosas, sabiendo que si se eligen unas, hay que prescindir de otras.
En España la socialdemocracia la representa el PSOE. Un partido que ha cometido numerosos errores (y también muchos aciertos, no lo olvidemos). Por mi parte, baste decir que militaba bajo sus siglas y terminé dándome de baja. Pero aún así, con todas sus limitaciones, entiendo que esa socialdemocracia que representa el PSOE sigue siendo la fórmula que permite una mejor vida a un mayor número de personas. Que provoca un menor número de exclusiones. Que permite prosperar razonablemente sin que se nos descoyunte el entramado social.
Y lo digo, por una vez, sin ninguna intención polémica.












MONTESQUIEU | Jueves, 26 de Marzo de 2015 a las 17:18:00 horas
Tanto PP como PSOE son pro-monarquicos, ambos dictan leyes contra la clase obrera, ambos tienen multitud de casos de corrupción, ambos privatizaron las empresas estatales más prosperas para venderselas a sus amigos, ambos vieron como cargos politicos que salian entraban en la puerta giratoria de las directivas de esas mismas empresas antes publicas y ahora privadas, ambas son poco más que marionetas de la banca...Pues para no ser lo mismo, comparten demasiadas cosas, tantas que parecen copias salidas del mismo modelo.
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