Balsa Cirrito
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TODO EL AÑO SON MÁSCARAS
Hace unos días se montó un escandalito la mar de chachi a cuenta de un concejal del PP del País Vasco, a quien, durante los Carnavales, no se le ocurrió otra cosa que disfrazarse de oficial nazi de las SS. El disfraz molestó bastante a algunos indignados profesionales, la cuestión se calentó, se hincharon algunos palomos y el Partido Popular terminó pidiendo disculpas por lo que había hecho su concejal. Ante un caso como éste, uno termina por no saber quién hace más el ridículo, los que critican al concejal o el partido del concejal que se cree en la obligación de pedir disculpas.
Porque según estas normas, un servidor de ustedes, que Dios guarde muchos años, tendría no ya que pedir disculpas, sino ser atado a un cepo, embreado y emplumado en plaza pública para vergüenza y escarnio. Lo digo porque hace ya algunos años, cuando di el pregón del Carnaval de Rota, aparecí vestido no de oficial de las SS o de la Gestapo, que hubiera sido cosa de gente timorata y acomplejada; sino que aparecí disfrazado del mismísimo Adolfo Hitler, con tal fidelidad y realismo que, según muchos, me parecía más a Hitler que el propio Adolfete.
A veces dudo si somos tontos, gilipollas o simplemente carajotes (la opción correcta es la c). ¿Disfrazarse de nazi implica un deseo ferviente y oculto de ser nazi? Pues, mire usted, el mismo que el que se disfraza de gallina, es un poner, tiene de convertirse en sándwich de pollo. Hay a quien le gusta ser sándwich de pollo y a quien no. Pues lo mismo. Puestos a decir, podemos preguntarnos si no sería conveniente para próximos carnavales que alguien publicara la lista de disfraces permitidos. Un año, por ejemplo, se permiten polichinelas, pierrots, zares de Rusia, mandarines y princesas Disney. Pues nada, todo el mundo de polichinela, de pierrot, de zar, de Fu-Manchú o de la Bella Durmiente, caiga como caiga, truene, nieve o caliente febrero; con lo que, además, evitaríamos los calentamientos de cabeza sobre cuál iba a ser el disfraz del año en cuestión.
El traje de gala en la playa es el bañador, y tan ridículo queda ir al paseo marítimo con un frac como aparecer en una boda con bikini, por muy bien que siente. Traduciendo, algunas de las cosas más divertidas de los carnavales son tocar las narices, actuar como un destroyer y ser políticamente incorrecto. Si nos comportamos en carnavales con corrección, respeto y mesura, no serán carnavales, sino pregones del Rosario. Hace bastantes años, en primero de carrera, viviendo en Cádiz, un amigo y yo decidimos salir a la calle disfrazados de la forma más grotesca posible. Y para acompañar nuestra planta, compusimos algunos cuplés. La letra del más suave de todos decía, si no recuerdo mal:
Paseando por Cádiz
allí estaba yo,
con una mascarilla
por el mal olor,
había mucha basura,
muy poco bidón
y es que los gaditanos
son mu guarros tós (bis)
Nos encantaba, y nos encanta, Cádiz. Pero de lo que se trataba era de hinchar las narices y por ello cantábamos esta copla y otras peores. Nadie se irritó, ni se puso borde con nosotros, ni nos dieron de sopapos, sino que nos rieron la gracia y nos dijeron que teníamos mucho ángel.
En fin, uno de los fenómenos más estúpidos de nuestro tiempo es la cantidad de gente que en nombre de la tolerancia está dispuesta a ser intolerante. Se diría que no aprendemos. O lo mismo es eso, que seguimos aprendiendo pero somos malos estudiantes.












Francisco de Quevedo y Nocredo | Viernes, 06 de Marzo de 2015 a las 10:19:49 horas
“En el pais de los ciegos,
el rey es el tuerto,
y quien no sea un pelota palaciego,
está socialmente muerto“
“Defender al rey es un derecho,
de muchos patriotas,
que lo hacen por despecho,
incluso a riesgo de quedar como...
...chipriotas“
Fco. de Quevedo y Nocredo.
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