Balsa Cirrito
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MÁS SOBRE PODEMOS
La semana pasada me alargué demasiado, pero se me quedaron un par de cosas en el tintero, aunque sólo sea en el tintero virtual.
No soy muy aficionado a las teorías conspiratorias, pero Podemos me sugiere ideas deliciosamente perversas. No pretendo decir que los miembros de Podemos sean derechistas emboscados, ni mucho menos; o que sus militantes no sean sinceros en sus propuestas, al contrario, juraría que los podemosos, al menos los de a pie, creen sus iniciativas (cualquiera que éstas sean, porque cambian con frecuencia) de manera franca, y si se supieran juguetes de otros intereses se indignarían como si fueran tertulianos de Tele 5. Pero, insisto, algo no termina de cuadrar.
La fuerza de Podemos le viene de dos fuentes. Por un lado, de su crítica al sistema, a la corrupción y a la insensatez, en la cual, a menudo, son certeros. Pero la otra le viene de la leña que les arrean los demás. Por paradójico que pueda parecer, cuanto más ataca la derecha a Podemos, más fuertes se vuelven. Eso lo sé yo, eso lo saben ustedes y eso lo saben los que atacan. ¿Entonces?
Pablo Iglesias saltó a la fama precisamente impulsado por las cadenas ultraderechistas, en programas como El cascabel al gato, o El gato al agua en medios del tipo de Radio Intereconomía. A partir de ahí, comenzó a convertirse en figura mediática. A decir verdad, los movimientos del 15M y de los Indignados carecían de cabeza visible, y fueron precisamente estos programas de ultraderecha quienes pusieron la cara de Pablo Iglesias al movimiento. No me negaran que resulta, como poco, chocante. Una iniciativa popular de extraordinaria fuerza y atractivo que carece de dirigentes y es precisamente el enemigo al que se opone dicha iniciativa quien elige a su líder. Lo repito por si no queda claro: fue la ultraderecha la que decidió quién era el líder del 15M. Y eligió a Pablo Iglesias. Guau. Y miau también.
Porque hay algo que no es que lo diga yo, sino que lo han señalado ya numerosos observadores: los ataques de la derecha, especialmente de la extrema derecha, son alimento esencial para Podemos. Sin embargo, estos ataques se siguen produciendo, a menudo con una tortuosidad y estupidez que diríamos que buscan lo contrario de lo que dicen, esto es, no tratan de hundirlos, sino de ensalzarlos. Comoquiera que tontos ya no quedan, y en política menos, preciso es deducir que algo falla. Y la deducción es… En fin, qué voy a decirles que no vean ustedes solos.
Tal vez, todo esto suene un poco maquiavélico, pero no es ni mucho menos infrecuente. En la España de finales del siglo XIX, por ejemplo, era muy habitual que el gran capital financiara simultáneamente varios periódicos de grupos obreros para que se enfrentaran entre sí. Dije al principio que no creía demasiado en las conspiraciones. Sin embargo este caso no supondría una conspiración, sería una práctica habitual, lo que se ha hecho siempre, una maniobra de las de toda la vida. Que, además, ni siquiera sería ilegal; tan sólo significaría que unos pocos de la derecha han sido más listos que muchos ingenuos de la izquierda.
¿Muy rebuscado lo que cuento? Puede ser, pero observen un detalle. Podemos ha comenzado a generar un rechazo notable en ciertos sectores que en principio parecían apoyar al partido de Pablo Iglesias. Sin embargo, según las sociólogos, quien se va a beneficiar electoralmente de este reajuste no serán el PSOE ni IU, sino el PP. Es más, quédense con esta predicción: las próximas elecciones generales las va a ganar el PP. Y quédense con este análisis: si no hubiera surgido Podemos, el Partido Popular no las ganaba ni de broma.
PD. La semana pasada realicé unas críticas a la candidata a presidenta de la Junta de Podemos, Teresa Rodríguez, quizás un poco agrias. A decir verdad, he sido profesor de Teresa y conozco perfectamente su enorme inteligencia y su muy notable capacidad de trabajo (y su radicalismo), y le sigo profesando un considerable aprecio. Por supuesto, opino que se equivocó gravemente en el asunto que mencionaba, pero también es cierto que nadie está libre de errores (o de lo que yo entiendo como error, en este caso). Y que meter la pata de vez en cuando no basta para descalificar a nadie. Lo digo por experiencia. Aunque si bien se mira, el hecho de que yo la critique o la deje de criticar debe de ser una de las últimas preocupaciones actuales de Teresa Rodríguez.












MONTESQUIEU | Viernes, 13 de Febrero de 2015 a las 17:14:04 horas
No creo que a la señora Teresa Rodriguez le deba de preocupar en lo más minimo las criticas destructivas de nadie. Al menos si yo fuera ella y quien me criticase fuera alguien que declarandose socialista, defiende la figura ilegitima de un rey impuesto por los gerifantes militares de una dictadura, cuando el PSOE desde su fundacion ha sido republicano, y que no denuncia ninguno de los atropellos y corrupciones cometidas por cargos socialistas, contra el pueblo, sinceramente no haria sino ratificarme en mi ideal y conducta, por no coincidir con la de otros.
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