Balsa Cirrito
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EL FEMINICHISMO ATACA A LA PEDROCHE
Algunas veces hemos hablado de un fenómeno que hemos denominado feminichismo. El feminichismo viene a ser una versión corregida y aumentada del machismo masculino, aunque con menos gracia todavía. El feminichismo sostiene que el punto de vista correcto para la totalidad de las cosas es el femenino, y que todo lo que se aparte de esa sagrada perspectiva es perversión asquerosa. Una de las últimas víctimas del feminichismo ha sido la presentadora Cristina Pedroche, a causa de su exhibición de braguitas durante la noche de fin de año.
Voy a aclarar lo que significa esto. A la mayoría de las mujeres no les gusta demasiado contemplar a hombres ligeros de ropa (a veces dicen que no es verdad, que sí les va, pero yo creo que mienten). Como a las feminichistas no les gusta, entienden que si a los hombres les agrada es porque son unos perversos, y atacan ellas las desnudez femenina en los medios de comunicación con el mismo furor con que lo hacían los censores de los tiempos de Franco. Me refiero a que en vez de pedir que pongan presentadores masculinos con slips de leopardo, las feminichistas tratan de impedir que salgan las mujeres en lencería fina. Como se ve, muy democrático.
Y lo mejor es su argumento principal para ello. Nos dicen que se trata de una utilización innoble del físico de las mujeres, despreciando su inteligencia, lo cual indica que las feminichistas deberían llevar una brújula, pero no para señalar el norte, sino para señalar los conceptos. Porque si pidieran un cuerpazo de escándalo para ser catedrática de física de la Universidad Complutense, sí que entendería la indignación; pero el cuerpazo de escándalo lo piden para ser presentadora de televisión, y es lógico, porque para ese oficio una buena figura es tan importante como una gran inteligencia en el oficio de catedrática. Y, además, todo esto es muy sencillo. Si las cadenas de televisión sospecharan que su audiencia iba a subir emitiendo las campanadas con un gachó con un tanga de cuero, no duden ni un instante que lo harían. Lo cual indica que no se trata de machismo, sino de diferencias.
Entiéndaseme, debe ser cosa de la edad, pero a mi Cristina Pedroche no me resultó especialmente sexy, aunque defiendo su derecho a exhibirse vestida como Madame Claude. Pero, igualmente, estoy bastante harto de la dominación y del autoritarismo criptofascista del feminichismo, que abarca todos los ámbitos y que amenaza con impedir que los hombres lleven bigote y tengan pelos en el pecho. Sólo un ejemplo para no hacerme muy pesado. A veces, en los medios de comunicación aparece la noticia de que un tipo mata a su exnovia o a su exmujer. Se trata, no hace falta decirlo, de crímenes horribles y execrables, pero en seguida aparecen calificados como crímenes de la violencia machista. Y al día siguiente es muy probable que haya una manifestación de mujeres, alzando las manos con ese signo tan famoso y que evoca la forma de una vagina (¿se figura alguien la situación contraria, tíos como trinquetes enarbolando el puño para simbolizar un pene?). Digo yo, crímenes lo son, pero ¿machistas? Crímenes de joputa, pero ¿machistas? Cabronazo el que lo hizo, pero ¿machista? Cualquier cosa censurable que haga un hombre resulta que es un delito machista, y para que no quede mucho sitio, se ensancha todo lo que se pueda el catálogo. Y se han convertido en actos censurables no saber planchar, no depilarse las piernas, no expresar los sentimientos constantemente, utilizar poco el what´sapp y quedarse dormido después de hacer el amor. Todo eso, nos dicen, es machismo. Lo último, me temo, si las cosas siguen así, va a ocurrir en los lavabos públicos. Ya verán ustedes como hacer pipí de pie será considerado dentro de no mucho como un acto machista y falócrata. Aunque, bueno, lo de falócrata lo entiendo.












El Viejito l´acordeón... | Sábado, 17 de Enero de 2015 a las 10:04:33 horas
Sr.Curioso:
Qué bonito. O sea que el Sr.Cirrito puede denigrar cualquier sentimiento o a cualquier idea y nadie le puede responder. No sé si usted es un palmero del personaje o incluso él mismo, lo que le diré es que si piensa que con sus pamplinas va a conseguir que no nos defendamos las lectoras y los lectores, lo lleva clarito. Hasta otra sr. Palmero de Cirrito.
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